Los intermediarios son los jefes
Internet quiso acabar con los agentes externos y los convirtió en los dueños del cortijo
Cuando la tecnología P2P (el Napster, la mula, el Megaupload) irrumpió en nuestros ordenadores, la Red era un lugar llamado a imponer una utopía anarquista en la que todo el mundo tuviera un justo acceso a todo y donde, si eras artista, pudieras prescindir de los intermediarios. Tu música (entonces se hablaba sobre todo de música) la podrían escuchar en Reikiavik, Titulcia, o Hongcun sin necesidad de que Virgin te concedieran audiencia. La idea tornó en un apoyo impenitente a la piratería como bandera del libre acceso a la cultura. El debate era cuánto dinero debía ganar un artista. El P2P se llevó por delante el mundo de la música, y a punto estuvo de llevarse también el del cine.
El patrón de consumo cambió y la gran pantalla como alternativa de ocio trocó en la compra compulsiva de textiles destinada a alimentar una imagen de histérica felicidad en redes sociales.
Recuerdo los años de la ley Sinde, sindescargas, y cómo se machacó públicamente a una ministra que pecó de impopular. Pero no fue esa ley la que le puso (algo de) freno a la piratería, sino la llegada de una opción legal acorde con los nuevos hábitos de consumo. Si alguien nos hubiera dicho en la primera década de este siglo que la competencia del cine iba a ser una plataforma de vídeos de pijos bailando, no lo hubiéramos creído. Como dijo alguien en Reddit, si hubiera que explicarle a alguien del pasado cómo es nuestro mundo, bastaría con decirle que tenemos un objeto que cabe en la palma de la mano con el que podemos acceder a toda la información del mundo, aunque lo usamos para ver vídeos de gatos.
Creo que estuvimos muy equivocados; la cosa iba de colonizar costumbres. Pero lo de los intermediaros convertidos en los jefes absolutos de todo esto… eso sí que no lo vimos venir.
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