Cinco cosas de las ciudades inteligentes que nos harán la vida más fácil
El congreso 'Smart City Yinchuan 2016' reivindica la creación de urbes sostenibles y eficientes en las que la tecnología solo sea una herramienta para los ciudadanos
En 2050, el 67% de la población mundial vivirá en las ciudades. Ante esta impactante predicción de la ONU, muchos Gobiernos de todo el planeta han optado por la misma solución: convertir las urbes en inteligentes. Desde Canadá a Pakistán, pasando por Sudáfrica, Estados Unidos y el continente Europeo hasta llegar a China; cientos de países están desarrollando iniciativas con el adjetivo inteligente delante. Forman parte del popular movimiento de las Smart Cities, una vorágine de ideas sostenibles, eficientes y tecnológicas que comparten un mismo objetivo: buscar otro modelo de ciudad. Una ciudad que no desperdicie recursos, que aproveche al máximo la tecnología y que tenga presente que hay que adaptarse al futuro que ya está cambiando todo. Con esta premisa se han reunido representantes de más de 105 países en el congreso Smart City In Focus celebrado en Yinchuan, una ciudad casi desconocida situada al norte de China que busca liderar este proyecto en el gran país asiático, y organizado por TM Forum —quien invitó a este diario—.
La cumbre de Smart City Yinchuan buscar centrar el debate en: ¿qué necesitan los residentes de una ciudad inteligente?
El concepto de ciudad inteligente se pierde muchas veces en su transversalidad. ¿Cómo y cuándo se puede definir a una ciudad como inteligente? Ante las miles de opciones posibles, la cumbre de Yinchuan ha buscado centrar el debate en un nuevo aspecto: ¿qué necesitan los residentes de una ciudad inteligente? Con este punto de partida, más de 60 ponentes han desgranado algunas de las ideas que triunfan en sus urbes para inspirar al resto del planeta. Van desde ahorrar en las facturas, potenciar transportes públicos más rápidos, crear aplicaciones para hacer todos los trámites oficiales desde el móvil hasta ofrecer datos abiertos para la creación de empresas.
Ahorrar en la factura de luz
España es el quinto país europeo donde más cara es la electricidad, según el Eurostat, y su coste ha subido un 83,2% desde 2003, según la CNMC. Además, casi la mitad de los consumidores declara no entender la factura de la luz que, también, sigue subiendo: un 10% en los últimos cuatro años. ¿Se podría solucionar todo esto si supiéramos en tiempo real cuánto consumimos, en qué lo gastamos y en qué momento del día ahorraríamos más energía y dinero? Eso cree el Gobierno británico, que acaba de lanzar su campaña Smart Meters (contadores inteligentes) con la que pretenden instalar 53 millones de contadores inteligentes en Inglaterra, Gales y Escocia. Se han dado de plazo hasta 2020 para llegar a todos los hogares de la isla; de momento solo llevan cuatro millones. "Queremos darle a la gente un control real sobre la energía que está usando, ayudarle a entender sus facturar y permitirle ver cuánto le cuesta la energía que gasta", asegura Rob Smith, el portavoz de Smart Energy GB encargado de explicar el proyecto en Yinchuan.
El proceso es sencillo: los nuevos contadores se instalarán de forma gratuita en todos los hogares, que recibirán un dispositivo —similar a una tableta— donde podrán ver en tiempo real lo que están gastando en luz y gas y en qué coste se traduce este consumo de energía. La aplicación, que no necesita WiFi, sino que funciona con ondas de radio, muestra también los gráficos de uso y gasto por día, semana o mes y comunica al proveedor de energía el consumo exacto, no estimado.
"Si el consumidor puede identificar cuándo está gastando demasiado puede tomar medidas para cambiarlo, hasta ahora no se podía porque en la factura no se especificaba. Además, también sirve para enseñar a los niños lo que ganas cuando apagas la luz", bromea Smith. Instalar estos contadores no es obligatorio, así que, aunque sean gratuitos, el gran desafío del Gobierno británico es concienciar a la población de la necesidad de cambiar el consumo de energía. Que, como recuerdan, no es ilimitada.
Llegar antes (y sin contaminar) al trabajo
Mejorar el tráfico de las ciudades es el eterno problema pendiente. Apostar por el transporte público, reducir las emisiones de los coches particulares y favorecer a los ciclistas son los tres pivotes del mismo reto. En urbes tan masificadas como Nueva York, el asunto se convierte es prioritario. La solución que ha desarrollado la administración de Bill de Blasio está en los autobuses. "Lo primero es que van a ser todos eléctricos", aseguraba Projjal Dutta, director de iniciativas sostenibles de Transporte de Nueva York.
En 2014 ya se terminó de instalar un GPS en todos los buses de la flota, de manera que los usuarios pudieran consultar en una app el recorrido y la llegada del autobús. Incluso, era posible recibir un mensaje cuando el autobús se estuviera aproximando. Pero, el proyecto ha avanzado todavía más con la colocación de sensores también en los semáforos. Así, el objetivo es que los buses alerten automáticamente a los semáforos de cuándo se están acercando para que el verde se alargue o se anticipe. Esto sirve para priorizar su paso en las intersecciones y está permitiendo reducir el tiempo de viaje en bus alrededor de un 20%, lo que ayuda a potenciar el uso del transporte público.
La decisión de Nueva York no es única. En Copenhague ya se implantaron luces inteligentes en 380 semáforos para que priorizaran el tránsito de buses y bicicletas sobre los coches en las intersecciones. Se esperaban reducir el tiempo de viaje entre un 5 y un 20% para los usuarios del autobús y un 10% para los ciclistas. En otras ciudades como Sydney (Australia) o Curitiba (Brasil) también se han instalado sensores en los autobuses para comunicarse con los semáforos inteligentes y garantizar un tráfico más fluido y rápido.
Hacer los trámites oficiales desde el móvil
Tel Aviv (Israel) decidió cambiar su rumbo después de una encuesta ciudadana en la que la mayoría de los residentes aseguraban que amaban la ciudad, pero detestaban al Ayuntamiento. A partir de esa revelación nació DigiTel en 2013, una aplicación de móvil con la que los ciudadanos podían pagar el agua y las facturas municipales, registrarse para una plaza en la escuela pública, pedir permiso de aparcamiento o enviar fotos de baches y carreteras en mal estado. Además, la app —descargada por 30.000 personas según el municipio— ofrecía restaurantes cercanos o aparcamientos de bicicletas y coches, según la localización.
El Ayuntamiento también ofrece a los ciudadanos una tarjeta de residente con la que pueden acceder a un perfil personal en la web donde reciben notificaciones (carreteras cortadas o cambios de líneas de autobuses) y se benefician de promociones. "Si tienes esta tarjeta puedes acceder gratis a las piscinas durante la última semana del verano o asistir a eventos culturales privados. El objetivo es mejorar el compromiso con los ciudadanos", señala Zohar Sharon, jefe de información y conocimiento del Gobierno municipal.
Muy lejos de Israel, el Ayuntamiento de Palo Alto en California también lanzó en junio una aplicación similar que permitía a los ciudadanos comunicar incidentes y acceder a servicios locales en cualquier momento del día y de la semana. "No queremos que vayan al Ayuntamiento, queremos que puedan contactar con nosotros a través del móvil", ha asegurado Jonathan Reichental, responsable de información de Palo Alto.
Dar ideas para nuevas empresas
El almacenamiento de millones de datos en la nube, lo que se conoce como Big Data, tiene infinitas posibilidades y un gran problema: que muy pocos ciudadanos saben exactamente qué es y para qué sirve. Un estudio realizado por The Vodafone Institute da la clave: los ciudadanos están de acuerdo en que se usen sus datos si eso les reporta algún beneficio a ellos o a la sociedad en general. Y es ahí donde quieres influir algunos Gobiernos, como el de Tampere, en Finlandia.
Son datos agregados donde es imposible identificar a los individuos, pero que pueden servir para inspirar negocios
Este Ayuntamiento ha decidido recolectar los datos de sus ciudadanos pertenecientes al tráfico, la posición geográfica, el turismo, el presupuesto de la ciudad y el consumo. Se trata de datos agregados, donde la cantidad es tan inmensa que resulta imposible identificar a ningún individuo, pero que pueden marcar tendencias, dar una visión de conjunto o cómo pretenden desde el Ayuntamiento: crear oportunidades de negocio.
"Son datos anónimos, que antes solo eran nuestros y ahora son información pública y abierta. Ya han servido para crear alguna start-up e iniciativa dirigida por ciudadanos”, ha explicado Jarkko Oksala, jefe de información de Tampere, ante los 500 asistentes del congreso de Yinchuan. Uno de estos ejemplos es Vainuu, una plataforma que aglutina las opiniones sobre las empresas y en función de ellas identifica posibles compradores —para la compañía que contrate sus servicios— en el momento exacto.
Un caso de éxito: incrementar las opciones de trabajo en San Quintín, Francia
La representación de Francia en Yinchuan corría a cargo de San Quintín una pequeña ciudad de apenas 60.000 habitantes. Su alcaldesa, Frédérique Macarez, había viajado 7.651 kilómetros hasta una localidad mucho más poblada que la suya, pero casi igual de desconocida, para contar a todos los representantes de grandes urbes, empresas e instituciones del mundo que el cambio también se puede iniciar en pequeño.
Macarez lleva apenas un año como alcaldesa (12 de experiencia en el Ayuntamiento), pero tiene claro la senda que persigue: "Tenemos que preparar el futuro de la gente. El trabajo de nuestros hijos no va a tener nada que ver con el nuestro, tenemos que formarles para eso", explicaba a EL PAÍS.
Con ese objetivo, ha tomado varias decisiones a todos los niveles educativos: inaugurar un festival de robótica para niños en el que puedan durante una semana crear sus propios robots; realizar varias jornadas en los colegios e institutos con expertos de empresas en programación; intercambios de prácticas con fábricas que utilicen robots; abrir un nuevo grado en la universidad sobre 'Robot digitales', y, por último, ofrecer cursos para las personas en paro sobre programación informática.
"En Francia tenemos mucha gente sin empleo y, al mismo tiempo, recibo solicitudes de muchas empresas que necesitan ingenieros expertos en robótica y programación. ¿Entonces cuál es mi deber? Ofrecer la posibilidad de formarse en esto", declara Macarez.
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