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La querella de la Fiscalía contra Ramón Paso: “Exigía que fueran sin ropa interior y llevaran las bragas en la mano para entregárselas”

El texto del Ministerio Público relata un contexto de control y sometimiento “para garantizarse la satisfacción de sus deseos sexuales mediante prevalimiento, violencia, intimidación y/o abuso de confianza, convirtiéndolas en objetos de su placer sexual”

Ramon Paso
El dramaturgo Ramón Paso, en una rueda de prensa en 2017.Luis Sevillano Arribas

“Mujeres muy jóvenes, en situación económica precaria, pertenecientes a familias desestructuradas o a familias residentes en otras provincias y que, por tanto, se encontraban solas en Madrid, algunas con experiencias traumáticas previas, sin apenas experiencia profesional ni sexual y con la ilusión y el sueño de ser actrices” a las que Ramón Paso, dramaturgo de 48 años, “captaba” a través de los castings con un “objetivo” que respondía “a otro interés” que el teatral: “Acceder a dichas jóvenes para garantizarse la satisfacción de sus deseos sexuales mediante prevalimiento, violencia, intimidación y/o abuso de confianza según los casos, convirtiéndolas en objetos de su placer sexual”. Así relata la querella de la Fiscalía de Madrid contra el director de escena Ramón Paso —admitida a trámite por un juzgado y a la que ha tenido acceso este diario— la situación de violencia a la que sometió al menos a 13 mujeres “de edades comprendidas entre los 18 y 28 años de edad durante los años 2019 y hasta abril de 2023″, además de un caso de 2014, y de “una denuncia que no ha podido ser ratificada por vivir la víctima fuera de Madrid, por hechos ocurridos cuando era menor de edad”.

Este caso fue conocido el pasado abril, cuando la abogada que representa a las denunciantes, Luisa Estévez Martínez, informó de la actuación del Ministerio Público. Una semana después, el 25 de abril, el Juzgado de Instrucción número 29 de Madrid abrió diligencias por esa denuncia, lo que suponía que ya había sido asignada en el turno de reparto a un juzgado y está a la espera de que la magistrada que estudia el caso decida qué pasos dará en una posible instrucción. En esos días, tras hacerse público, este periódico conoció el relato de más mujeres, siete, que habían pedido a Estévez sumarse a la denuncia.

Los testimonios recogidos por EL PAÍS hablan de un contexto de violencia psicológica continuada, amenazas, humillaciones y patrones de comportamiento que iban desde provocar el enfrentamiento entre las actrices de la compañía hasta la insistencia en el consumo de alcohol en salidas y ensayos fuera de la sala, los mismos que aparecen en los hechos que describe el Ministerio Público para explicar cómo “aprovechando su posición” como director de la compañía Paso-Azorín, y “con la finalidad de acceder a determinadas mujeres para embaucarlas y aprovecharse sexualmente de ellas”, publicaba ofertas de casting en la página web Solo Actores con requisitos que “se circunscribían a ser mujeres jóvenes, de aspecto aniñado, para realizar varios papeles en los que generalmente se destacaba el carácter alocado, sexy atrevido, pícaro o desinhibido del papel”. Su objetivo era “conseguir disfrutar sexualmente de las jóvenes, aunque ello supusiera destrozarlas psicológicamente y el fin de su inicial carrera teatral”.

El Ministerio Fiscal habla de “relaciones sexuales vaginales, anales y bucales, sin contar con el consentimiento libre emitido por las jóvenes, que rechazaban los encuentros sexuales, si bien en ocasiones se sentían constreñidas a realizarlos, sometiéndose en ocasiones a ellos sin consentirlos, conociendo el denunciado su oposición o desagrado”. “En otras ocasiones”, añade, “las sometió con violencia e intimidación directa para lograrlo. Hasta el punto de ocasionar a una víctima desgarros anales y a otra una infección vaginal”.

Los hechos de esos delitos son ampliamente descritos en la querella. Un “contexto sexual siempre presente”; alcohol que “las conminaba a beber”, como vino y chupitos de absenta; llamar “zorritas” a las mujeres de la compañía con las que había tenido relaciones e “incluso con algunas de las víctimas”; abrazarlas, besarlas, ponerle la mano “sobre la pierna y en la entrepierna cuando estaban viendo los ensayos”. A algunas, “incluso les exigía que fueran sin ropa interior y llevaran las bragas en la mano para entregárselas”; “las obligaba a ir al ginecólogo con alguien de confianza del denunciado” y algunas “tuvieron que tomar la pastilla del día después, por imposición de él, porque él nunca usaba preservativo”.

Hizo que una grabara un vídeo masturbándose mientras declamaba un papel y le pidió que se lo enviara. Otra, que le había contado a Paso que había sufrido violencia sexual en la infancia, intentó apartarse de él y “exigirle profesionalidad”; él reescribió una escena de su personaje, “imponiéndole representar una violación”, provocándole “un gran daño psicológico del que Ramón era consciente”.

Y una más, que también le había contado que su padre “había abusado sexualmente” de ella cuando era niña, que llevaba años sin hablarle y que iba a terapia por ello, tuvo que enfrentarse a que Paso buscara a su padre y lo invitara a una función, provocando un encuentro entre los dos justo antes de entrar a escena que hizo que la mujer sufriera un ataque de ansiedad. Paso la “llevó a una esquina y pese al estado de shock empezó a besarla, tocarla por todas las partes de su cuerpo, incluidos los órganos genitales, sin tener capacidad de reaccionar la actriz”. Después, le exigió salir a actuar, según el relato de la Fiscalía.

También las invitaba a su casa, donde al principio había más gente, pero luego, “a una insinuación de Ramón”, desaparecían, y una persona, la que vivía en esa casa con Paso, “se encerraba en su habitación”. Cuando él se quedaba a solas con la mujer en cuestión, “la cogía de las manos, la besaba, tocaba o mantenía relaciones sexuales no deseadas e incluso con fuerza o en un contexto previo intimidatorio”.

A todas, en general, les pedía que aquello fuese “un secreto”. Y si alguna no quería ceder ante él, la táctica de Paso era justo la contraria: “Las excluía de los ensayos, las perjudicaba en otros castings con otras compañías, las humillaba y se burlaba de ellas delante de sus compañeros con la finalidad de crearles inseguridad, inestabilidad emocional y mandarles un mensaje muy claro: quién era quien mandaba y, si querían conseguir algo en este mundo artístico, tenían que plegarse a sus deseos”.

Una estrategia que se repetía

El procedimiento era siempre el mismo. Empezaba con las entrevistas en las que el tema central de la conversación era personal. “Situación económica, el apoyo familiar y social, vínculos personales en Madrid…, para abordar posteriormente preguntas de naturaleza sexual, tema que era recurrente en todo tipo de contextos, así como en varias de sus obras en la que se escenifican felaciones, violaciones y expresiones y manifestación de contenido sexual, por ejemplo en Otra vuelta de tuerca y Besarte, mirarte y follarte”.

En algunas de esas reuniones preguntaba a las mujeres qué “les parecían las relaciones sexuales entre una joven y un varón de edad avanzada como él; sobre la pederastia o a quién se llevarían a una isla desierta. En general, el denunciado se sentía ofendido si el elegido no era él”, se lee en la querella.

Una vez que entraban en la compañía, y a pesar de haber superado el casting, les decía que estaban en periodo de prueba y “las iba embaucando poco a poco”. Por ejemplo, incluye el texto del Ministerio Público, les aseguraba que su casting había sido el mejor que había visto y que “él sabría sacar de ella lo mejor” porque era “un diamante en bruto que él sabría pulir”. Añade además la querella que Paso dejaba “clara su posición de supremacía”, que él era “el maestro” y “le gustaba que lo vieran como un dios, además de presumir de ser una persona muy influyente y tener muchos contactos”. También dejaba claro que “él podía destruir la carrera profesional de cualquiera en un minuto”.

En el día a día de la compañía, su estrategia era aislarlas del resto, “inventándose expresiones, comentarios y bulos que jamás las jóvenes habían dicho las unas de las otras” y que él les contaba en privado. Eso, señala la Fiscalía, creaba “un ambiente de desconfianza” para esas mujeres, jóvenes, que llegaban “sin experiencia profesional previa, dando crédito a lo que él decía”. Sumando, además, que Paso les aconsejaba “reiteradamente” que solo confiaran en determinados miembros de la compañía que llevaban trabajando con él muchos años y a las que se refería como “su grupo”, o les decía que “ellas serían como “las hermanas” de la joven actriz, verbalizando la idea de que su compañía era como una familia”. Sus tres socias en la compañía, Ana Azorín, Inés Kerzan y Ángela Peirat, le apoyaron públicamente tras conocerse las denuncias.

Ese aislamiento no solo era interno, sino también externo. “Exigía una disposición durante 24 horas incluidos los fines de semana en las que deberían demostrar servilismo, devoción y sumisión”, las llamaba a cualquier hora, las convocaba en fin de semana para que no pudieran ir a su casa si eran de otro lugar que no fuera Madrid, “las invitaba a que abandonaran sus estudios” y a “sus parejas”.

Para esas jóvenes, esa compañía era “su primera experiencia laboral en el teatro y pensaban que lo que veían era lo normal y que tales conductas podrían responder a las excentricidades de Ramón”. Esas “excentricidades” responden sin embargo a hechos que según la Fiscalía “pueden revestir caracteres de varios delitos de agresión sexual, alguno de ellos en continuidad delictiva, varios de acoso sexual y de hostigamiento, varios contra la integridad moral, y coacciones”. Y, “en todos”, con “la agravante genérica de discriminación por razón de género”.

A todas las víctimas, dice la querella, esto les ha dejado “daños psicológicos, mostrando estrés postraumático y niveles altos, moderados y leves de ansiedad, que han requerido en todo caso, terapia psicológica”.

El teléfono 016 atiende a las víctimas de violencia machista, a sus familias y a su entorno las 24 horas del día, todos los días del año, en 53 idiomas diferentes. El número no queda registrado en la factura telefónica, pero hay que borrar la llamada del dispositivo. También se puede contactar a través del correo electrónico 016-online@igualdad.gob.es y por WhatsApp en el número 600 000 016. Los menores pueden dirigirse al teléfono de la Fundación ANAR 900 20 20 10. Si es una situación de emergencia, se puede llamar al 112 o a los teléfonos de la Policía Nacional (091) y de la Guardia Civil (062). Y en caso de no poder llamar, se puede recurrir a la aplicación ALERTCOPS, desde la que se envía una señal de alerta a la Policía con geolocalización.

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