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Alemania debate la obligatoriedad de la vacuna en pleno récord de contagios

El país registra por primera vez más de 200.000 casos en un solo día mientras el Bundestag discute si con la variante ómicron sigue siendo necesario forzar a los reticentes a inmunizarse

Elena G. Sevillano
Vacunas Covid Alemania
El ministro alemán de Salud, Karl Lauterbach, el miércoles durante su intervención en el Bundestag.FILIP SINGER (EFE)

Alemania se está encontrando con más problemas de los que anticipaba su canciller, Olaf Scholz, cuando en noviembre pasado anunció la obligatoriedad de la vacuna. Entonces la cuarta ola, de la variante delta, tenía atenazados a los hospitales, que se encontraron en cuestión de pocas semanas con todas sus camas de cuidados intensivos ocupadas. Pero la ola de la ómicron ha cambiado las cosas. El consenso de entonces se ha desdibujado. Pese a registrar cifras récord de contagios, el primer debate en el Bundestag (Cámara baja) ha puesto de relieve la diversidad de opiniones, también entre los socios del Gobierno tripartito, sobre la necesidad de imponer los pinchazos a los cerca de 11 millones de adultos que siguen sin vacunar.

Justo el día en que se cumplen dos años del primer caso de coronavirus confirmado en Alemania, el de un trabajador de la empresa Webasto, en Baviera, la incidencia semanal ha escalado por encima de los 1.000 casos por 100.000 habitantes y se ha superado la barrera de los 200.000 contagios en 24 horas. En ciudades como Berlín empieza a ser raro el colegio en el que no se hayan detectado positivos en los últimos días. Ante la avalancha de casos, el Gobierno de la ciudad ha eximido a los padres de llevar a los niños a clase durante dos semanas.

Las tasas de hospitalización, en cambio, se mantienen estables. De hecho, está bajando ligeramente la ocupación de las UCI, que todavía atienden a muchos pacientes que enfermaron gravemente en la ola de noviembre y diciembre. La mayor levedad de la variante ómicron ha provocado que descienda el apoyo popular a una medida tan controvertida como la vacunación obligatoria. También los diputados tienen ahora más dudas que antes. Las expusieron en un debate de orientación, este jueves en el Bundestag. Se celebró sin que todavía haya llegado a la cámara ningún proyecto de ley y con los parlamentarios hablando en su propio nombre. La cuestión es tan delicada, y tiene tantas connotaciones éticas, que los partidos han dado libertad de voto a sus miembros.

El ministro de Sanidad, el socialdemócrata Karl Lauterbach, está a favor de la vacuna obligatoria para los mayores de 18 años. La defendió con vehemencia y alertó de que tiene que entrar en vigor cuanto antes para evitar males mayores en otoño. “No conozco a ningún científico a nivel internacional que asegure que la variante ómicron va a ser la última”, aseguró. Nadie descarta, añadió, que aparezca una nueva que combine mutaciones de las ya existentes y la convierta en peligrosa. “Tenemos que estar preparados y la única forma es protegernos unos a otros con las vacunas”, añadió. Lauterbach, el político mejor valorado ahora mismo en Alemania, recurrió al filósofo Hegel durante su intervención: “La vacunación nos permitirá recuperar la libertad; es el virus el que nos confina. Hegel dijo, y creo que tiene razón: ‘La libertad es el reconocimiento de la necesidad”.

Entre los 44 diputados que tomaron la palabra destacó una vía intermedia, la que propone por ejemplo el ministro de Justicia, el liberal Marco Buschmann. En su opinión, hay que buscar “alternativas más suaves”. Si los expertos aseguran que la mayor preocupación son los mayores de 50 años, quizás habría que plantearse la obligatoriedad solo a partir de esa edad. Desde un punto de vista constitucional, añadió, sería complicado justificar la vacuna forzosa en todas las edades cuando de lo que se trata es de evitar el colapso del sistema sanitario.

Los diputados de la oposición, los democristianos de la CDU, apoyaron mayoritariamente la vacuna a partir de los 18 años, y aprovecharon para criticar al Gobierno por la “falta de liderazgo” de Scholz y la escasa unanimidad entre los miembros del tripartito. Durante el mes de enero la oposición ha cargado repetidamente contra el canciller por sus titubeos a la hora de imponer lo que prometió en noviembre. Le afean que no haya presentado un proyecto de ley como se haría con cualquier otro asunto y que el debate se haya retrasado de forma que ya sea imposible la entrada en vigor entre febrero y marzo, como estaba previsto inicialmente.

Temor a la sobrecarga hospitalaria

Los expertos alertan de que la situación puede empeorar y avisan de una futura sobrecarga de los hospitales. “El número de nuevos infectados aumentará aún más y alcanzará su punto máximo probablemente a mediados de febrero”, pronostica el epidemiólogo Timo Ulrichs. Coincide con las predicciones del ministro Lauterbach, que calcula casi medio millón de contagios diarios para entonces. La tasa de vacunación alemana (72,5%) es todavía baja en comparación con otros países de la Europa occidental, por lo que aún tiene a mucha población vulnerable en peligro.

A ello se suma otro problema: “Estamos viendo cómo cada vez más personal tiene que aislarse o estar en cuarentena, y también muchos están abandonando sus trabajos para siempre debido a la sobrecarga y el permanente estado de emergencia”, añade Ulrichs. Alemania mantiene las restricciones que dificultan la vida social en interiores de los no vacunados. En bares y restaurantes se exige el pasaporte covid con la dosis de refuerzo o una prueba con resultado negativo reciente.

La tramitación parlamentaria de la vacuna obligatoria continuará en marzo, cuando se presentarán y votarán uno o varios proyectos de ley. Los Verdes, socios de Gobierno de Scholz junto a los liberales, se mostraron divididos con respecto a la medida. También en Die Linke, la izquierda, hay distintas sensibilidades. Solo entre los miembros de la ultraderechista Alternativa para Alemania (AfD) hubo unanimidad. Todos rechazaron la inmunización forzosa. El partido ha intentado capitalizar el hartazgo de la población oponiéndose a las restricciones y dando alas a los movimientos negacionistas y antivacunas. Alice Weidel, su portavoz parlamentaria, calificó de “autoritarismo” la medida y aseguró que no tiene “justificación médica, ética ni legal”.

Según los medios alemanes, llegarán al Parlamento al menos dos proyectos de ley impulsados por grupos de diputados. Uno, de miembros de la coalición, apostará por la vacunación obligatoria para todos los adultos y por multas para forzar a su cumplimiento. El otro, impulsado por parlamentarios liberales, opta por un plan en dos pasos. En primer lugar, obligar a los que se niegan a vacunarse a asistir a una sesión de asesoramiento con un médico. Si eso no mejora las tasas de vacunación, se pasaría a la obligatoriedad, pero a partir de los 50 años.

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Sobre la firma

Elena G. Sevillano
Es corresponsal de EL PAÍS en Alemania. Antes se ocupó de la información judicial y económica y formó parte del equipo de Investigación. Como especialista en sanidad, siguió la crisis del coronavirus y coescribió el libro Estado de Alarma (Península, 2020). Es licenciada en Traducción y en Periodismo por la UPF y máster de Periodismo UAM/El País.

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