Las altas temperaturas en invierno cambian el calendario de alergias: llegan antes y el pico es mayor
Varias ciudades han tenido niveles anormalmente altos y tempranos de partículas de ciprés por un enero demasiado cálido
Los pájaros cantan antes de tiempo, las mangas cortas salen a la calle a deshora y los estornudos llegan con semanas de antelación. El enero más caluroso de la historia, y en general las altas temperaturas propiciadas por el cambio climático, están modificando las fechas de polinización de árboles y plantas. Algunas alergias se están adelantando y en los últimos años se están viendo picos más altos.
La polinización del ciprés se ha producido semanas antes de lo habitual, prácticamente un mes en algunas ciudades. Madrid, Sevilla, Toledo, Córdoba, Granada y Bilbao son las que más lo han sufrido, según la web polenes.com, una herramienta de la Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica (SEAIC) que da información sobre más de medio centenar de estaciones medidoras de polen repartidas por todas las provincias.
En Córdoba, por ejemplo, se registraron 1.195 granos de polen de esta especie por metro cúbico hace una semana, cuando lo normal para la época es que no pase de 50. Empiezan a considerarse altos por encima de 100. “El pico normalmente llega a finales de febrero o principios de marzo y ya hemos pasado en enero niveles muy altos que pillan a la población desprevenida”, afirma Juan José Zapata, presidente del comité de aerobiología clínica de la SEAIC.
El médico explica que los tratamientos contra la alergia son más efectivos cuanto menos inflamada esté la mucosa por motivo de los pólenes. Es decir, es recomendable empezarlos con muy pocos síntomas, o incluso antes de que se produzcan, porque una vez que el moqueo y el picor son intensos, los medicamentos ya no son tan eficaces.
Los antihístamínicos, que son los fármacos que se suelen emplear, no tienen como objetivo curar la alergia, algo que logran en alguna medida las vacunas, y que tienen que tomarse de forma sostenida en el tiempo (generalmente durante dos años) o en pinchazos anuales con la mayor anticipación posible a la temporada. Lo que hacen los medicamentos es paliar los síntomas: el sistema inmunitario reacciona frente al polen como si fuera un agente peligroso y libera histamina, la sustancia que produce las molestias características de la alergia (estornudo, tos, picor...) y que es atenuada con este tipo de fármacos.
Zapata recomienda estar atentos a los niveles de polen que le causen alergia a cada persona para, cuando vea una tendencia al alza, empezar la medicación. “Para eso es muy importante estar correctamente diagnosticado”, matiza. Pero este adelanto de las alergias dificulta esa anticipación, ya que los alérgicos, que suelen tener identificadas las fechas en las que sufren los síntomas, no lo esperan, incluso tardan en relacionarlos con la propia dolencia, así que a menudo empiezan tarde el tratamiento.
Las altas temperaturas también están provocando picos más altos, lo que produce episodios más agudos de alergia. “Otros años se mantenían mesetas de 200-300 granos por metro cúbico sostenidas en el tiempo, que son más llevaderas con tratamiento. Pero estamos viendo niveles mucho más altos que esos, más cortos, pero también más deteriorantes para los pacientes”, agrega el médico.
Las alergias al polen se suelen quedar en síntomas relativamente leves, pero muy molestos para quienes las sufren, especialmente si no tienen el diagnóstico y el tratamiento adecuado para su caso. No obstante, en ocasiones los niveles de rinitis, incluso asma, pueden llevar a incapacitar a la persona que las sufre y a bajas laborales.
Además del adelanto del ciprés, José Quevedo Teruel, de la Sociedad Clínica de Inmunología Clínica, Alergología y Asma Pediátrica (SEICAP), añade se han mantenido muy altos los niveles de arizónicas, que sí son unas plantas que polinizan normalmente en esta época. La falta de lluvias permiten a las partículas permanecer más tiempo en la atmósfera, y esto se une a la contaminación, que agrava los episodios respiratorios, según varios estudios. En general, cualquier contaminante que permanezca en el aire, incluido el tabaco, ayuda a irritar la inflamación y las vías respiratorias, según el médico. “Tanto en consulta como en urgencias estamos viendo a pacientes con asma y rinitis que vienen peor”, asegura Quevedo Teruel, que trabaja en el Hospital Severo Ochoa, de Madrid.
La Consejería de Sanidad de la Comunidad de Madrid reconoce que en las primeras semanas del año se ha observado una tendencia creciente de los episodios de rinitis alérgica atendidos, si bien los de asma que han llegado a urgencias están “dentro de lo esperado”.
Temporada alta de alergias
Está por ver cómo se comportará la temporada alta de alergias, en primavera. Todo dependerá de las temperaturas y las precipitaciones. Cuando se comportan de forma anormal, vienen a alterar los niveles de polen esperados. “Si sobreviene una brusca bajada de temperaturas o unos días de lluvia intensa en un momento en el que la planta estaba empezando a florecer según su estacionalidad característica, puede frenarse y ralentizarse la floración. Y al contrario, una subida brusca de temperaturas podría adelantar el inicio de la floración”, explica Sanidad.
Por ejemplo, el año pasado, las gramíneas se adelantaron a finales de marzo y principios de abril. Tuvieron un pico muy alto y descendieron bruscamente. Pero las lluvias de junio las revitalizaron y tuvieron una segunda polinización, por lo que hubo un doble pico.
Como explica Teruel, el cambio climático no afecta de forma unívoca a las alergias. En función del comportamiento del tiempo puede haber unas que se adelanten, otras que sean mayores y también puede repercutir en menores niveles de polinosis. “Con la falta de lluvias, hay menos plantas, con lo cual también habrá previsiblemente menos polen”, asegura.
La SEAIC hace cada marzo una previsión de cómo espera que se comporte la temporada con previsiones sobre las gramíneas, que son, en palabras de Zapata, “el farolillo de aviso” de lo que vendrá. Elaboran un estudio estadístico con datos desde 1995 que correlacionan niveles polínicos con temperaturas, humedad, precipitaciones... Pero el doctor reconoce que los cambios climáticos les tienen “bastante confusos”. “Cuanto más cambia el tiempo, más difícil es atinar”, asume.
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