Llega el reparto sin repartidor (ni humos)
La empresa norteamericana Nuro quiere revolucionar las entregas a domicilio utilizando vehículos autónomos eléctricos. De momento, ya tiene permiso en EEUU para poner en la calle hasta 5.000 de estos coches autónomos y traernos a casa alimentos y pequeñas compras.
La pizza llegará a casa caliente y en pocos minutos. Pero a la puerta de casa nos esperará un coche autónomo eléctrico, y no un apurado repartidor en su sonoro y humeante ciclomotor.
Desde el pasado viernes, esta imagen, que parece sacada de una película de ciencia ficción. ya es posible en EEUU, donde la National Highway Traffic Safety Administration (NHTSA), una agencia dependiente del Gobierno, acaba de autorizar a la empresa Nuro para que fabrique y ponga en funcionamiento hasta 5.000 unidades de su modelo R2, calificado como “Vehículo de Baja Velocidad” (LSV por sus iniciales en inglés).
Es la primera vez que el gobierno norteamericano autoriza el despliegue en zonas urbanas de vehículos completamente autónomos, en los que no hay sitio para que un conductor tome los mandos en caso de emergencia. La luz verde llega por parte del gobierno norteamericano después de tres años de negociaciones entre ambas partes.
La empresa Nuro es una startup, fundada en 2016 por ingenieros procedentes del proyecto de coche autónomo de Google, con sede en Mountain View (California) y hoy está valorada en 2.700 millones de dólares. Sus responsables no hablan del R2 como coche, sino como un “robot eléctrico de reparto”. Pero lo cierto es que su aspecto exterior es el de un pequeño turismo urbano (2,74 metros de largo; 5 cm más que un Smart Fortwo), circula por calles y carreteras y tiene un diseño muy cuadrado con las ruedas situadas en las esquinas de la carrocería, la mejor forma de aprovechar al máximo el espacio interior.
Su habitáculo, donde no hay asientos, pedales, ni volante, destaca por un un espacio de carga de más de 600 litros de capacidad. Ese maletero, con temperatura controlada, es donde se cargarán los envíos de empresas como Domino’s Pizza, Walmart o la cadena de supermercados Kroger, que ya han mostrado interés por utilizar los vehículos de Nuro.
Luz verde al coche autónomo en España
En los Estados Unidos la agencia responsable de la seguridad vial y el transporte, la NHTSA ha dado luz verde a la circulación del Nuro R2. Lo hará en áreas delimitadas de la ciudad y, empresa y Administración, han llegado a un acuerdo para compartir los datos generados por la flota de pequeños coches autónomos y usarlos en mejorar la movilidad de la zona, así como entender mejor la interactuación de estos vehículos en el tráfico abierto.
En España, llegado el caso, también podría ponerse en macha un proyecto similar. Desde el año 2015, cuando se publicó la Instrucción 15.V-113, en nuestro país contamos con el marco legal para realizar pruebas con coches autónomos. El nuestro fue una de las primeras administraciones europeas que apostó por permitir este tipo de pruebas.
La duda llega cuando se lee en la instrucción que “se exigirá durante la circulación que el conductor esté en todo momento en disposición de tomar el pleno control del vehículo, tanto si se encuentra en el interior del habitáculo como si lo conduce o maneja en remoto”.
Nuro explica que sus R2 estarán en todo momento supervisados desde un centro de control. ¿Serviría esto en España? Desde la Dirección General de Tráfico, explican a EL PAÍS Retina que sí. El conductor remoto no tiene que tener contacto visual directo con el coche, bastaría con poder manejarlo desde un centro de control. En este organismo explican que, al tratarse de un coche con nivel de autonomía 5, la mayor de todas, podría pedirse la autorización para circular, pero en este caso no por cualquier tipo de vía porque la velocidad máxima del R2 es de 40 km/h. Y ponen como ejemplo el autobús autónomo que desde hace unos días ya recorre el campus de la Universidad Autónoma de Madrid transportando a estudiantes y profesores.
Los primeros pedidos enviados en un Nuro R2 empezarán a llegar en las próximas semanas a domicilios de diferentes áreas de la ciudad de Houston, en el estado de Texas. El funcionamiento es sencillo: una vez hecho el encargo, el coche llegará a la casa del cliente y este recibirá un aviso en la app correspondiente. A través de una pantalla táctil, situada en el lateral del coche, se marcará un código y se abrirán las puertas de ala de gaviota, al estilo de las del De Lorean DLM-12 de “Regreso al futuro”, pero en lugar de encontrar a Marty McFly y a Doc, lo que nos espera es nuestro pedido. Cuando pulsando un botón o dándole la espalda al vehículo, se cerrarán las puertas y seguirá su camino.
Sostenibilidad medioambiental y económica
Esta forma de reparto promete revolucionar lo que se conoce como “última milla”, la entrega a domicilio de pedidos, principalmente generados a través de comercio electrónico. Desde la Asociación Española de Codificación Comercial (AECOC), una entidad multisectorial que agrupa a la industria y la distribución, señalan que el pilar básico en se de debe basar la estrategia de “última milla” es el de la sostenibilidad, tanto en lo que se refiere al medioambiente (ruido, emisiones…) como que sea rentable para las empresas y proveedores.
El R2 de Nuro podría ayudar a cumplir con ambos requisitos. Por un lado, se desplaza gracias a un motor eléctrico alimentado por una batería que, según la empresa, tiene capacidad suficiente para funcionar durante una jornada laboral sin tener que recargarse. Los humos y los ruidos están descartados con un vehículo de este tipo. Además, su recortado tamaño, también contribuye a minimizar la ocupación del espacio público.
Por otro lado, la rentabilidad del negocio de la entrega a domicilio está en entredicho, con una notable presión a la baja en los precios. Según un estudio de la empresa Capgemini hecho público en el último Salón EDelivery celebrado en Barcelona hace unos meses, “un 97% de las entregas de última milla son insostenibles”. En este mismo informe, se insiste en que “la política de envío gratuito no puede mantenerse a menos que los costes de entrega se reduzcan mediante su automatización”. Capgemini calcula que las empresas hoy imputan al cliente “solo el 80% del coste total de envío”, algo preocupante porque “las tareas de reparto son la parte más costosa de la cadena de suministro”.
Y no hay que olvidar que el comercio electrónico supone un 2,1% del PIB y crece en España a tasas interanuales superiores al 20% desde hace años. Como explican desde la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC), según los últimos datos disponibles, en el segundo trimestre de 2019 el comercio electrónico alcanzó los 11.999 millones de euros, un 28,6% más que en el mismo periodo del año precedente. Pero si echamos la vista atrás sólo cinco años, el volumen de negocio se ha multiplicado por tres, ya que, en el segundo trimestre de 2014, el volumen de negocio apenas sobrepasó los 4.100 millones.
Muchas de estas transacciones de comercio electrónico se asientan en el atractivo de un reparto a domicilio rápido y eficaz. El nuevo coche autónomo de Nuro es un paso más para hacer de esta una actividad sostenible y, sobre todo rentable. Aunque la empresa, de momento, no ha revelado el coste de cada uno de estos pequeños coches autónomos.
La ciberseguridad, preocupación añadida
Los primeros pasos, kilómetros en este caso, con toda nueva tecnología han de darse con cautela. Y más allá de la lógica preocupación por la seguridad vial, a los responsables norteamericanos de la NHTSA también les ha creado cierta inquietud la posibilidad de que estos coches autónomos sufran ciberataques y cuál sería la respuesta ante ellos.
La agencia NHTSA ha incluido restricciones a Nuro para garantizar que la compañía siempre está en condiciones de “conocer y resolver rápidamente aquellos incidentes de ciberseguridad relacionados con la seguridad”. Así, Nuro debe garantizar que se retira de la circulación cuanto antes “cualquier vehículo que se determine que no es seguro”.
Desde la empresa aseguran que han tomado “medidas importantes para proteger los sistemas críticos de seguridad en nuestro vehículo, incluido el software de conducción autónoma”. Además, explican que “toda la comunicación con el vehículo está encriptada para permitir operaciones remotas” y que hay barreras para que “físicamente que no se pueda implantar software malicioso”.
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