¿Cómo se enfrenta a su posible ceguera un cineasta que vive de su mirada?
El director Mark Cousins analiza el poder de la imagen en el documental ‘The Story of Looking’ (Filmin), inspirado en sus propios problemas de vista
Mark Cousins se gana la vida con su mirada. El director británico, de 56 años, es un popular estudioso de la historia del cine a través de ensayos escritos y visuales. Recientemente descubrió que tenía una predisposición genética a desarrollar una degeneración macular, por la que podría quedarse ciego en un futuro. También tuvo que operarse de una catarata que llevaba años nublando su vista. El día antes de esa complicada operación ocular decidió comenzar la grabación de un documental sin salir de su dormitorio, en su piso de Edimburgo. Los médicos iban a sustituir la lente natural de su ojo izquierdo por una de plástico y la inquietud le hizo regresar a uno de sus libros, Historia y arte de la mirada (editorial Pasado y presente). La película The Story of Looking, que ya puede alquilarse en Filmin por 3,95 euros, analiza desde un punto de vista personal lo que significan las imágenes en nuestras vidas.
Cousins celebra que, tras pasar por quirófano, vea las cosas con claridad cristalina por primera vez en mucho tiempo. “Con el ojo operado percibo los colores algo más brillantes, al no captarlos de una forma natural. Ahora tengo un ojo que es un teleobjetivo y el otro que es panorámico. Con uno veo la vida como si fuera una película de Robert Altman y con el otro como si fuera una de Orson Welles”, bromea durante una conexión por videoconferencia con EL PAÍS para charlar sobre su proyecto, después de que el coronavirus le impidiera hacerlo en octubre, durante la proyección de la película en el festival DocLisboa.
Cousins admite que observar es su verdadera vocación. Y que ha hecho de ella su profesión. Primero otea y luego escribe o rueda sobre lo que percibe. Cita a la escritora Gertrude Stein para explicarlo: “La imaginación es la suma de la observación y la construcción”. En The Story of Looking cuela al espectador en su cama. Coloca la cámara sobre ella y desnudo, tumbado entre las sábanas, argumenta que somos lo que vemos. Y, también, que vemos en función de lo que somos. En su disertación viene a decir que las imágenes de infancia y adolescencia marcan nuestros juicios adultos, como una lente que convierte la realidad en algo subjetivo.
“Lo obvio hubiera sido recorrer los lugares más vistosos del mundo para incorporarlos al documental. Podía haber grabado lo mejor de la arquitectura, el arte y la naturaleza. Pero me pregunté qué ocurriría si hiciera justo lo contrario. ¿Y si no voy a ningún sitio? Esa opción de darle la vuelta a las cosas me ha sido muy útil en el pasado”, comenta. El resultado es un documental que conjuga las imágenes que Cousins tenía a la vista desde su dormitorio, entre las chimeneas del paisaje urbano de la capital escocesa, con otras de archivo de los viajes que había hecho en el pasado.
También se basa en las grandes secuencias del cine de Welles o Zhang Yimou que en su día quedaron grabadas en su retina.
Una autobiografía visual
Al director le impactó conocer la Torre Eiffel durante unas vacaciones que paso en París con 11 años. “Estaba abrumado, por su tamaño y también por su geometría. Volvió a pasarme luego con el pabellón Mies van der Rohe de Barcelona. Sentir que las cosas artificiales pueden ser también bellas marcó mi vida”, recuerda. Antes de esas epifanías arquitectónicas, fue el cine el que le hizo comprender por vez primera que las imágenes que observaba le construían como persona. Fue una noche que se encontraba ante la televisión, con algo más de ocho años. La BBC emitía Sed de mal, de Orson Welles, omnipresente en su vida hasta el punto de dedicarle uno de sus estudios visuales recientes, En la mirada de Orson Welles (2018). “La trama trataba asuntos de raza y sexo que no entendía con esa edad. De lo que sí que me di cuenta en ese momento es de que tenía un cerebro más visual que verbal”, apunta.
Cuando era adolescente, las salas de cine le permitían alejarse de los problemas en el barrio obrero de Ballymena (Irlanda del Norte) en el que creció. En ellas, confiesa, encontró una evasión similar a la del personaje de Mia Farrow en La rosa púrpura de El Cairo (1985) de Woody Allen. Y es precisamente ese concepto, el del consuelo a través de lo que miramos, el que incorpora ahora en The Story of Looking. “Cuando cruzamos la puerta de una sala de cine, traspasamos un umbral, como le ocurre a Dorothy en El mago de Oz. Es el lugar donde los problemas se derriten como gotas de limón sobre las chimeneas”, dice en referencia a la letra de Over the Rainbow que canta Judy Garland en la cinta. “A través de las películas también vivimos. Solo que lo hacemos de una forma más segura. Y, una vez que nos sentimos seguros, esas historias pueden alimentar en nosotros un tipo de miedo o de deseo que no podemos encontrar en otro sitio”, continúa.
Pero para Cousins tiene un poder muy especial el género documental, que tanto ha trabajado en su carrera en títulos como La historia del cine: una odisea (2011), Una historia de niños y cine (2013) y Women Make Film (2018). “Es un medio que te mantiene profundamente conectado con el mundo mientras emplea un lenguaje tan sugerente como el de la ficción”, concluye.
BBC inspiradora
Como para tantos otros creadores audiovisuales en todo el mundo, las emisiones o producciones de la BBC han sido una de las grandes inspiraciones en la vida de Mark Cousins. Que el primer ministro británico Boris Johnson amenace de nuevo durante las últimas semanas el futuro de la emisora pública congelando la tasa ciudadana que la financia y planeando incluso su privatización para 2028 es “una persecución ideológica” a ojos del director. “El argumento del Gobierno es que la gente mayor no puede permitirse ese pago, cuando es de unos peniques al día. No puedes comprar absolutamente nada con ese dinero. La BBC tiene ese lema de hacer que lo bueno sea popular y que lo popular sea bueno y eso hace que gente en el poder se sienta amenazada”, asegura Cousins.
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