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Los peligros del éxito de la serie sobre Jeffrey Dahmer: disfraces, fiestas y chistes para glorificar a un monstruo

Plataformas como eBay ya han prohibido la venta de disfraces de Jeffrey Dahmer para Halloween, mientras las familias de las víctimas ven como su duelo se mezcla con la humillación

Jeffrey Dahmer
Jeffrey Lionel Dahmer, en su fotografía policial de 1982. En esa ocasión no fue detenido por sus crímenes, sino por escándalo público tras emborracharse y masturbarse en una feria estatal.PA - PA Images (PA Images via Getty Images)
Guillermo Alonso

El asesino en serie Jeffrey Dahmer (Milwaukee, 1960 - Portage, 1994) causó un impacto tan grande en la opinión pública estadounidense, tan atroces resultaron sus crímenes, que mucho antes de Dahmer (Monstruo: La historia de Jeffrey Dahmer) —la serie creada por Ryan Murphy para Netflix que no se apea del listado de contenidos destacados en la plataforma pasado un mes desde su estreno en septiembre—, la ficción ya se había fijado en él.

Apenas meses después de que Dahmer fuese detenido y acusado del asesinato de 17 hombres (con los que posteriormente practicaba necrofilia y canibalismo), el autor iraní afincado en Los Ángeles Reza Abdoh estrenó en 1991 la obra The Law of Remains (La ley de las sobras), que hablaba de un asesino llamado Jeffrey, obviamente inspirado en Dahmer. En 1993 se estrenó la primera película sobre su vida, The Secret Life: Jeffrey Dahmer, se emitió en televisión un documental sobre su juicio y el propio canibal fue entrevistado en el programa Inside Edition de la cadena estadounidense CBS (Dahmer resultaba un filón para criminólogos y forofos de lo tenebroso por su disposición a hablar sin florituras, justificación o lástima de sus crímenes o de si mismo). En 1995, un año después de morir en la cárcel a manos de un preso, el thriller Copycat lo encumbró como uno de los grandes monstruos del siglo XX en EE UU. La protagonista, Sigourney Weaver, lo nombraba junto a Ted Bundy, John Wayne Gacy o el estrangulador de Boston en medio de una investigación. El tiempo no necesitó poner un halo de fascinación y reposo sobre él: Dahmer fue un mito del mal desde el mismo momento en que su nombre apareció en los medios.

Más de 30 años después, la fascinación por Dahmer ha sido revivida por una serie dividida entre algunas críticas entusiastas (“todo es prácticamente insoportable en Dahmer, porque el espectador está a la vez dentro y fuera de la cabeza del asesino, como ocurre en el clásico de Capote [A sangre fría], pero yendo más allá, mucho más allá”, escribió Laura Fernández en EL PAÍS) y las comprensibles reacciones furibundas de, como mínimo, la hermana de una de las víctimas, que considera que su enorme dolor ha sido convertido en entretenimiento, estética y espectáculo.

En medio de esa dicotomía están, como siempre, los espectadores. Y muchos de ellos se han acercado a Dahmer como quien se acerca a La casa de papel o El juego del calamar: viendo un simple fenómeno y, en Halloween, la posibilidad de un gran disfraz.

“Hay varios factores que influyen en la fascinación que este tipo de asesinos en serie tienen sobre el público”, explica Luis Borrás Roca, psiquiatra especialista en Medicina Legal y Forense y autor del libro Asesinos en serie españoles (J. M. Bosch, 2002). “El motivo principal es el miedo a la muerte, la idea de que nosotros mismos podemos ser una víctima de alguien parecido. Nos sentimos identificados con sus víctimas y eso nos lleva a intentar comprender los motivos de su agresor”. El especialista señala, además, que el caso de Dahmer es especialmente poco común: asesino en serie sádico, fetichista, necrofílico y caníbal, y se trata además de un caso muy cercano en el tiempo. “Jack el Destripador, por ejemplo, era alguien de un sadismo parecido, pero lo vemos hoy como alguien ya lejano en el tiempo”.

Dahmer Netflix
Evan Peters como Jeffrey Dahmer en una secuencia de la serie de Ryan Murphy.

En medios estadounidenses se alerta estos días de lo inadecuado que resulta disfrazarse de Jeffrey Dahmer en Halloween. “No es el disfraz de asesino que deberías ponerte este Halloween”, exhorta una pieza del New York Post. Usuarios de Instagram que posaron disfrazados de Dahmer en diferentes fiestas de Halloween que ya se celebran en Estados Unidos han borrado sus fotos tras la lluvia de críticas. Otras, como una influencer estadounidense, se han quejado de que la plataforma se las borró, previsiblemente tras varias denuncias de otros usuarios. “Subo de nuevo la foto disfrazada de Dahmer porque me borraron la anterior”, se quejaba. “Me ha costado mucho este disfraz como para sufrir censura”. Dio igual: Instagram volvió a borrarla. Las quejas son especialmente notables y dolorosas por parte de las familias de las víctimas. Shirley Hughes, madre de Tony Hughes, quien murió a manos de Dahmer con 17 años, ha sido una de las más vocales. “Ya es traumático ver que una se hace una serie de éxito sobre el asesino, pero mucha más que la gente se vista como él”.

Algunas grandes corporaciones están controlando los daños. eBay, por ejemplo, ha empezado a retirar piezas de ropa o complementos que se venden como “disfraz de Jeffrey Dahmer”, en cumplimiento de la política de la empresa (”No están permitidos los anuncios que promuevan, perpetúen o enaltezcan el odio, la violencia o la discriminación”, informa la compañía en su apartado legal sobre lo que considera material ofensivo). Pero no hay que olvidar que Dahmer parecía (como tantos otros criminales) un tipo normal: es imposible detener la venta de camisas, pantalones o gafas que recuerden a él. Es sencillísimo encontrar “gafas de Jeffrey Dahmer” en internet: aunque no se permita venderlas como tal, la referencia está presente en críticas y comentarios del producto y conduce a cualquier buscador hasta él.

“El duelo es un sentimiento muy profundo”, argumenta Borrás, “pero cuando a ese duelo se suma que el asesino se convierta en una especie de héroe, la familia se siente, además, humillada, me atrevería a decir que maltratada. Los duelos exigen, ante todo, tranquilidad. Y hechos así de turbadores y públicos la hacen imposible”.

También ha sido noticia el hecho de que las gafas de Jeffrey Dahmer están en subasta por 150.000 dólares. En realidad no es así: las gafas son actualmente propiedad del coleccionista de crónica negra Taylor James. En su web, Cult Collectibles, hay un apartado entero dedicado a Dahmer con varios objetos ya vendidos, como su informe psiquiátrico, las cartas que recibía en prisión, el disquete donde constan los documentos del juicio o su Biblia, valorada en 6.000 dólares. Las gafas, el objeto más valioso, no están directamente a la venta pero según el propio James declaró a la web sensacionalista TMZ está abierto a escuchar ofertas a partir de esa cantidad a través del correo de contacto de su web. Él, afirma, compró las gafas a un hombre que trabajó en casa del padre de Dahmer, Lionel (que cuenta con bastante protagonismo en la serie y tiene 86 años en la actualidad).

Molly Ringwald como Shari, madrastra de Jeffrey Dahmer, y Richard Jenkins como Lionel Dahmer, su padre, en la serie 'Monstruo: la historia de Jeffrey Dahmer'.
Molly Ringwald como Shari, madrastra de Jeffrey Dahmer, y Richard Jenkins como Lionel Dahmer, su padre, en la serie 'Monstruo: la historia de Jeffrey Dahmer'.©Netflix/Courtesy Everett Collection / Cordon Press

En todo caso, el fenómeno parece difícil de controlar. En TikTok el asesino es fuente de comedia: “¿Y si Jeffrey Dahmer fuera argentino?”, se pregunta un vídeo con 350.000 me gusta. “¿Y si Jeffrey Dahmer tuviese un compañero de piso?”, se pregunta otro que supera los dos millones de me gusta. Otro: “¿Y si Jeffrey Dahmer ligase con un árabe?”. Y otro: “¿Y si Eminem fuese a casa de Jeffrey Dahmer?”. El youtuber DuB Bridges, con casi 1,4 millones de seguidores, ha sido el último en ser criticado por publicar un vídeo paródico en el que vivía “como Jeffrey Dahmer” durante un día entero. En su siguiente vídeo, llamado “Así que me han cancelado”, reconoce que no sabía quien era Dahmer hasta que vio el primer episodio de la serie.

El fenómeno no es exclusivamente estadounidense: en una discoteca de Aix en Provence, en la Costa Azul, el club Complex, anunciaba una fiesta de temática Jeffrey Dahmer para Halloween. Desde la discoteca han denunciado que el dueño ha recibido amenazas de muerte desde que se publicitó el evento. Dado que en su propia página de Facebook ponen capturas de las críticas y las responden no precisamente con contención, parecen encantados con la publicidad.

No es la primera vez que Dahmer se cuela en la cultura popular más inofensiva. En la canción de Katy Perry Dark Horse (2013), el rapero Juicy J. incluye los siguientes versos sobre una mujer: “Es una bestia / Yo la llamo Karma / Se comerá tu corazón como Jeffrey Dahmer”. El tema fue número uno en Estados Unidos y uno de los más exitosos de la década. Otra cantante aparentemente inofensiva y presta para la radiofórmula, Kesha, incluyó una referencia a Dahmer en su canción Cannibal (2010). “Usa tu dedo para remover mi té / De poste, te chuparé los dientes / Si eres demasiado dulce, desaparecerás / Haré como Jeffrey Dahmer contigo”. La canción no fue un éxito tan grande como la de Perry (no pasó del 77 en Estados Unidos). La polémica, como tantas veces ocurre, tardó años en llegar. No fue hasta el estreno de Dahmer cuando muchos parecieron recordar que a Dahmer se lo mencionaba en dos de sus canciones pop favoritas. Un jocoso comentario en el vídeo de Dark Horse dice “tíos, ¿os ha llevado nueve años y una serie de Netflix daros cuenta?”. Tiene 37.000 me gusta.

De los seis escritores de Dark Horse ninguno ha dicho nada al respecto por ahora. De los cuatro de Cannibal, una: la madre de Kesha, coautora habitual de sus temas. En un vídeo de TikTok explica que la referencia a Dahmer fue sugerida por un software llamado Masterwriter que se anuncia como una herramienta para compositores y en el que escribiendo una palabra se sugieren posibles rimas. “Kesha y los otros compositores eran demasiado jóvenes para saber quién era Jeffrey Dahmer”, declaró. “Cuando estábamos buscando una palabra que rimara con goner, el programa sugirió la de Jeffrey Dahmer. Y pensé: ‘Es perfecto”. Hay más ejemplos: Siouxsie and the Banshees tienen una canción sobre Peter Sutcliffe, el destripador de Yorkshire. Y Jane’s Addiction tienen una sobre Ted Bundy (con el que Netflix también se atrevió y al que dio vida Zac Efron, aunque por ahora nadie se ha disfrazado de él).

Pese al hincapié que Ryan Murphy y el cocreador Ian Brennan han puesto en no glorificar al asesino y honrar a las víctimas, pese a la forma en que la serie deja claro que un sistema policial endémicamente racista y homófobo ignoró continamente las señales que podrían haber llevado a detener mucho antes al criminal, Dahmer ha tomado una vida propia en manos de los espectadores que la convierte en problemática: donde debería suscitarse conciencia y reflexión parece haber solo fascinación, un Dahmer revalorizado como icono de los horrores. Y que sea interpretado por Evan Peters, un actor reconocido de la factoría Murphy e ídolo erótico para una generación, no ayuda. Como se preguntaba The Take en un análisis: “¿Qué ocurre cuando haces un retrato cinematográfico de un monstruo con un querido actor de High School Musical?” [en referencia al Ted Bundy de Zac Efron]. Pues que para muchos ajenos al caso real, pero familiares con la colorista y barroca obra de Murphy, esta se convierte en otra entrega de su crónica de los horrores de los EE UU contemporáneos. Como si fuese otra temporada de American Horror Story. Otro especial de Halloween. Fue especial, pero no de esa manera.

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Sobre la firma

Guillermo Alonso
Editor web de ICON. Ha trabajado en Vanity Fair y Telecinco. Ha publicado las novelas ‘Vivan los hombres cabales’ y ‘Muestras privadas de afecto’, el libro de relatos ‘La lengua entre los dientes’ y el ensayo ‘Michael Jackson. Música de luz, vida de sombras’. Su podcast ‘Arsénico Caviar’ ganó el Ondas Global del Podcast 2023 a mejor conversacional.

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