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OCIO
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Morir de hambre o de empacho

No hay feria tecnológica como la de Barcelona, al menos en su aspecto gastronómico

Jamón de Jabugo.
Jamón de Jabugo.

En una feria lo más importante es vivir para contarlo. De stand en stand, de 9 de la mañana 5 de la tarde, durante cuatro días, es difícil aguantar el ritmo, mientras circulan alrededor gentes de mil sitios hablando inglés de mil acentos. Asistir a una de estos montajes gigantescos, llámese el Cebit de Hannover, el Ces de Las Vegas o el MWC en Barcelona es lo más parecido a un desafío extremo de Jesús Calleja. Cuando extenuado se necesita agua, no hay un botellín al alcance, cuando es urgente un lavabo, casualmente se está en el pabellón equivocado; si se quiere descansar, otros miles lo pensaron antes y pillaron tu silla. La extenuación llega sin avisar, de repente, y mientras se te nubla la vista, sospechas que nadie te va a recoger del suelo. Lo básico en estas ferias no es salir del hotel con el móvil recargado, sino con las abluciones hechas, más una botella de agua y una manzana que se solo se abrirán en caso de emergencia.

Sabedores de las penurias alimentarias de los asistentes a las ferias, los organizadores suelen ofrecer caterings en cada presentación de productos, rueda de prensa, seminario, fiestas privadas de modo que al peligro de morir de sed y de hambre se contrapone el peligro de morir de empacho. Cuatro días de feria en Estados Unidos significan odio eterno al muffin, bombas de relojería capaz de transformar en fauna la flora intestinal del mismísimo Eddi Kruger. Afortunadamente estamos en Barcelona, España, el reino de la tapa y de la variedad gastronómica. El domingo la feria se estrenó físicamente con el Showshoppers, una exhibición paralela, un negociete de unos listos que aprovechan la recién llegada de periodistas sin rumbo, para alquilar el hall de un hotel o del centro de convenciones, como fue el caso en Barcelona, y vender el metro cuadrado a empresas que quieran una exhibición más íntima. Casi 40 expositores picaron; de todos ellos lo más atractivo eran tres que habían coincidido en ofrecer un repelente de líquidos para toda clase de aparatos. Si Hz0 protege los circuitos electrónicos por dentro, Liquipel y P2i impermeabilizan por fuera los aparatos. Era lo más llamativo en el plano techie; en el alimenticio destacaba una pata de jabugo que hacía las delicias de todos aquellos a los que su religión no se lo prohibía. La variedad de las viandas, su cuidada presentación en tapitas delicadas y golosas convertían el Showstoppers en el lugar ideal para la merienda-cena de esta soleada víspera de la feria. Rioja, sol y jamón. Wine, sun and jam.  No hay feria electrónica que iguale eso.

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