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Laura Caorsi: “El aviso ‘come con moderación’ no está en frutas o verduras, sino en productos malsanos”

La periodista especializada en consumo acaba de publicar ‘Comida fantástica’, un libro para aprender a leer las etiquetas

La periodista Laura Caorsi, experta en alimentación, en la sede de EL PAÍS.
La periodista Laura Caorsi, experta en alimentación, en la sede de EL PAÍS.Alex Onciu
Miguel Ángel Medina

La industria alimentaria usa todo tipo de trucos para camuflar los ingredientes más dañinos (como las grasas, el azúcar o la sal) y hacer pasar los alimentos por más sanos y apetitosos de lo que realmente son. En esos trucos es experta la periodista Laura Caorsi (Montevideo, 45 años), que acaba de publicar Comida fantástica. Manual de urgencia para aprender a leer los envases alimentarios (Vergara), un libro en el que ayuda a los consumidores a entender las etiquetas para ser más conscientes de lo que compran.

Pregunta. ¿Por qué ‘Comida fantástica’?

Respuesta. La palabra fantasía tiene más de un significado: por un lado, excelente y magnífico, y todo lo que hay afuera de los envases lo es; por otro, lo fingido, lo alejado de la realidad. Es una palabra que representa bastante bien este concepto y esta idea que quiero transmitir, que lo que está afuera, en el envase, es más bien fantasía, simulación.

P. ¿Cómo nos mienten las etiquetas?

R. No es que nos engañen, pero hay una asimetría brutal entre las personas que escriben los textos y producen las imágenes de los productos y el conocimiento que tenemos quienes vamos a leer. Vamos al súper, con prisas, sin tiempo, cansados, con cierto punto de credulidad y pensando que lo que vemos es todo información, sin saber discernir entre información y publicidad, pero los mensajes que nos encontramos están muy pensados. Hay equipos de personas que están dedicando tiempo, recursos y demás para poder elegir las mejores palabras posibles y las mejores imágenes posibles, sabiendo que las condiciones de lectura van a ser las que son, mientras nosotros elegimos un producto más o menos en unos 25 segundos. Los mensajes se elaboran con mucho tiempo y con mucha sofisticación, sabiendo que van a ser leídos en unas condiciones desfavorables para el consumidor.

Laura Caorsi nos muestra a través de varios productos la picaresca que contienen algunas etiquetasFoto: OLB

P. ¿Cuáles son los engaños más habituales?

R. Más que engaños me gusta hablar de fantasía, de construcción de una idea de producto, y ahí utilizan nuestras emociones. Todas las cosas que nos gustan se destacan, vitaminas, minerales, fruta (aunque tenga un 0,4%), un cocinero famoso… Y voy a ocultar todo lo que nos disgusta. Luego hay un diseño del envase, el color, la forma, la calidad, que nos transmite una idea sobre el producto. Podría ser de la abuela, por ejemplo, que nos transmite un saber hacer o nos ponen unas patatas fritas a la sartén, sin decirnos nunca qué tamaño tiene esa sartén. O nos dicen de pueblo o estilo casero o natural, o un montón de cosas que realmente lo que hacen es darnos una serie de palabras o de conceptos que nos gustan y que al mismo tiempo están como vacíos. También hay bollos, galletas y otros productos insanos que tienen logotipos de sociedades médicas o sanitarias. La Asociación Española de Pediatría puso su sello en las Galletas Dinosaurios, aunque luego dijo que eso no significaba avalar el producto.

P. ¿Por qué se puede poner un reclamo en el envase que no existe en el producto?

R. Hecha la ley, hecha la trampa. Por ejemplo, se pone una loncha de jamón en el envase y, en pequeñito, un cartel que dice “sugerencia de presentación”, es decir, que tú le puedes poner la loncha en tu casa. Es una estrategia para burlar la ley. O se esconde el “sabor a” para que se confunda el ingrediente. Las palomitas de microondas ponen “mantequilla”, pero llevan grasa de palma.

P. ¿En qué tendríamos que fijarnos para que no nos la cuelen?

R. Lo primero, en el nombre real del producto, que suele estar detrás, pegado a la lista de ingredientes. Fuera aparece el nombre de fantasía, que puede parecerse, o no. Por ejemplo, las galletas digestive tienen ese nombre de fantasía, y detrás te ponen que digestive no significa que ayuden al tránsito intestinal. Otro ejemplo: el nombre fantástico es Puleva Omega 3, pero el nombre real es “bebida láctea con ácidos grasos omega tres y oleico, nueces, vitaminas y extractos vegetales”. Es decir, no es leche, sino leche con cosas, por eso no se puede llamar leche. Tiene hasta aceite de pescado azul.

P. ¿Qué otras cosas hay que mirar?

R. Además del nombre real, hay que ver la lista de ingredientes, que va de más a menos. Si lo primero que aparece es azúcar, sal o grasas, malo. Luego fijarnos en qué proporciones están los ingredientes que se usan como reclamo. Las cosas pueden aparecer con su nombre tal cual o no, por ejemplo el azúcar te lo puedes encontrar como miel, panela, fructosa, fructosa, dextrosa… Y nos transmiten cosas distintas, porque no sabemos lo que es o porque nos parece que es más saludable, como la miel, que es básicamente azúcar. Y con los aditivos, igual. Y tercero, la tabla de información nutricional, que te va a contar, por ejemplo, cuánta azúcar y cuántas grasas tiene.

P. También se hace mucho esto de poner helado de pistacho y que lleve un 0,2% de pistacho. ¿Eso es legal?

R. Sí. La ley dice que si tú destacas cualquier ingrediente en un producto, con palabras o imágenes, estás obligado a especificar qué cantidad de ese ingrediente hay. Pero no hay una cantidad mínima legal establecida. Así que puedes poner helado de pistacho aunque el pistacho sea un 0,1%. Por ejemplo, hay una ensaladilla de cangrejo que tiene 0,04% de cangrejo.

P. La gente entiende que fumar o beber alcohol es malo, pero no tanto con comer ultraprocesados. ¿Qué parte de culpa tienen los envases?

R. No lo sé. Desde luego, los envases consiguen mejorar nuestra percepción sobre los productos que hay adentro. A veces los productos que hay adentro no son sanos, pero los consumimos pensando que sí lo son. Y la alimentación es una de las variables más importantes en nuestro estado general de salud, y además es una de las variables en las que podemos tener control. Puedes elegir si beber o no beber, si fumar o no fumar, también puedes elegir el tipo de productos que vas a consumir de manera habitual. No pasa nada si un día comes una palmera, una tarta o un dónut. La industria alimentaria de estos productos malsanos insiste mucho en el consumo moderado y la dieta equilibrada. Pero ese mensaje de que hay que comer de todo está promovido por empresas que producen alimentos insanos. Tú no te encuentras el aviso de “come con moderación” en frutas o verduras, sino en envases de productos malsanos. Además, la moderación queda a tu criterio.

P. ¿En España comemos bien?

P. Consumimos unos 15 kilos de ultraprocesados al mes por persona. No nos damos cuenta, porque es poco a poco, pero todos tienen mucha sal y mucha azúcar, y luego pueden generar problemas de salud. Este tipo de productos son ultraprocesados gráficos, está muy trabajada la imagen, los textos, el conjunto, que se aleja muchísimo de la de la realidad, como cuando usas los filtros de Instagram, y el objeto y lo que hay fuera no se corresponden entre sí.

P. Habla también de ultraprocesados de ultraprocesados.

R. Sí. Los llamo ultraperpetrados. Es un producto ultraprocesado que usa como base otro ultraprocesado, como el dónut de Pantera Rosa o la tarta de Oreo, o el helado de Lacasitos. Es la permanente inventiva para hacernos creer que hay novedades todo el tiempo, y mucha variedad. Pero la gran variedad que tenemos delante son muchas versiones de lo mismo.

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Sobre la firma

Miguel Ángel Medina
Escribe sobre medio ambiente, movilidad -es un apasionado de la bicicleta-, consumo y urbanismo. Licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense, ha ganado los premios Pobre el que no cambia su mirada y Semana Española de la Movilidad Sostenible. Ha publicado el libro ‘Madrid, preguntas y respuestas. 75 historias para descubrir la capital’.
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