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Las tecnológicas intentan fichar a los empleados de OpenAI ante la crisis de la empresa

El 95% de los trabajadores amenaza con renunciar, pero empresas como Microsoft, Nvidia y Salesforce están dispuestas a contratarlos

Publicidad de Salesforce en el circuito urbano de Fórmula 1 de Nevada, durante el pasado fin de semana.
Publicidad de Salesforce en el circuito urbano de Fórmula 1 de Nevada, durante el pasado fin de semana.Gary A. Vasquez (USA TODAY Sports via Reuters Con)
Miguel Jiménez

La jefa de tecnología de OpenAI, Mira Murati, fue elegida por el consejo de la firma para sustituir de forma interina a Sam Altman tras el despido de este. Murati ha durado poco en el cargo después de haberse rebelado contra el despido de Altman. Es la primera en una lista de empleados que firman una carta en la que piden la dimisión de los consejeros y amenazan con irse si no se devuelve el poder a Altman. Si renuncian, pueden hacerlo tranquilos. Les llueven las ofertas. Algunas compañías como Microsoft (que ya ha fichado a Altman), Salesforce y Nvidia han comunicado abiertamente su disposición a contratar a cualquier empleado que dimita en OpenAI.

La carta había sido firmada este lunes por la noche por 738 de los aproximadamente 770 empleados de OpenAI, más del 95% del total. Es un motín en toda regla, pero no está claro que eso vaya a hacer rectificar a los consejeros independientes de OpenAI que se han hecho con el control de la compañía en detrimento de los fundadores. Su misión es que la inteligencia artificial beneficie a toda la humanidad y ellos creen que hay demasiado riesgo en desarrollarla de forma acelerada. Han contratado como nuevo consejero delegado a un partidario de frenarla, Emmett Shear, y no rinden cuentas a inversores ni accionistas.

En la carta de los empleados hay una frase reveladora dirigida a esos tres consejeros independientes: “Ustedes también informaron al equipo directivo de que permitir la destrucción de la empresa sería coherente con la misión”, dicen. La carta ocupa algo más de media página, pero con la lista de las más de 700 firmas, ya se alarga hasta 15 páginas.

El párrafo más duro es este: “Sus acciones han dejado claro que son incapaces de supervisar OpenAl. Somos incapaces de trabajar para o con personas que carecen de competencia, juicio y cuidado para nuestra misión y empleados. Nosotros, los abajo firmantes, podemos optar por renunciar a OpenAI y unirnos a la recién anunciada filial de Microsoft dirigida por Sam Altman y Greg Brockman. Microsoft nos ha asegurado que hay puestos para todos los empleados de OpenAl en esta nueva filial si decidimos unirnos. Daremos este paso de forma inminente, a menos que todos los miembros actuales del consejo dimitan, y el consejo nombre a dos nuevos consejeros independientes principales, como Bret Taylor y Will Hurd, y reincorpore a Sam Altman y Greg Brockman”.

Microsoft ha dejado claro que está dispuesta a contratar a los empleados de OpenAI. De alguna forma, es casi como comprar la empresa, pero sin pagar por ella y sin tener que someterse al escrutinio de las autoridades de competencia. El anuncio del fichaje de Altan y Brockman fue recibido este lunes positivamente por los inversores. Las acciones de Microsoft subieron un 2% y cerraron al precio más alto de su historia. La compañía vale 2,8 billones de dólares en Bolsa.

Pero el gigante tecnológico no es el único que quiere pescar en río revuelto. En un mensaje en la red social X, el consejero delegado de Salesforce, Marc Benioff, ha dicho que está dispuesto a igualar las condiciones de cualquiera de los investigadores de OpenAI que deje la empresa. Les ha pedido que le manden directamente el currículo a su correo electrónico corporativo. La idea es que se incorporen a su equipo denominado “Inteligencia artificial de confianza Salesforce Einstein”.

Benioff ha acompañado la oferta con un vídeo de su campaña de publicidad en la espectacular esfera de Las Vegas durante el premio de Fórmula 1 del pasado fin de semana. Luego ha insistido con otro mensaje específicamente dirigido a aquellos trabajadores extranjeros de OpenAI que puedan ver peligrar su visado y su situación legal en Estados Unidos.

Otro que ha echado el anzuelo es Jim Fan, científico de inteligencia artificial de Nvidia. A través de la misma red social, ha pedido también que le envíen las candidaturas a su correo electrónico: “Mi equipo en Nvidia está contratando. Os ❤️ a todos los de OpenAI. Ingenieros, investigadores, equipo de producto, por igual”, ha escrito y ha tratado de mostrarse empático: “Si quieres una excusa para jugar a juegos como Minecraft en el trabajo: soy tu hombre. Estoy impresionado por los acontecimientos. Solo puedo empezar a comprender la profundidad de lo que debes estar pasando. Por favor, no dudes en escribirme si hay algo en lo que pueda ayudarte, o solo para saludarme y compartir cualquier cosa de la que quieras hablar. Sé escuchar”.

Otras compañías no han mostrado sus bazas, pero el listado de 15 páginas con los nombres de los empleados de OpenAI es un tesoro para cualquier cazatalentos del sector. Los trabajadores de OpenAI pueden dimitir tranquilos.

En realidad, este lunes seguía habiendo un pulso para ver si aún era posible el regreso de Altman. A la presión de los empleados se suma la de los inversores que han confiado su dinero a una de las filiales de OpenAI que sí tiene ánimo de lucro, aunque limitado. Pero el control de esa filial depende la matriz sin ánimo de lucro y exenta de impuestos, gobernada por ese consejo de administración que ha quedado reducido a cuatro miembros. Lo cierto es que OpenAI dejaba claro que invertir en ella era una apuesta “de alto riesgo”. Los inversores pueden perder todo el dinero sin lograr ningún retorno, advierte en su página web, que va todavía más allá: “Sería prudente considerar cualquier inversión en OpenAI Global, LLC con el espíritu de una donación, en el entendimiento de que puede ser difícil saber qué papel desempeñará el dinero en un mundo post inteligencia artificial general”.

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Sobre la firma

Miguel Jiménez
Corresponsal jefe de EL PAÍS en Estados Unidos. Ha desarrollado su carrera en EL PAÍS, donde ha sido redactor jefe de Economía y Negocios, subdirector y director adjunto y en el diario económico Cinco Días, del que fue director.

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