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Bluesky, lleno de usuarios de izquierdas exiliados de X, está aún lejos de ser una plaza pública digital

Una de las grandes alternativas al viejo Twitter sigue creciendo, pero un nuevo análisis muestra que su actividad está todavía lejos de ser un pulmón informativo. En Bluesky sí circula menos desinformación

Bluesky
El logo de Bluesky en un teléfono móvil junto a un ordenador con la red social abierta.Mario Tama (Getty Images)
Jordi Pérez Colomé

“Los usuarios de Bluesky son exiliados de Twitter, en su mayoría de izquierdas, lo que hace que haya poca conversación entre diferentes posturas ideológicas”, dice Dorian Quelle, investigador de la Universidad de Zurich (Suiza) y coautor de un nuevo artículo científico que se publica hoy miércoles sobre los usuarios y actividad de la red social Bluesky. Creada en febrero de 2023, Bluesky tiene hoy más de 32 millones de usuarios y es una de las alternativas más sólidas, junto a Threads, a X, antes Twitter, tras su compra por parte de Elon Musk. “Bluesky ya ha incorporado la mayoría de las funciones que hicieron exitoso a Twitter antes de Musk, posicionándose como una alternativa viable. Sigue creciendo, aunque pocas redes nuevas logran consolidarse. Tiene potencial, pero es pronto para saber si realmente podrá mantenerse como el sucesor de Twitter”, explica Quelle.

Aunque mantenga su crecimiento, no es probable que Bluesky sea pronto una “plaza pública digital”, nombre con el que uno de los fundadores de Twitter bautizó su red cuando en 2013 contaba con unos 200 millones de miembros. Hoy el panorama mediático ha cambiado y las redes basadas en texto han cobrado más importancia y es más evidente cómo influyen en la actualidad. “En el caso de Bluesky, la inclinación política de izquierdas de los usuarios limita el debate entre diferentes ideologías, lo que, para mí, es clave en una plaza pública real”, dice Quelle. “En cambio, Twitter sigue siendo el hogar de líderes mundiales, periodistas, presidentes ejecutivos y activistas, representando prácticamente a todos los grupos políticamente activos. Es un ecosistema diverso que Bluesky no puede replicar de la noche a la mañana. Si de verdad quiere convertirse en la nueva plaza pública, necesita seguir creciendo al ritmo actual y esperar nuevas oleadas de migración que le ayuden a sumar usuarios”, añade.

Los picos de crecimiento de Bluesky han coincidido con éxodos de usuarios de X. La mayor migración de su historia fue tras las elecciones presidenciales en EE UU de noviembre, cuando el apoyo de Elon Musk a Donald Trump se hizo más evidente. Esas oleadas más recientes están fuera de los datos del artículo científico, que van de febrero de 2023 a mayo de 2024, con lo que es posible que la homogeneidad de Bluesky haya crecido más. Aun así, no todos los usuarios de Bluesky tienen el mismo origen, según Ignacio Castro, profesor en la Queen Mary University of London y que ha investigado Bluesky en el pasado: “Ya había muchos usuarios japoneses, muchos brasileños migraron cuando X fue bloqueado en Brasil y vimos también un salto en el número de usuarios también por el bloqueo de Twitter en Indonesia. Es bastante posible que estos usuarios diverjan de los que llegan a Bluesky porque Musk adquiere Twitter, cambia la política de privacidad de X o por las elecciones en EE UU”, explica Castro.

A pesar de la cercanía ideológica, la polarización sigue presente en Bluesky en asuntos muy polémicos. El artículo estudia la diversidad de opiniones sobre Israel y Palestina en la red, que sigue siendo notable. El artículo recoge los mensajes mandados durante y después del ataque de octubre de 2023. “Después de los ataques a Israel, el porcentaje de publicaciones neutrales disminuye”, dice el texto, “mientras que aumentan tanto las posturas pro-palestinas como pro-israelíes. En los siguientes diez meses, los mensajes pro-palestinos siguen creciendo de forma constante, hasta convertirse en la mayoría absoluta de las publicaciones en enero de 2024″.

Esos indicios de polarización no impiden la opción de que Bluesky acabe siendo una burbuja: “La homogeneidad no elimina por completo el desacuerdo, pero sugiere que Bluesky podría ser menos polarizado que Twitter/X. Sin embargo, también puede acabar funcionando más como una burbuja, donde la gente apenas interactúa con opiniones que desafíen su visión política”, explica Quelle.

Una de las grandes ventajas de Bluesky para los investigadores es que se ha convertido en una fuente abierta de datos e información ahora que X, por orden de Musk, ha cerrado el acceso a académicos. Así durante los próximos años podrán seguir observando cómo evoluciona una red nueva, con sus propias características. Por ejemplo, si la opción de que cada usuario pueda crear su propio menú informativo, gracias a la variedad de algoritmos que ofrece Bluesky, es algo que se usa cada vez más o no. Por ahora parece una función escasa: “Solo el 0,09% de todas las cronologías son personalizadas. Recientemente nuevas opciones con feeds que incluyen anuncios tiene el potencial de cambiar el panorama”, dice Castro, que añade que otras características de Bluesky como los “packs para empezar” [grupos de usuarios agregados por tema a quien seguir al llegar a la red] tienen su público: “Tienen un claro efecto en la popularidad de los usuarios que forman parte en uno de esos packs y refuerzan el efecto de que las cuentas populares se hagan aún más populares”.

Otro asunto que analiza el estudio es la cantidad de desinformación, uno de los grandes problemas en redes de la última década. En Bluesky apenas hay. Los autores han mirado si los usuarios comparten muchos enlaces a fuentes dudosas y no es así. De nuevo, es algo que puede evolucionar y cambiar. Pero si ya en Facebook la desinformación era algo que compartían sobre todo conservadores y si en Bluesky hay sobre todo progresistas sin oposición, es improbable que circule mucha información poco contrastada: “Diría que la desinformación circula con mucha menos frecuencia en Bluesky que en X, y cuando aparece, tiende a ser menos descarada o extrema”, dice Quelle.

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Sobre la firma

Jordi Pérez Colomé
Es reportero de Tecnología, preocupado por las consecuencias sociales que provoca internet. Escribe cada semana una newsletter sobre los jaleos que provocan estos cambios. Fue premio José Manuel Porquet 2012 e iRedes Letras Enredadas 2014. Ha dado y da clases en cinco universidades españolas. Entre otros estudios, es filólogo italiano.
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