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La boxeadora Angela Carini desata la polémica al abandonar el ring tras un golpe de Khelif, señalada por sus altos índices de testosterona

“Esto no es jugar en igualdad de condiciones”, dice la italiana, que dejó el combate a los 46 segundos y tras recibir un fuerte derechazo en la nariz. El COI defiende a la argelina y a su colega Yu-ting, a quienes la federación internacional de boxeo suspendió en el último Mundial

Angela Carini
Imane Khelif, de Argalia, celebra el triunfo sobre la italiana Angela Carini.YAHYA ARHAB (EFE)
Irene Guevara

“Me dolió mucho, nunca me habían dado un golpe tan fuerte”, decía la italiana Angela Carini tras dos golpes de la argelina Imane Khelif que desajustaron su casco. En 46 segundos, la boxeadora abandonaba el combate con un fuerte dolor en su nariz. Y lloraba de rodillas. “Puse fin al combate porque después del segundo golpe, después de años de experiencia en el ring y una vida de lucha, sentí un fuerte dolor en la nariz. Dije: ‘es suficiente. Ya hay boxeadoras que están diciendo que no van a subir al cuadrilátero porque esto no es jugar en igualdad de condiciones”, aseguró la italiana tras el combate. Pero el nombre de Khelif no ha resonado por su victoria y pase a cuartos de final, sino por la controversia que se generó el año pasado y en la que se ha visto sumida la boxeadora tras críticas y rumores sobre su identidad de género. En el Mundial de 2023, junto a la taiwanesa Lin Yu-ting, fue descalificada por la Asociación Internacional de Boxeo (IBA) por no encajar en los criterios de elegibilidad y exceso de testosterona. Sin embargo, ambas boxeadoras siempre han competido en las categorías femeninas. “Todas las atletas que compiten en categoría femenina cumplen con las reglas de elegibilidad de la competencia”, aseguró el portavoz del COI, Mark Adams. Además, los libros de reglas para estos Juegos están basados en la versión de los Juegos de Río 2016, y que también funcionaron para Tokio 2020. “Son mujeres en sus pasaportes y se establece que así es, que son mujeres. Es más, recordaría que esto afecta a gente real y que, por cierto, no es una cuestión transgénero. Me gustaría que quedara absolutamente claro”, añadió Adams.

Hasta el año pasado, tanto Khelif como Yu-ting, desarrollaron su carrera con normalidad, aunque siempre perseguidas por los estereotipos de género y las dudas. “Han competido y siguen compitiendo en la competición femenina. Han perdido y han ganado contra otras mujeres a lo largo de los años”, aseguró Adams. Ambas participaron en Tokio 2020 sin ningún problema —Khelif llegó a los cuartos de final—, y también en las competiciones IBA desde su debut. Yu-ting ganó el mundial de 2018 y también el de 2022, año en el que Khelif quedó segunda. Todo hasta el Mundial de 2023 en Nueva Delhi, India: ambas mujeres fueron descalificadas por la IBA justo cuando Khelif iba a disputar la final y Yu-ting, que perdió en semifinales, ya tenía el bronce. “Las atletas no se sometieron a un examen de testosterona, sino que fueron sometidas a una prueba separada y reconocida, por la que los detalles siguen siendo confidenciales. Esta prueba indicó de manera concluyente que ambas atletas no cumplían con los criterios de elegibilidad necesarios y se encontró que tenían ventajas competitivas sobre otras competidoras”, ha asegurado la IBA en un comunicado este jueves. El presidente del organismo, Umar Kremlin, llegó a asegurar en aquel momento a la agencia rusa TASS que “varios atletas intentaron engañar a sus compañeros y fingieron ser mujeres”. Y añadió: “Según los resultados de las pruebas, tienen cromosomas XY”.

Hay casos anteriores de atletas mujeres con test de XY. Le sucedió en 1985 a la española María José Martínez Patiño, que tiene un síndrome que la hace insensible a los andrógenos, las hormonas masculinas: sus cromosomas son de hombre, pero su cuerpo no sabe administrar la testosterona, por lo que no desarrolla todos esos rasgos fisiológicos externos que les suponemos a los hombres: ni pene, ni vello, ni más musculatura. Patiño ganó su caso y pudo volver a competir como mujer tras el calvario.

Lo mismo que la argelina y la taiwanesa. Tras el Mundial, ambas boxeadoras continuaron compitiendo, y consiguieron su billete a París 2024 en sus respectivos clasificatorios. La IBA había sido el máximo organismo del boxeo amateur, pero a partir de los Juegos de Tokio, el COI pasó a asumir el mando de la competición, por lo que aceptó la participación de ambas atletas al haber obtenido su plaza. Según la base de datos del Comité Olímpico, Khelif fue eliminada de su pelea por el oro en India por niveles elevados de testosterona, mientras que, en el caso de la taiwanesa, fue por “una prueba bioquímica”. Tras el revuelo generado, el pasado miércoles, el Comité Olímpico y Deportivo Argelino denunció en un comunicado los “ataques maliciosos y no éticos” dirigidos a Khelif “por parte de algunos medios extranjeros”. “Estos intentos de difamación, basados en mentiras, son totalmente injustos”, aseguró el organismo.

Deportistas como la extenista Martina Navratilova o la nadadora Sharron Davies, junto a las organizaciones del Consorcio Internacional del Deporte Femenino y otras asociaciones, se han dirigido mediante una carta al presidente del COI, Thomas Bach, para que investigue “con urgencia la elegibilidad” de las dos boxeadoras para competir en pruebas femeninas, además de solicitar que se “restablezca la prueba de determinación del sexo con hisopo en la mejilla […] con el fin de garantizar equidad, dignidad e integridad en las competiciones olímpicas femeninas”.

Desde Tokio 2020, algunos organismos deportivos como la Federación Internacional de Natación, de Atletismo y también la Unión Ciclista Internacional, actualizaron sus normas de género, prohibiendo que atletas que no hicieron su tránsito antes de los 12 años participasen en competiciones femeninas. Y, en el caso concreto del atletismo, también se han endurecido las normas sobre aquellos atletas con diferencia en el desarrollo del sexo. El caso más mediático es el de la bicampeona olímpica de 800 metros Caster Semnya, a quien la Federación le exige desde 2018 someterse a un tratamiento hormonal para reducir su nivel de testosterona —su organismo produce más de esta hormona de lo que considera la ciencia habitual en una mujer— para poder competir en las pruebas entre los 400 y los 1.500m. Tras años de lucha en el juzgado y acosada por debates sobre su aspecto físico, compareció ante el Tribunal de Derechos Humanos el pasado mayo, con el caso aún abierto y en estudio.

Un debate sobre la inclusión de atletas con variaciones hormonales en las competiciones que ahora persigue a las boxeadoras. Khelif sigue fija en su objetivo, lejos de las polémicas, y disputará los cuartos de final, mientras que Yu-ting se medirá este viernes a la uzbeka Turdibekova. Su lucha seguirá dentro del ring, pero también fuera.

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