Impresionados
¿Hay algo que no se pueda imprimir en 3D? La evolución de esta tecnología va tan rápida en el mundo empresarial como en el personal
Después de más de 30.000 horas de vuelo en pruebas, la impresora Portal 3D viaja hacia la Estación Espacial Internacional en el marco de la misión 3D Printing in Zero-G Technology Demonstration, respaldada por la NASA para hacer ensayos con la tecnología de impresión 3D en condiciones de microgravedad. Mientras, cada vez más terrícolas se lanzan a crear sus propios objetos, en muchos casos con una impresora 3D fabricada por ellos mismos.
Desde las casas impresas de la china Winsun a la réplica de la milenaria tumba del faraón Tutankamón, realizada por Factum Arte en una nave del madrileño barrio de Ciudad Lineal, pasando por las ecografías convertidas en esculturas de Minene3d, la impresión 3D evoluciona y se consolida en la industria, al tiempo que se extiende como una fiebre entre la ciudadanía. Si hacemos caso a los pronósticos de Andy Middleton, vicepresidente de Stratasys, que el pasado año adquirió MakerBot y su comunidad Thingiverse, “avanzamos hacia un futuro de customización [personalización] 3D en masa”.
Las razones que impulsan la impresión 3D en el diseño, prototipado y fabricación son las mismas que encumbran a cualquier nueva tecnología: reducción de costes, nuevas aplicaciones –rentables– y la ola imparable de personalización que envuelve a los emergentes consumidores digitales. Empresas como Ford, Siemens, Nike o General Electric, que prevé fabricar más de 100.000 piezas para motores a reacción en 2020 con esta tecnología, forman parte de la liga de impresoras en 3D.
Alimentos 'impresos’ en 3D
La impresión de alimentos llevará el 3D a los hogares. La impresora Foodini de Natural Machines (aún sin comercializar) funciona con productos frescos, y la de la marca británica Dovetailed crea frutas a partir de zumos, sabores, calcio y alginato. También existen máquinas más complejas que imprimen hamburguesas o pizzas. La NASA ya planea utilizarlas en el espacio.
Bendecida actualmente por la industria y tocada por la gracia de formar parte del decálogo de tecnologías disruptivas de la consultora Gartner, la impresión 3D no es tan nueva como parece. Su origen se remonta al registro de una patente en 1986 por parte de Chuck Hull, fundador de 3D Systems, y la técnica se aplica desde hace más de 15 años a la fabricación de audífonos: Phil Reeves, de la consultora británica Econolyst, calcula que en el mundo hay alrededor de 10 millones de estos aparatos impresos.
La explosión marketiniana de esta tecnología puede llevar a pensar que basta con tener una impresora 3D y apretar un botón para obtener una prótesis o una pistola. Sin embargo, el coste de estas máquinas sigue siendo relativamente elevado (a partir de 500 dólares), y lo mismo ocurre con los materiales: de 50 a 500 dólares el kilo, según la variante. Además, la creación de diseños requiere de conocimientos y la producción no es instantánea, en contra de lo que a veces se sugiere. “Es una tecnología avanzada y flexible, pero incapaz de producir cosas de la nada”, subraya Reeves.
De lo que no hay duda, sin embargo, es de que aquí hay dinero. De acuerdo con Gartner, en 2013 este negocio movió 3.000 millones de dólares, cifra que se habrá duplicado en 2016.
En la fábrica. En el ámbito fabril se encuentran los gigantes de esta tecnología: la Partdaddy, de SeeMeCNC, crea objetos de una pieza de más de 1,2 metros de diámetro y 3 de altura, y de las máquinas de Lockhedd Martin surgen piezas para la industria aeroespacial de más de 30 metros.
Los filamentos. La Fortus 900mc de Stratasys es la reina del filamento (bobinas de material termoplástico). De este potente equipo FDM, que cuesta 400.000 euros, existen ocho unidades en el mundo y una se encuentra en el Centro Tecnológico Aitiip de Zaragoza, dedicado a la innovación en el sector de los plásticos.
Diseño y buen precio. Por debajo de las top, existe una amplia gama de equipos que se aplican al diseño y al prototipado. Las razones las conoce muy bien la empresa EntresD. “Prototipos que tenían un coste de 200 euros, con una impresora 3D de sobremesa suponen menos de un euro”, explica el director de la compañía, Marc Torras. Esta firma catalana comercializa las impresoras FDM 3D UP! del fabricante chino Tiertime, y ya ha vendido en España más de 600. La mayoría, a departamentos técnicos de empresas industriales. La impresora más barata de EntresD tiene un precio de 660 euros, pero “en dos años quizá costarán 300”, pronostica Torras.
A golpe de clic. El vencimiento de patentes explica el descenso de precios, factor que, junto con el movimiento de la economía colaborativa, ha originado iniciativas como 3Dhubs, creada por Brian Garret y Bram de Zwart para descentralizar este tipo de fabricación. Basta con subir a su web el modelo 3D y elegir el equipo donde se quiere materializar. Ya hay más 30 opciones en Madrid o Barcelona, y unas cien en Londres o Nueva York.
Mesa y mantel. La gastronomía también se une a las tres dimensiones: el primer FabCafé de Europa, para tomar algo y a la vez imprimir pequeños objetos, se abrió en marzo en Barcelona, y en esta ciudad, por otro lado, se eligió el 3 de diciembre (3D) para celebrar una cena (y una comida simultánea en Nueva York) en la que todo proviene de este tipo de impresión: el pabellón, el mobiliario, la vajilla y la comida. La iniciativa parte del centro Reimagine Food, y colaboran el chef Paco Morales y Just Make, primer espacio de impresión 3D offline de España.
Hazlo tú mismo. Comunidades como RepRap se mueven para que en el futuro todos tengamos una impresora 3D en casa. Desde 2005, RepRap impulsa la creación de impresoras 3D de código abierto y autorreplicantes, es decir, capaces de imprimir las piezas para crear una máquina idéntica a ellas. La propuesta ha tenido eco y ya existen más de dos centenares de equipos bajo su marca. Basta con descargar las instrucciones, conseguir las piezas y montarlas para tener, a un coste asumible, una impresora 3D; hay que ser manitas, así que para los menos duchos se recomiendan los kit Do It Yourself. Las italianas Arduino y Sharebot han creado Materia 101 con el objetivo de llevarla a escuelas y espacios colaborativos. Ensamblada costará menos de 700 euros; el kit DIY, menos de 600.
Principales tipos de impresión 3D
SLS: El Sinterizado Selectivo Láser parte de una capa de polvo de menos de un milímetro que se calienta casi hasta la fusión. Luego se sintetiza con un láser en los puntos seleccionados, de forma que las partículas se hacen sólidas.
Multi Jet Fusion: HP promete una revolución de la impresión 3D con esta tecnología. Al material de base (polvo) se le aplican agentes químicos, y con el calor se produce una especie de fusión. Después el objeto se solidifica. Las impresoras serán diez veces más rápidas que las actuales, los costes bajarán y los resultados tendrán más calidad y resistencia. Estará disponible en 2016.
Extrusión: En las impresoras de FDM® y FFF, la boquilla deposita las capas de material y forma la pieza: modelado por deposición fundida.
Bioimpresión: Emplea biotintas que se aplican sobre un molde. La empresa Organovo ha logrado imprimir tejidos a pequeña escala, incluso venas o piel.
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