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Siete deportistas de élite que tuvieron que justificar, explicar o defender por qué su cuerpo es como es

El llamado ‘body shaming’ es la crítica a alguien por su forma, talla o la apariencia de su cuerpo. Se ejerce sobre todo contra las mujeres y el mundo deportivo no es la excepción, la waterpolista Paula Leitón ha sido la última en recibirlo

Paula Leitón, tras ganar el oro olímpico en waterpolo con la selección española.
Paula Leitón, tras ganar el oro olímpico en waterpolo con la selección española.Marcel ter Bals (DeFodi Images/Getty)

Por gordas. Por flacas. Por ir maquilladas o por no llevar ni un poco de rímel. Por tener demasiado músculo. Por ser andrógina. Por no tener pechos o por tener demasiado. Por tener rasgos marcados. Por tener el pelo ensortijado. Por negras. Por bajitas. Por mestizas. Por lo que sea y para todas. Porque todos esos “por” operan para las mujeres, cualquiera. También para las deportistas y también las de élite. “Da igual, campeonas de sus países, del mundo, de los Juegos Olímpicos, no importa, si tu cuerpo no es el normativo, ese cuerpo es humillado y deja de reconocerse la autoridad profesional de las mujeres” en sus ámbitos, dice Isabel Tajahuerce, doctora en Ciencias de la información y experta en violencia de género, también delegada del rector para Igualdad en la Universidad Complutense de Madrid.

Es el llamado body shaming. Según el Cambridge Dictionary y el Oxford el body shaming es la crítica a alguien por su forma, talla o la apariencia de su cuerpo. Es lo que, hace apenas dos días, ocurrió contra la waterpolista Paula Leitón, campeona olímpica en estos últimos Juegos con la selección española: recibió comentarios gordófobos en redes sociales a los que reaccionó con indiferencia y un discurso armado en torno a los estereotipos y los cánones que generó, a su vez, una cascada a la inversa, de apoyo. Esto ha vuelto a poner sobre la mesa el juicio al que están sometidas de forma constante las mujeres por su cuerpo.

Pero no es ni ha sido solo ella. Muchas deportistas en los últimos años se han enfrentado a los prejuicios y la violencia verbal por su peso o por sus rasgos. Aquí, otras siete atletas de élite que han tenido que reaccionar, justificar o defender por qué su cuerpo es como es.

Paula Leitón, waterpolista

24 años, campeona olímpica con España

Mide 1,87 y tiene un físico imponente, lo requiere su posición (boya) en el equipo. Ante los comentarios en redes, se ha sentido obligada a dar explicaciones sobre su aspecto físico. “Igual piensan que me van a hacer daño. Sé cómo es mi cuerpo y lo quiero muchísimo. Lo trabajo para un deporte que es mi vida. Me dan absolutamente igual los comentarios. Acabo de ganar un oro olímpico, que es el sueño que tenía desde que era una enana”, dijo en Cuatro. “El waterpolo en general es un deporte muy duro. Si se pararan a mirar el equipo, somos tres tías que estamos en los dos metros. Se requiere de este potente físico para poder aguantar un partido. Estoy cero preocupada por lo que dicen, pero si tienen que seguir con esos comentarios, que piensen en las personas a las que pueden hacer daño. A mí no me afecta, pero igual a alguna niña, sí”.

Solo en Estados Unidos, las estimaciones apuntan a que el 94% de las adolescentes sufren body shaming. Y relacionado con el ámbito deportivo y el peso, el último informe del Instituto de las Mujeres —Mujeres jóvenes y trastornos de la conducta alimentaria. Impacto de los roles y estereotipos de género— habla de cómo el estigma del peso se ha asociado precisamente “con una disminución de la actividad física y la evitación de la actividad para eludir una mayor estigmatización en el deporte”.

Imane Khelif, boxeadora

25 años, campeona olímpica por Argelia

Imane Khelif tras la final en la que ganó la medalla de oro en los Juegos Olímpicos de este año.
Imane Khelif tras la final en la que ganó la medalla de oro en los Juegos Olímpicos de este año.Robert Hradil (RvSMedia via Getty Images)

Una vez finalizados los Juegos de París 2024, Khleif presentó una denuncia por “ciberacoso agravado” ante la unidad de lucha contra el odio en internet de la Fiscalía de París. Lo hizo tras sufrir comentarios aludiendo a que era una mujer trans, un “hombre biológico”, según publicaban miles de mensajes en redes sociales. No lo es. Aún así, los ataques contra Khelif estallaron poco después de su combate contra la italiana Angela Carini, que decidió retirarse del ring a los 46 segundos tras recibir un fuerte golpe de la argelina. “Esto no es jugar en igualdad de condiciones”, dijo.

La primera ministra de Italia, Giorgia Meloni, llegó a decir que “atletas con características masculinas no pueden ser admitidas en competiciones femeninas” Matteo Salvini, vicepresidente del Gobierno Meloni, dijo que la competición era “anti-olímpica”, que eso lo vio todo el mundo y que los burócratas que lo permitieron debían avergonzarse de ello. El presidente del Senado, Ignazio La Russa, escribió en Facebook: “Un transexual argelino contra una italiana en los Juegos Olímpicos... ¿Es políticamente incorrecto decir que apoyo a la mujer? El origen de los ataques es un test filtrado por la Asociación Internacional de Boxeo que señalaba que Khelif cuenta con cromosomas XY, los masculinos. Pero esto no es prueba de que sea una mujer trans. Khelif siempre ha vivido como mujer y ha competido en las categorías femeninas.

Mar Venegas, profesora de Sociología y vicerrectora de Igualdad de la Universidad de Granada, afirma que poniendo el foco pequeño se llega “a lo de siempre”, al canon estético, pero que si se amplía, va más allá: “Los discursos de la ultraderecha, de grupos conservadores o ultracatólicos, van hacia ahí, a que una mujer es una mujer y un hombre un hombre, con los estereotipos que eso conlleva”.

Alude Venegas a la última campaña de la organización ultracatólica Hazte Oír a raíz de la polémica generada con Khelif. “La campaña, que llevaron hasta París, tenía un cartel gigante donde pone lo típico de ‘los niños tienen pene, las niñas tienen vagina’”, ahonda. Y eso, que aparentemente es una cuestión de género tiene también que ver con el “cómo debería ser cada uno”. Para ella es “claro que son discursos que pretenden volver a meter en el redil a todas las que se han salido un poco de la norma de género. Y eso está también relacionado directamente con los cuerpos”.

Fran Kirby, futbolista

31 años, jugadora del Chelsea y de la selección inglesa

Fran Kirby en un partido de clasificación el pasado 4 de junio para la  UEFA Women's EURO del año que viene.
Fran Kirby en un partido de clasificación el pasado 4 de junio para la UEFA Women's EURO del año que viene.Dean Mouhtaropoulos (Getty Images)

“Llevo abrigo porque me llaman gorda todo el rato y me tapo”. La futbolista del Chelsea reconoció el año pasado en un documental que existe un estigma sobre las futbolistas y que crece a medida que lo hace su deporte. Mide 1,57 y pesa 52 kilos y la han llamado gorda. “HE escuchado comentarios como: ‘Fran jugó muy bien, pero hoy se ve grandota’. Y yo pienso: ‘¿Por qué es necesario ese comentario?’. No debería importar cuál es la forma de mi cuerpo. Cuando leo o escucho esas cosas sobre mí pienso: ‘¿De verdad, eso es lo que la gente piensa de mí?’. Todavía me afecta, pero lo voy manejando mejor. Somos atletas profesionales y por supuesto tenemos que estar en forma para hacer nuestro deporte, pero mientras lo estés, el cuerpo no debería ser un tema de conversación”, dijo.

También alertó, igual que ha hecho Leitón estos días, sobre cómo esos comentarios pueden afectar a deportistas con menos experiencia. “Alguien que esté empezando y reciba comentarios de ese tipo, podría acabar dejando de comer y teniendo que competir al más alto nivel y su rendimiento disminuiría”. Su entrenadora, Emma Hayes, pidió más educación a la hora de hablar de la imagen corporal de las mujeres. “Para rendir necesitas comer carbohidratos además de seguir una dieta saludable, y desafortunadamente hay un problema en el deporte. No voy a limitarlo solo al fútbol femenino; existe un problema en el deporte con la falta de alimentación adecuada. Esto surge de las demandas constantes de lucir de cierta manera que proviene de las redes sociales”.

Tajahuerce, la académica, recuerda que cualquier discurso sobre el cuerpo “daña mucho”, sobre todo “a niñas y adolescentes a las que se limita, ya de inicio, a practicar cualquier deporte si no encajan con el canon”. Ella, que practicó hockey y balonmano hace años, rememora cómo “enseguida te dicen ‘cómo vas a entrenar tanto’, ‘vas a muscular’, ‘cómo se te va a poner el cuerpo’”.

Kate Shortman e Isabele Thorpe, nadadoras de sincronizada

22 y 23 años, plata olímpica con el equipo inglés

Kate Shortman e Isabelle Thorpe compitiendo el pasado 10 de agosto en los Juegos Olímpicos en París.
Kate Shortman e Isabelle Thorpe compitiendo el pasado 10 de agosto en los Juegos Olímpicos en París. Maddie Meyer (Getty Images)

Las dos atletas de natación sincronizada (que hoy tienen 22 y 23 años respectivamente y han ganado la medalla de plata en París2024) recibieron hace unos años criticas por sus cuerpos musculados. Para responder a esos ataques, en 2021 protagonizaron una campaña (una sesión de foto en ropa interior debajo del agua) llamada #BeStrongBeBeautiful [sé fuerte, sé bella].

“Es completamente injusto que las expectativas de la sociedad para los chicos sean tener una imagen perfecta de salud por ir al gimnasio, levantar pesas y verse muy musculosos y fuertes, mientras que para las chicas es lo contrario: debes ser extremadamente delgada y tener rasgos delicados y femeninos”, dijo Shortman. “Es insano que las niñas jóvenes vean esto y piensen: ‘Tengo que comer menos y contar las calorías’. Es poco saludable tanto mental como físicamente”, añadió recordando que en durante la preparación para los Juegos Olímpicos de Tokio las dos fueron ridiculizadas por tener “hombros grandes, pechos y glúteos pequeños”.

Shortman añadió que la percepción de la sociedad sobre la feminidad a menudo no incluye cuerpos musculosos y frecuentemente no se considera aceptable para una mujer. “¿Quién decidió que ser musculoso es algo bueno para los chicos y algo malo para las chicas? Es una tontería absoluta. Debemos cambiar la percepción de que la mujer fuerte no es femenina. La idea de que la fuerza y la feminidad no van de la mano es una percepción dañina, tanto para mantener a las mujeres en el deporte como en un sentido más amplio”. En deportes como la natación sincronizada, igual que la gimnasia artística y rítmica, ha habido denuncias de las propias deportistas hacia los entrenadores o entrenadoras por superar el límite de las exigencias sobre el peso. Algunas han terminado con trastornos de alimentación.

Otro estudio —Body Shaming Experiences of Elite Female Athletes [Experiencias de body shaming de atletas de élite]—, cualitativo, del pasado año y publicado en la revista académica OPUS Journal of Society Research, concluyó que uno de los muchos problemas a los que las deportistas de élite se enfrentan fuera del entorno deportivo pero también dentro de él “son las experiencias de “vergüenza corporal”. Entre ellos comentarios y prácticas “inquietantes” cuando les toman medidas, “expresiones sexistas sobre sus cuerpos”, y “comentarios que incluyen presión y violencia psicológica en la cultura deportiva donde las relaciones de poder basadas en el género son intensas”.

Katelyn Ohashi, gimnasta

27 años, exmiembro del equipo nacional norteamericano

Katelyn Ohashi en 2019 durante una competición en Fort Worth, en Texas (EE UU).
Katelyn Ohashi en 2019 durante una competición en Fort Worth, en Texas (EE UU).Timothy Nwachukwu (NCAA Photos via Getty Images)

Sentirse presionada dentro de su propio día a día en el gimnasio por perder peso es lo que le pasó, precisamente, a Katelyn Ohashi en 2013, cuando tenía 16 años (formó parte del equipo nacional entre 2009 y 2013). En una entrevista con la BBC reconoció que al volver a los entrenamientos después de un parón por una lesión de espalda uno de sus entrenadores le dijo que la razón por la que sentía dolor al entrenarse era porque había engordado. Es una frase que, según ha podido constatar este periódico, han escuchado varias gimnastas a lo largo de su carrera deportiva en los centros de alto rendimiento.

Lo hacen, muchas veces, cuando son todavía adolescentes. Katelyn Ohashi lo contó así: “Trataba de entrenar pese al dolor y lloraba con cada ejercicio que hacía. Me dijeron que yo no tenía cuerpo de gimnasta, incluso que parecía que me había tragado un elefante, que parecía un cerdo”. Y empezó a no sentirse cómoda con su cuerpo. “Odiaba hacerme fotos, odiaba todo sobre mí”, asegura la gimnasta. Todos esos complejos hicieron que ella y sus amigas dejaran de comer para sentirse más delgadas. “No entendíamos lo que estábamos haciendo con nuestros cuerpos y lo peligroso que podía ser”.

Garbiñe Muguruza, extenista

30 años, exnúmero 1 mundial, exmiembro del equipo nacional español y exolímpica

Muguruza durante el Open de Australia en 2023.
Muguruza durante el Open de Australia en 2023.Robert Prange (Getty Images)

Dejó el deporte el pasado mes de abril. Incluso tras haber abandonado las canchas, ha tenido que responder a preguntas sobre una supuesta dejadez de su cuerpo. Acudió, ya como extenista, a la ceremonia de los Premios Laureus 2024, y una periodista le trasladó que en redes se había criticado su aspecto físico y que se notaba que había dejado de entrenar. “¿Cómo te lo tomas, crees que es justo, crees que las mujeres estáis más señaladas?”.

Muguruza respondió con una carcajada. “Si no entreno, ¡qué voy a hacer! Yo quiero vivir la vida, el régimen de entrenamientos es extremadamente duro y cuando una vive más la vida y se relaja, quiere disfrutar de ello. Ese físico de atleta olímpica… A ver, lo sabemos todas y vamos a ser claras… Lo importante es mantenerse sana y en forma”. Poco después reconoció haberse sentido en shock por la pregunta porque a nadie de los presentes [deportistas y deportistas retirados] le habían cuestionado por eso. “Contesté con humor porque yo me veo muy bien”.

La cuestión no es la respuesta de Muguruza o la de la waterpolista Leitón, o la de cualquiera de las deportistas que enfrentan cada día el juicio sobre su cuerpo, sino que no deberían tener que darlas. No deberían tener que justificar, explicar o defender por qué son como son. Dice Tajahuerce, la doctora en Ciencias de la información, que el problema radica ahí: “Estamos en 2024 y estamos igual muchas veces. En apariencia hay cambios pero en el fondo siguen esos imaginarios que siguen sustentando el que la mujer tenga que cumplir con unos cánones estéticos establecidos”.


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