Detenida en Málaga una mujer tras llevar a su hijo 130 veces al médico en dos años y exagerar sus enfermedades
La Policía Nacional ha desarrollado una investigación exprés después de que el padre denunciara en febrero y la pediatra del menor diera la voz de alarma hace un año
Adrián (nombre ficticio) es un niño de cinco años de Málaga que, según su madre, ha presentado numerosos problemas de salud en los dos últimos años. Constantes vómitos, problemas estomacales, mareos, sangre en las heces, fiebre e incluso comportamiento agresivo que requería de ansiolíticos. Entre 2020 y 2021 la progenitora lo ha llevado hasta 130 veces a su pediatra de cabecera, pero también a urgencias hospitalarias o centros privados como Vithas, Hospiten y Quirón. Una investigación policial ha revelado que en la inmensa mayoría ocasiones las visitas eran innecesarias, los síntomas exagerados o inventados y que el pequeño, con leve autismo, recibía una medicación desproporcionada. La progenitora, de 38 años, ha sido detenida por la Policía Nacional por un supuesto delito de maltrato infantil por lesiones. La Junta de Andalucía ha declarado el desamparo de Adrián, que se encuentra ya con una familia de acogida en buen estado.
La madre sufre lo que la psicología define como síndrome de Munchausen por poderes, un tipo de maltrato infantil en el que su cuidador finge síntomas o provoca reales para que parezca que el niño está enfermo. La asistencia médica innecesaria, además, es potencialmente perjudicial para la víctima.”Quienes sufren Munchausen necesitan sentirse ultracuidadores, superhéroes. Obtienen satisfacción de sentir que cuidan muy bien a otra persona, como a este chico, pero a cambio lo tienen sometido”, explica Charo Rueda, catedrática de Psicología y profesora de Neurociencia Cognitiva en el Departamento de Psicología Experimental de la Universidad de Granada. La especialista señala que las consecuencias de este comportamiento en los niños son importantes, porque afectan a la salud física y también al desarrollo socio emocional. En ocasiones, los menores pueden incluso colaborar en la exageración y la mentira de sus supuestas enfermedades. “Su adulto de referencia le está haciendo ver que el mundo es así. ¿Cómo va a contradecir a su madre siendo tan pequeño?”, señala, quien insiste en que la situación “es absolutamente dañina para cualquier pequeño”.
Fue la pediatra de Adrián la que dio, en abril de 2021, la primera voz de alarma. Tras una de sus múltiples atenciones comunicó sus temores a la Junta de Andalucía cumplimentando una hoja SIMIA. Este es un procedimiento de la Administración andaluza para notificar “casos en los que se tenga constancia o se sospeche la existencia de situaciones de riesgo o desamparo” de un menor, algo que ocurrió 9.346 veces durante 2021, de las que 539 proceden del ámbito sanitario, según los datos de la consejería de Igualdad, Políticas Sociales y Conciliación. Fuentes de esta área explican que tras el aviso de la profesional sanitaria pidieron informes a los servicios sociales del Ayuntamiento de Málaga, “que apostaron por hacer una intervención con la familia”. La situación del niño, sin embargo, no cambió. El padre acabó denunciando la situación en comisaría el pasado 14 de febrero. Todo se aceleró.
Los miembros del Grupo de Menores (Grume) de Málaga comenzaron entonces el que denominan un trabajo “muy delicado”. “Es difícil investigar a una madre por cuidar muy bien a su hijo”, explica uno de los agentes implicados. “Pero cuando vas rascando, te das cuenta de que esos cuidados son enfermizos y que la vida del pequeño puede correr peligro. Era una labor a contrarreloj por el riesgo que corría el menor”, destaca el policía. Los primeros indicios recabados procedieron de la sanidad pública. El número de visitas médicas acumuladas en los dos últimos años era altísimo, a veces con cuadros inverosímiles. Los datos se cruzaron con los de centros privados como Quiron, Vithas y Hospiten. En total, sumaban 73 asistencias médicas en 2020 y 57 en 2021. “Había incluso dos veces en el mismo día. Iba rotando por distintos sitios para no llamar demasiado la atención”, explican desde el Grume.
En esas consultas pedía aumentar la dosis de ansiolíticos como Trankimazin para calmar la supuesta agresividad de Adrián. La excesiva medicación es la supuesta causa de que el niño no pudiera mantenerse en pie, de ahí que la mujer lo trasladase en silla de ruedas. Según la policía, la mujer conseguía, en ocasiones, manipular a los sanitarios para convencerlos de lo que, desde su punto de visa, ocurría. Creen que por eso el chico tiene determinado un nivel tres de autismo, más grave, cuando consideran que el suyo es un caso leve. Otras veces no tenía éxito, como cuando pusieron en duda la rotura de su muñeca debido a la supuesta agresividad de su hijo. También se negaron a implantar una sonda gástrica porque el chico ganaba peso y altura con normalidad.
Entre los informes recabados por la policía se encuentra el del colegio del menor, donde aseguran que este se comporta bien y es cariñoso, sin observar conductas agresivas ni autolesivas. De hecho, estos y todos los demás síntomas desaparecían cuando Adrián pasaba unos días alejado de su madre. “Ahí ya confirmamos que era la causante de todo”, cuentan fuentes de la investigación, que se aceleró a finales del mes de marzo. Entonces, el niño fue ingresado en el hospital Materno Infantil con un supuesto cuadro de vómitos y fiebres. Al comprobar su historial y la inexistencia de enfermedad, los sanitarios emitieron una segunda hoja SIMIA, lo que llevó finalmente al Servicio de Protección al Menor de la Junta de Andalucía a retirar la custodia a la madre.
Desde que está con su familia de acogida, Adrián no presenta ninguno de los síntomas por los que su madre le llevaba constantemente al médico, salvo el leve autismo. “Es muy cariñoso, ríe, come sin problemas, juega, corre y salta como cualquier niño”, cuentan fuentes de la investigación, donde señalan que el próximo paso será, si los informes así lo reflejan, dejar al pequeño al cuidado de su padre.
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