La fortaleza del ‘big data’ más allá de la crisis del coronavirus
El encuentro Santander Pioneros, organizado virtualmente por el banco en sus work café y EL PAÍS Retina, aborda la importancia de la ciencia de datos en el tejido empresarial
La emergencia sanitaria provocada por el coronavirus ha otorgado a la ciencia de datos un papel aún más primordial si cabe. Una tecnología que, antes de la pandemia, todo el mundo la bautizaba como el petróleo del siglo XXI. Por manida que sea la comparación, el big data no solo ha sido esencial para combatir la enfermedad, fuera en forma de modelo matemático o de previsión de tendencias, sino que ha permitido al tejido empresarial mejorar su actividad económica. Adoptar decisiones basadas en información contrastada. Aunque la covid-19 acapara la gran mayoría de recursos, las organizaciones también han acelerado esta tecnología para adaptarse a una nueva forma de hacer negocios.
Durante el encuentro Santander Pioneros, organizado virtualmente por el banco en sus work café y EL PAÍS Retina, José Gómez, sexta generación de Joselito y su brand manager, ha explicado la importancia de esta herramienta para su compañía. Prefiere hablar de Pig Data, sobre todo porque lo suyo son los cerdos y ofrecer un jamón ibérico de gran calidad. Como ha comentado, es la era que le ha tocado vivir. Desarrollar una manera diferente de producción en una empresa con 150 años de historia. “Con la tecnología hemos descubierto el porqué de las cosas. Por ejemplo, cómo afecta el calor y el frío a la hora de salar un producto. Esto nos permite adaptarnos. Hacer un producto natural, pero ahora con la mayor información posible”.
El cambio ha sido tan radical que ahora controla todo el proceso de producción. Desde saber la localización de los animales hasta su genética. Nada queda al albur del desconocimiento. Según sus propia palabras, es la ventaja de que los jamones tarden siete años en elaborarse –“nos aporta una cantidad datos impresionante”–. La técnica ha mejorado a pasos tan agigantados que, desde hace unos años, ha sacado valor a diferentes elementos que siempre han estado ahí. Incluso han incorporado servicios nuevos, como la trazabilidad. “Analizamos los árboles de la dehesa, el agua, la meteorología, la evolución de cada cerdo… Esto nos da un control para lograr un producto de alta calidad y natural”.
El coronavirus también ha tenido su hueco en el encuentro Pioneros del Big Data. Ver lo que otros no ven. En este caso ha venido de la mano de la localización inteligente, que conoce perfectamente Luis Sanz, CEO de Carto. Esta aplicación de la ciencia de datos, como ha destacado, aporta información sobre por qué pasan las cosas y no solo dónde, como cabría pensar por el concepto de localización.
La pandemia le ha involucrado con Gobiernos y Administraciones con el fin de mejorar la trazabilidad y la detección de síntomas del virus. Con la nueva fase abierta por la desescalada, sus servicios han cambiado ligeramente. “Toca reabrir la economía. Necesitamos saber qué efectos tiene. Saber si mantenemos la enfermedad a raya. Con esta tecnología conocemos cómo se concentra la gente o si guarda la distancia de seguridad”.
Evolución tecnológica
Para quienes han hecho de los datos su forma de vida, toca evolucionar esta técnica. Sanz tiene claro que, en diferentes sectores, existe información que carece de valor mientras dure la emergencia sanitaria. Como ha destacado, restaurantes o tiendas próximos a oficinas verán mermada su actividad por el empuje del teletrabajo. “A la localización inteligente le tocará aprender cómo afecta esta realidad. Deberíamos innovar para determinar dónde ubicar estos establecimientos. Los patrones de antes han perdido cierto sentido”. Lo que se trata es de acelerar la realidad digital impuesta por un contexto sobrevenido. Una tendencia que, según los intervinientes, no se detendrá con la covid-19.
Nadie va a descubrir las capacidades demostradas por la ciencia de datos. Bien diferente es abrazarla sin cuestionar ninguna de las conclusiones que arroje. Gómez ha concluido que necesitamos llegar a un consenso entre técnica y factor humano. “Sin una cosa no se entiende la otra. Lo mejor es unir tradición y disrupción”, ha concluido. Ambos participantes viven del big data, con lo que su predicción no podía ser otra que la de un entorno donde impere el tratamiento masivo de información. Su fortaleza va más allá de la crisis del coronavirus. Para ellos sigue siendo ese petróleo, gasolina y electricidad que mece el planeta.
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