El caso ‘Blancanieves’ o Rachel Zegler contra Gal Gadot: Hollywood perpetua los estereotipos femeninos de las mujeres que se llevan a matar
La revisión del clásico de 1937 se enfrenta a varias polémicas por su alto coste, la falta de los famosos siete enanitos y, sobre todo, por el enfrentamiento real, pero también forzado por la prensa amarillista, de sus dos protagonistas

A finales de 1937, Roy y Walt Disney lo fiaban todo a una carta, una sola. Tras montar un estudio pequeñito en Silverlake, al este de Los Ángeles, y al darse cuenta de que no solo funcionaban las viñetas divertidas, habían apostado todo a dar un paso más y crear un largometraje animado donde se contara una auténtica historia. El 21 de diciembre de ese año los hermanos estrenaron Blancanieves y los siete enanitos. El éxito fue abrumador, nunca visto. Tanto que les dio a los Disney el dinero para comprarse los enormes terrenos de Burbank (al norte de la ciudad) donde 90 años después siguen estando sus imponentes estudios. Casi un siglo después, Disney sigue en pie, y vuelve a apostar por Blancanieves, de la que esperan muchas alegrías. Pero, sin apenas pisar las salas todavía, más que de expectación viene precedida de una polémica como hace meses no se veía en Hollywood.
Blancanieves —que este 2025 pierde a los siete enanitos en su título, cuestión no menor— llega a lo grande, como solo la compañía sabe hacerlo: una película que ha costado entre 210 y 250 millones de dólares, más otro puñado de millones para su promoción. Para ella, su protagonista se ha subido a cantar al Alcázar de Segovia (donde se inspiró Walt para la original), pero también han montado una enorme prefiesta para su estreno en Hollywood, con comida inspirada en la película, caramelos por doquier y cócteles de manzana. Pero, ¿qué ha pasado entonces?
El principal problema es que hay —o se ha hecho ver que hay— una gran tensión entre las dos actrices protagonistas. Sus puntos de vista son muy diferentes y su química, escasa. Eso es innegable. Pero diversos medios estadounidenses, especialmente tabloides amarillistas, han aprovechado sus diferencias para seguir explotando sin pudor la retórica de dos estrellas de cine enfrentadas, de dos mujeres que se llevan a matar. Eso vende revistas, sí, pero también genera una visión problemática al mantener la misma y anticuada estela de que las mujeres se pelean entre ellas, especialmente si son de distintos orígenes sociales, étnicos, geográficos, culturales y generacionales, como es el caso. Una premisa que no es cierta y que muchas han combatido durante años, pero que aquí se vuelve a repetir y perpetua esa vieja idea.

La madrastra y Blancanieves, dos personajes opuestos, dos personas muy distintas. La actriz israelí Gal Gadot, que cumplirá 40 años en abril, tiene casi 40 títulos a sus espaldas, algunos muy taquilleros, y una carrera asentada. Es un producto 100% hollywoodiense que acaba de recibir, esta misma semana, su estrella en el Paseo de la Fama. Ella es la malvada bruja. Su hijastra es Rachel Zegler, 23 años, con seis películas (como la West Side Story moderna y la última Los juegos del hambre) y una frescura que no siempre encaja bien en el estricto Hollywood.
Zegler es la protagonista y estrella emergente —también de teatro, hace unos meses protagonizó Romeo y Julieta en Nueva York y pronto será Eva Perón en Londres— con la que Gadot hace contrapeso. Nacida en Nueva Jersey, Spielberg la fichó con apenas 17 años para que fuera su María. Cuando fue anunciada para la nueva versión de West Side Story, apenas tenía un canal de YouTube y algún papelito en obras locales. No había llegado a estrenar la película, en diciembre de 2021, cuando ya se supo que sería la nueva Blancanieves.
Disney está tratando de renovar a sus princesas y de acercarlas a más niños y niñas del mundo, que no siempre se identifican con la protagonista original. Si para La sirenita escogió a la afroamericana Halle Bailey como Ariel, aquí ha optado por una joven de origen polaco y colombiano. Algo que levantó críticas entre quienes no aceptaban que la piel de Zegler no fuera tan blanca como la nieve, tal y como dice el nombre de su personaje.
Aunque Zegler afirmó estar “emocionada de ser una princesa latina” —y la favorita de su madre, al ser morena, aseguró—, su participación se ha mirado con lupa. Por ejemplo, porque no gustó mucho en la industria que no la invitaran a los Oscar de 2022, tras ser María, pero menos aún que ella misma lo contara y dejara caer que quería asistir a los premios (lo que logró), algo que se vio como “una pataleta”, tal y como comentaron voces de la industria. Tampoco que cuando le ofrecieron participar en la secuela de Shazam, confesara que lo hacía por dinero. Y mucho menos que, al hablar de la película original, que logró que Disney fuera el gigante del entretenimiento que es, asegurara que estaba “anticuada”, y que el príncipe “literalmente acosa” a Blancanieves. Como recogía el medio Variety, en algunas alfombras rojas comenzó a decir que la historia era “rarita” y que su futura princesa no suspiraría por un hombre, lo que ciertos fans de la factoría vieron como un gesto de desprecio.
Zegler ha ido moderando sus opiniones sobre la princesa, afirmando que esta historia tendría un enfoque más feminista, algo lógico, tratándose de 2025, pero ya sin críticas tan afiladas. Después, sus comentarios han ido por otros derroteros. El primero, Donald Trump, al que dedicó un largo post en Instagram (que después borró) de cara a las elecciones de noviembre, donde llegó a decir: “Que le jodan”. “Es aterrador el número de personas que respaldan lo que predica este hombre”, comentaba a pocos meses de estrenar la película, lo que probablemente no gustó a Disney, que veía como parte de su venta de entradas en taquilla se esfumaba con su: “Que los seguidores y votantes y el propio Trump nunca conozcan la paz”.
Lo que ha terminado de enfrentarla con su compañera de reparto, ha sido la política, pero la internacional. Más allá de polémicas fabricadas, su división de posturas es un hecho. Si en la entrega de los Oscar, donde presentaron un premio juntas, ya se pudo ver su falta de química conjunta, estos días se ha demostrado, puesto que apenas han posado o hecho entrevistas juntas. Zegler ha mostrado su apoyo a la causa palestina. Ya lo hizo justo después de presentar el tráiler de la película en la convención de Disney D23, dando las gracias en X (antiguo Twitter) y con la frase: “Y recordad, siempre, Palestina libre”. Pero lo ha repetido en entrevistas, afirmando que sigue el conflicto “desde hace años”: “Se me rompe el corazón por la pérdida de vidas y por lo que estamos viendo”, decía en Variety. También afirmaba no tener las respuestas, pero como celebridad, sí un altavoz: “Si eso significa que puede recaer sobre nosotros un poder útil, entonces estoy feliz de hacerlo”.

Eso choca frontalmente con los principios y opiniones de Gal Gadot, que pasó dos años haciendo el servicio militar en Israel, su país de origen, y que aboga por la causa israelí; tanto es así que últimamente ha reconocido que le gustaría hacer algún papel hablando hebreo. El 7 de octubre de 2023, tras el ataque de Hamas y la respuesta de Israel, escribió en su perfil de Instagram: “Estoy con Israel, y vosotros deberíais. El mundo no puede sentarse a mirar cuando ocurren estos horribles actos de terror”. Ahora, tras recibir su estrella en el Paseo de la Fama (donde fue abucheada por un grupo propalestino), Gadot afirmaba que tras el 7 de octubre no quiere hablar de política, “porque ¿a quién le importa lo que diga un famoso de política?”. “Pero ese 7, cuando la gente fue secuestrada de sus casas, de sus camas, hombres, mujeres, niños, ancianos, supervivientes del Holocausto, cuando pasaron por los horrores de aquel día, no pude quedarme callada. Me impactó la cantidad de odio [...]. Así que tuve que alzar la voz”, afirmaba, asegurando que no quiere hacer un discurso de odio, sino de “humanidad”. “No odio a nadie. Soy nieta de un superviviente del Holocausto que llegó a Israel y fundó su familia de cero después de que toda su familia fuera borrada en Auschwitz. Y por el otro lado de mi familia, soy israelí de octava generación. Soy autóctona de Israel”.
Ese choque frontal ha sido el remate para la película de Disney, que decidió incluso desescalar su estreno: canceló la presencia de periodistas en la alfombra roja, permitiendo acceso solo a fotógrafos y a prensa de ABC (la cadena de televisión de la compañía). Así se ahorraban las preguntas a las protagonistas, pero también a los que no lo han sido: los famosos siete enanitos. Porque esa ha sido otra pata de la polémica. Ya en 2022, el actor con acondroplasia Peter Dinklage, de Juego de Tronos, criticó que la nueva adaptación podía perpetuar estereotipos negativos. Comentó que le parecía bien que buscaran una protagonista latina, pero que tenían que revisar la historia: “Eres progresista en un sentido, pero luego sigues con ese puto cuento retrógrado de los siete enanitos que viven juntos en una cueva, ¿qué coño haces, tío? ¿No he hecho nada para avanzar en la causa desde mi tribuna?”. Tras ello, Disney emitió un comunicado: “Para evitar reforzar los estereotipos de la película de animación original, estamos adoptando un enfoque diferente con estos siete personajes y hemos consultado con miembros de la comunidad de enanismo”.

La decisión de Disney fue crear a los siete coprotagonistas con efectos especiales, y no que los interpretaran actores con enanismo. La decisión ha dividido a la comunidad, porque, ya que la historia se mantenía, muchos de sus actores opinan que podían haber contado con personas reales. De hecho, un par de intérpretes con acondroplasia han puesto sus voces a los personajes, pero sin interpretarlos. Habrá que ver si ese pastiche de ideas nuevo y viejo a la vez logra convencer a la taquilla mundial, pero los éxitos de esta Blancanieves parecen incomparables con los de su vieja predecesora.
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