Enfoca bien y congela tu verano
Siete consejos para tomar una buena foto en vacaciones
Terracita y tinto de verano. Camiseta de tirantes y chanclas. Mucha luz. No ver la pantalla del teléfono móvil. Amenazar con guardarlo en el bolsillo. Error. ¿Quién dijo que los móviles nos aíslan de los demás? Sácalo y utilízalo para hacer fotos. En verano dormimos menos y vamos a más sitios con más gente. Sería una pena privar a todos tus seguidores de Instagram, Twitter y Facebook de las aventuras que surgirán durante las vacaciones. Aquí van unos cuantos consejos con los que sacar las mejores fotos a través de tu ojito derecho; el objetivo de tu smartphone.
El objetivo siempre limpio
Si las fotos salen difuminadas o amarillentas, como pasadas por el filtro Valencia o Nashville, lo más seguro es que se haya puesto el dedo en el objetivo mientras se manipulaba el teléfono o se haya cubierto de polvo guardado en el bolsillo. Pasamos más horas con él que con cualquier persona. Lo normal es que contenga alrededor de 7.404 tipos diferentes de bacterias, procedentes de la boca y la piel, principalmente, según un estudio de la Universidad de Oregón. Para solucionarlo basta con pasar por el aparato un trozo de tela de algodón o una toallita para limpiar gafas.
La mejor composición
Seguir la regla de los tercios es la mejor manera de componer una fotografía si no se tiene mucha maña para seleccionar el mejor encuadre. Consiste en dividir la imagen en tres tercios verticales y horizontales, que generan cuatro intersecciones centrales. En esos puntos conviene situar el punto de interés de la composición para evitar los convencionalismos o el estatismo de un foco central.
¿Cuántos píxeles?
Quedan ya muy lejos los tiempos en que las cámaras tenían menos de un megapíxel (un millón de píxeles) de resolución. Había que fijarse bien para saber si lo que salía en la foto era un gato o un jabalí. En poco más de una década la resolución de las cámaras de los smartphones se ha multiplicado hasta los 16 megapíxeles. Es el caso de teléfonos inteligentes como el G4 de LG que permite, además, guardar las imágenes en RAW, formato que no comprime la imagen y permite mantener la calidad más alta.
¿Con o sin filtro?
La barba ha salvado a los poco agraciados y los filtros fotográficos han auxiliado a caras de la palidez enfermiza. También gracias a ellos muchos han podido mostrar al mundo que su vida es un fotograma de Amélie. Pero tanto exceso digital ha dado lugar a una corriente naturalista popularizada bajo el hashtag #sinfiltro. La idea parece estupenda para paisajes pero poco favorecedora para tomar fotos en interiores, sobre todo si cuentan con luz halógena directa. Los antifiltro prefieren que todo se parezca a una película de David Lynch o de Lars Von Trier, pero con gatitos, pies en la arena y tazas de café.
Panorámicas y ojo de pez
Para demostrar lo bien que te lo estás pasando en el festival más hipster del momento o para dar envidia desde lo alto del Machu Picchu existe en los móviles la opción de tomar fotos panorámicas. Aparte de la que viene predeterminada en el sistema, existen multitud de aplicaciones para panorámicas. Lo esencial para que salgan bien es estabilizar el teléfono y asegurarse de que no hay obstáculos. Sobre todo, un enorme sol brillando que se cuele en la instantánea y obligue a repetirla.
Los ojos de pez también son un complemento cool para el verano. Se trata de un objetivo externo que se ajusta sobre la lente y que registra todo lo que ocurre en un ángulo de 180 grados. También existen objetivos macro, para realizar fotos de objetos pequeños a corta distancia.
El equilibrista de la pose
Para evitar el habitual “desetiquétame de esa foto”, es necesario aprender a posar. No se trata de poner morritos ni creerse una estrella de Hollywood, sino de una técnica en la que mente y cuerpo deben sincronizarse, como en pilates. Es importante colocar la cámara a la altura del rostro -los contrapicados no favorecen- y que el fotografiado alce ligeramente el mentón. Para estilizar la cabeza, basta con girar levemente la cara hacia un lado. Hacia el bueno, por supuesto. Lo más importante es que uno se sienta cómodo y relajado. También hay que tener en cuenta que la lente distorsiona en cierta medida los objetos. En cada marca es diferente. Cuanto más cerca de la cámara estén, mayor será la distorsión.
Iluminación, enfoque, zoom y nada de flash
El sol es el mejor foco. Cuanta más luz, mayor nitidez y calidad. Conviene evitar luces directas como las que suele haber en los ascensores –uno de los espacios preferidos para los selfies, junto a los baños- y aprovechar los espacios abiertos. No conviene abusar del flash, ya que sólo ilumina los objetos más cercanos al teléfono. Ni del zoom, ya que se pierde calidad de imagen. Cuando ya se está lo más cerca posible del objeto, se toma la foto en la mayor calidad y, después, se recorta la parte que se necesita.
Una vez que se ha encontrado la pose, el encuadre y la iluminación, no hay más que tocar la pantalla para fijar el enfoque y, ¡clic!, un trozo del verano para compartir.
Esta noticia, patrocinada por LG, ha sido elaborada por un colaborador de EL PAÍS.
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