El procurador general de Bolivia investigará las revelaciones de EL PAÍS sobre un jesuita pederasta
La Compañía de Jesús difunde un comunicado en el que admite la “verosimilitud” de la denuncia contra el cura, aunque había negado su validez antes de publicarse el reportaje
EL PAÍS puso en marcha en 2018 una investigación de la pederastia en la Iglesia española y tiene una base de datos actualizada con todos los casos conocidos. Si conoce algún caso que no haya visto la luz, nos puede escribir a: abusos@elpais.es. Si es un caso en América Latina, la dirección es: abusosamerica@elpais.es.
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El procurador general de Bolivia, Wilfredo Chávez, ha anunciado que investigará en ese país el caso de pederastia del jesuita español Alfonso Pedrajas, revelado por EL PAÍS en la información Diario de un cura pederasta. “Este horror habría sido encubierto por la cúpula de la Iglesia Católica de entonces, según la publicación del periódico español. Nosotros pediremos el primer día hábil los antecedentes, vía consular, para que se investigue en Bolivia este gravísimo hecho”, escribió Chávez en su perfil de Twitter el domingo, en la madrugada del lunes en España. El procurador general del Estado es un alto cargo boliviano, equivalente al Fiscal General del Estado en España.
Pedrajas, apodado como Pica y fallecido en 2009, dejó constancia por escrito en un diario de los abusos sexuales contra decenas de niños en Bolivia que cometió mientras fue profesor en varios colegios de la orden, principalmente en el Juan XXIII, en Cochabamba. En el texto, además, relata cómo sus superiores encubrieron sus delitos (hasta siete provinciales jesuitas y una decena de clérigos bolivianos y españoles) y las denuncias de algunas víctimas que llegaron a la orden. “Hice daño a mucha gente (¿a 85?) a demasiados”, admite.
Fernando Pedrajas, sobrino del sacerdote, denunció los abusos en varias instancias religiosas y judiciales sin obtener respuesta, después de leer el diario personal del cura, que falleció de cáncer en Bolivia en 2009.
La Compañía de Jesús en Bolivia difundió también un comunicado en el que reconoce que recibió una segunda denuncia de una víctima y que tiene una investigación en marcha desde abril. Además, admite la “verosimilitud” de la denuncia del sobrino de Pedrajas.
Sin embargo, esta última parte se contradice con lo que Osvaldo Chirveches, el exprovincial jesuita encargado de investigar los abusos en la orden, afirmó a este diario días antes de la publicación del reportaje. En ese momento, la orden sostenía que la denuncia de Fernando no tenía validez, porque la presentó “en una comunicación a través de un correo electrónico donde figuraba el director del colegio Juan XXIII”.
En el documento, Pica no describe los abusos en detalle, pero EL PAÍS ha reconstruido estos vacíos de la mano de cinco de sus víctimas y de varios allegados. Entre ellos, su sobrino Fernando, que encontró el diario en un trastero de la familia mientras hacía limpieza a finales de 2021. Había estado en una caja oculto y guardando polvo durante 13 años.
Fernando lo denunció poco después a la Fiscalía española, que lo cerró por estar todo prescrito. También escribió por correo electrónico al director actual de colegio Juan XXIII, pero este rehuyó cualquier tipo de responsabilidad. Finalmente, lo denunció a Chirveche, pero este nunca más le informó sobre el proceso de la investigación. Solo le pedía que le enviara el diario. Fernando no lo hizo.
Ante la insistencia de este periódico de que eso desobedecía la actual norma del papa Francisco –que señala que la notitia de delicto es “toda información sobre un posible delito que llegue de cualquier modo al Ordinario o al Jerarca” y que “no es necesario que se trate de una denuncia formal” (artículo 9)–, Chirveches guardó silencio. Tan solo afirmaba que la Compañía había iniciado una investigación previa tras la llegada de una denuncia de una víctima, y que estaba lista para enviar los resultados a Roma y “esperar indicaciones desde allí” para abrir un proceso canónico.
Hasta ahora, la Compañía de Jesús no había informado públicamente del caso. Durante la investigación canónica, según Chirveches, no han interrogado a los provinciales que le encubrieron y que siguen aún con vida. Tampoco ha informado si ha tomado medidas cautelares contra ellos.
Del mismo modo, la Compañía de Jesús en España expresó este domingo en un comunicado “el dolor, el impacto y la consternación que una historia así” les provoca. También explican que tuvieron conocimiento de este caso en la primavera de 2022, tras una consulta de la provincia de la orden en Bolivia. “Nos pedía los datos que constaran en nuestros archivos sobre el mismo. El motivo era que habían recibido una denuncia por abusos sexuales. En la consulta también nos trasladaban que un familiar de este jesuita les había informado de la existencia de un diario donde se relataban abusos sexuales cometidos por el religioso”. Los jesuitas españoles anuncian que Pica no tiene ninguna denuncia en España.
Homenajeado tras su muerte
Pedrajas cumplió la mayor parte de su misión religiosa de 48 años en Bolivia, donde fue profesor, director de colegio, encargado de novicios y orientador de vocaciones religiosas, entre otros cargos. Estos cargos lo ponían en relación con niños y jóvenes, pese a que varios de sus compañeros y superiores supieron en algún momento, por confesión de este, que era un riesgo para sus alumnos y pupilos.
La prensa boliviana ha recordado que Pica fue despedido, tras su muerte, con grandes muestras de pesar de políticos, religiosos, docentes universitarios y estudiantes en Bolivia. “Los engañó a todos”, publicó el diario Los Tiempos.
Por primera vez desde que EL PAÍS iniciara en 2018 la investigación sobre la pederastia en la Iglesia católica que ha destapado 954 casos solo en España, este periódico accede a un documento que muestra la mirada de los abusos y su encubrimiento desde el lado del religioso agresor.
Pica bautizó lo que estaba escribiendo como Historia. Una especie de memorias de 383 páginas mecanografiadas a ordenador, compuestas por reflexiones, relatos de episodios de su vida, así como unas decenas de cartas. En total, 350 entradas encabezadas, en negrita, por el lugar y la fecha donde las escribió.
Como si fuera un camino sinuoso, su lectura permite recorrer su vida desde 1960, cuando ingresa como novicio, hasta 2008, año en el que, ya cansado y enfermo, deja de escribir. A lo largo de las páginas cuenta el pánico que siente a ser descubierto y chantajeado. Dice avergonzarse de sus delitos, aunque siempre se refiere a ellos con eufemismos como “pecados”, “meteduras de pata” o “enfermedad”.
Descripciones que no guardan relación con los testimonios de las víctimas que ya han hablado con EL PAÍS, que recuerdan los abusos como una auténtica pesadilla de la que no podían escapar. Recuerda una de ellas: “Para mí, dejar el Juan XXIII significaba volver a la pobreza”.
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