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Tres años después, ¿estamos ante el final de la pandemia?

La Organización Mundial de la Salud debate si desactivar la emergencia sanitaria internacional que decretó tras el confinamiento de Wuhan en 2020, mientras la mayoría de las restricciones en el mundo desaparecen

Cola de personas en un ferry en Toronto, el pasado verano.
Cola de personas en un ferry en Toronto, el pasado verano.NurPhoto (NurPhoto via Getty Images)
Pablo Linde

La Organización Mundial de la Salud nunca declaró oficialmente la covid como pandemia. Pese a que se ha expresado así muy habitualmente, es un mecanismo que no existe. Lo que hizo hace ahora tres años (el 30 de enero de 2020) fue declararla emergencia internacional, algo que sí está recogido en el reglamento sanitario. Y el 11 de marzo de ese año, en un discurso, su director caracterizó el avance del coronavirus por el mundo como pandemia. Sobre si todavía estamos inmersos en ella, no hay una respuesta clara: es un debate a camino entre la técnica y la semántica. Para decidir si la emergencia sanitaria continúa, la OMS ha tenido una reunión este viernes, cuyos resultados todavía no son públicos.

Decida lo que decida el organismo, la covid ya no es la emergencia que fue: ni en los hospitales ni en la actitud de la población, que en su mayoría ha pasado página. China, el último gran país que quedaba por volver a la normalidad, ya empieza a hacerlo. La salida ha sido muy abrupta, pero ya ha superado el pico de contagios y las grandes ciudades celebran este año nuevo lunar por primera vez en tres años.

España lleva meses con una transmisión sostenida y la presión sobre el sistema sanitario no ha sufrido grandes oscilaciones, igual que en el resto de la Unión Europea. Desde la última ola, en verano, los hospitales españoles permanecen estables y el Gobierno acaba de anunciar la retirada (el 7 de febrero) de uno de los últimos resquicios de la pandemia que todavía condicionaba la vida cotidiana de los ciudadanos: la obligatoriedad de la mascarilla en transportes públicos. Solo se mantendrá, por el momento, en centros y establecimientos sanitarios.

La ministra de Sanidad, Carolina Darias, durante un acto en Ibiza.Foto: SERGIO G. CAÑIZARES

Ignacio López-Goñi, microbiólogo y autor del libro Preparados para la próxima pandemia, cree que las cosas han cambiado mucho, que ya no tiene sentido de hablar de contención de un virus que circula libremente por todo el mundo y que lo que toca es enfocarse en proteger a los vulnerables. “La situación entre países es muy diferente. No tiene nada que ver la de España con la de Estados Unidos o Japón. Por eso, la OMS probablemente sea cauta y mantenga la emergencia sanitaria. Otra cosa es que insista en algunos temas, como la vigilancia epidemiológica; la vacunación y los recuerdos vacunales, que es la medida más eficaz para evitar la muerte y la enfermedad grave; el refuerzo de los sistemas sanitarios y, por último, en que hay que seguir investigando nuevas estrategias vacunales”, sostiene.

Para saber cómo evoluciona el virus, hoy en día tiene poco sentido observar los contagios notificados en el mundo. La mayoría de los países están relajando su vigilancia, empezando por España, que lleva casi un año registrando solo los de los mayores de 60 años; y únicamente los que van al médico, porque ya muchos se limitan a un test casero que no comunican oficialmente.

Con estas cautelas en mente, la OMS ha registrado oficialmente hasta ahora más de 664 millones de diagnósticos y 6,7 millones de muertes en todo el mundo desde que comenzó la crisis. Imposible saber cuántos contagios ha habido realmente, pero es seguro que multiplican varias veces esta cifra. Sobre los fallecimientos, un estudio publicado en la revista The Lancet en septiembre apuntaba a que la pandemia había causado en realidad unos 17,1 millones de decesos.

Lo que deja claro el panel de estadísticas de la OMS es que lo peor, tanto en lo que respecta a casos como a mortalidad, ya quedó atrás. Aunque siguen muriendo en el mundo miles de personas cada semana con covid, el último gran pico de diagnósticos mundial se registró hace ahora un año. Dejando aparte el enorme estallido de infecciones y muertes que ha experimentado China entre diciembre y enero, la situación tiende a la estabilidad, con algunos pequeños repuntes en determinados países.

“Definir una pandemia es muy complicado”, dice Rafael Toledo, catedrático de Inmunoparasitología de la Universidad de Valencia. “Se entiende como tal un brote que afecta a varios continentes, pero señalar el momento en el que se pasa a endemia no está claro. Lo que tenemos que asumir es que vamos a seguir teniendo casos de covid, que este invierno están por debajo de los de gripe. Tendremos que ver la evolución para comprobar si el coronavirus vuelve en forma de ciclos o picos”, añade.

Al no haber una definición oficial, podemos estar en pandemia o no, según a cuál atendamos. Adrián H. Aginagalde, especialista en medicina preventiva y salud pública, cree que esto no tiene mayor importancia desde el punto de vista operativo, aunque reconoce que influye desde el punto de vista de la opinión pública. Y considera que la covid cumple con los requisitos para ser denominada pandemia: “Una enfermedad expandida por todo el mundo, transmisible, que afecta a un número considerable de personas, y gravemente a algunas de ellas”.

Sí están establecidos los criterios para que una enfermedad sea una emergencia sanitaria internacional. Debe tener un impacto grave en la salud pública y ser inusual e inesperado, con riesgo de expansión internacional, y que tenga capacidad de generar restricción de movimientos de bienes o personas. La reunión de este viernes de la OMS evalúa precisamente esto y se viene haciendo cada tres meses desde que se declaró la emergencia.

A efectos prácticos, es más una herramienta para la propia OMS que para los países. Sus decisiones no son vinculantes, no puede prohibir o limitar la movilidad, pero estar en emergencia le sirve para movilizar recursos de forma más ágil. “La covid sigue necesitando una acción internacional coordinada, tanto en monitorización de casos, variantes, nuevas amenazas y redistribución del estocaje de vacunas. También es cierto que esos mecanismos se podrían mantener sin que la emergencia esté declarada, como se hace con el VIH, la malaria o la tuberculosis”, reflexiona Aginagalde.

El futuro de la covid y las vacunas

Más allá de definiciones, lo que realmente afecta a la ciudadanía es el comportamiento del virus, si las olas son parte del pasado o volverán, qué vacunas serán necesarias. Aginagalde recuerda que ninguna enfermedad respiratoria se ha eliminado ni convertido en endémica (en su definición de mantener un número de casos sostenido y estable). Todas tienen manifestaciones epidémicas, es decir, se presentan en picos estacionales con casos por encima de lo esperado.

La covid probablemente no sea una excepción, pero hasta el momento no ha adquirido el patrón estacional de otras, como la gripe o el virus respiratorio sincitial. Ha pasado poco tiempo para que lo haga, y los expertos la observan para determinar sus patrones, cuáles son los umbrales por encima de los cuales se podrá considerar que genera epidemias.

Como mencionaba Toledo, este invierno los casos de gripe han sido muy superiores a los de covid, pero el coronavirus sigue presentándose en ocasiones como una enfermedad grave que mantiene desde hace meses alrededor de 3.000 ingresados en los hospitales y más de 200 en las Unidades de Cuidados Intensivos, además de decenas de muertes al día: fueron casi 21.000 en los seis primeros meses 2022, según el INE.

La mayoría de las muertes se producen entre personas muy mayores o con comorbilidades, por lo que las autoridades sanitarias insisten en que esta población vulnerable reciba los refuerzos de la vacuna. Sin embargo, la cuarta dosis (segundo refuerzo para la mayoría) no está calando como las anteriores, y solo el 58% de la población mayor de 60 años la ha recibido.

El comité de expertos que asesoran a la autoridad sanitaria estadounidense (la FDA) aconsejan que la vacuna de la covid se convierta en un pinchazo anual para la mayoría de la población, algo parecido a lo que sucede ya con la de la gripe. Posiblemente sea la pauta que antes o después adopten los demás países occidentales. Al menos mientras el coronavirus siga suponiendo una amenaza para la salud.



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Sobre la firma

Pablo Linde
Escribe en EL PAÍS desde 2007 y está especializado en temas sanitarios y de salud. Ha cubierto la pandemia del coronavirus, escrito dos libros y ganado algunos premios en su área. Antes se dedicó varios años al periodismo local en Andalucía.

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