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¿Pandemia o endemia? Europa empieza a plantearse cómo convivir con el coronavirus

La agencia de salud pública europea avala la estrategia española y espera que más países se planteen vigilar la covid como si fuera una gripe

Covid España
Varias personas deambulan frente a la Puerta de Brandeburgo, en Berlín (Alemania) el pasado 11 de enero.FILIP SINGER (EFE)
Elena G. Sevillano

Casi dos años después del inicio de la pandemia, Europa se enfrenta a la ola más explosiva hasta la fecha. La variante ómicron, que predomina en todo el continente, ha disparado el número de contagios a un nivel sin precedentes en cuestión de días. Más contagiosa que las anteriores, también es más leve. Provoca menos letalidad y menos hospitalizaciones en una población en buena medida inmunizada, bien por las vacunas o por haberse infectado previamente. ¿Es el momento de empezar a pensar en la nueva normalidad? El debate ya se ha instalado en Europa, donde países como España plantean un cambio de estrategia y vigilar la covid como si fuera una gripe común.

La reducción de las cuarentenas y aislamientos que muchos han aprobado estos días apunta en esa dirección: la sociedad no puede vivir permanentemente en estado de emergencia ni poner en riesgo la actividad económica y los servicios públicos, argumentan. Miembros del Gobierno de Boris Johnson apuestan claramente por empezar a tratar la covid en el Reino Unido como una enfermedad endémica. España propone dejar de hacer pruebas y contabilizar cada caso y pasar una vigilancia similar a la de la gripe, en la que una red de médicos centinelas sirven de testigos para saber cómo avanza el virus.

La mayoría de expertos y países como Francia y Alemania consideran que todavía es pronto para hablar de endemia (enfermedad con elevada prevalencia y constante en el tiempo), pero cada vez hay más voces que piden ir preparándose para cuando llegue. La agencia de salud pública europea (ECDC por sus siglas en inglés) avala la estrategia española para empezar a vigilar la covid como se hace con otras enfermedades. “El ECDC anima a los países a hacer la transición desde un sistema de vigilancia de emergencia a otros más sostenibles y orientados a objetivos”, aseguró a EL PAÍS un portavoz del organismo. “Esperamos que más Estados miembros [además de España] deseen cambiar a un enfoque de vigilancia sostenible a largo plazo”, añadió.

En realidad no es solo la mayor levedad de la ómicron lo que está empujando a un cambio de estrategia. Su contagiosidad explosiva ha puesto al límite al sistema. “La propuesta española tiene sentido porque el rápido incremento de la incidencia hace imposible el seguimiento de contactos y ha desbordado las capacidades diagnósticas”, señala Eva Grill, epidemióloga de la Universidad Ludwig Maximilian de Múnich. Los laboratorios alemanes han alertado esta semana de que están llegando a su límite. Lothar Wieler, el presidente del Instituto Robert Koch de enfermedades infecciosas, anunció el viernes que habrá que decidir a quién se le hace una PCR. Los empleados de infraestructuras críticas tendrán prioridad para no poner en riesgo su funcionamiento.

La Comisión Europea se muestra reticente al cambio de enfoque que propone abiertamente el Reino Unido y sugiere España: “La Agencia Europea del Medicamento y la OMS han señalado que aunque ómicron puede fomentar una mayor inmunidad natural que se sumaría a la de las vacunas y podría ser un primer paso hacia un escenario cercano a la endemia, todavía no estamos en esa etapa y el virus todavía se comporta como un virus pandémico peligroso”, aseguró un portavoz de la comisaria Stella Kyariakides. “Todavía estamos en plena pandemia”, subrayó. Marco Cavalieri, responsable de la estrategia de vacunas de la Agencia Europea del Medicamento respondió a la propuesta de Pedro Sánchez calificándola de precipitada. “Ómicron es altamente contagiosa y provoca elevadas cifras de gente infectada. Es importante ser conscientes de su carga potencial y no minusvalorarla como una enfermedad leve”, insistió en rueda de prensa.

La OMS tampoco tiene ninguna prisa en un cambio de modelo. En su último informe la organización calcula que más del 50% de la población europea —unos 250 millones de personas— se habrá contagiado de covid en las próximas seis a ocho semanas. “Tenemos que ser muy precavidos con las predicciones sobre el futuro”, dijo su director para Europa, Hans Kluge, que considera la propuesta española prematura. Kluge recordó que el coronavirus sigue siendo capaz de mutar de nuevo y convertirse en una nueva amenaza. “Hay que ser muy precavidos con las predicciones sobre el futuro”, aseguró.

Pero incluso la precavida Alemania empieza a vislumbrar la salida de la pandemia. Su virólogo estrella, Christian Drosten, afirmó este viernes que en algún momento habrá que dejar que sea la propia covid la que “actualice” la inmunidad de la población. Aunque puntualizó que mientras en otros países, con mayor tasa de vacunación y más contagios, esto puede ser factible dentro de poco, quizá es pronto para que Alemania corra ese riesgo. El país todavía tiene a tres millones de mayores de 60 años sin vacunar y casi nueve todavía no han recibido la dosis de recuerdo que protege mejor contra ómicron. “Para nosotros el mayor obstáculo es la baja tasa de vacunación”, reconoció.

Vacunación contra la covid en Berlín (Alemania) el 8 de enero.
Vacunación contra la covid en Berlín (Alemania) el 8 de enero.HANNIBAL HANSCHKE (AFP)

Alemania ha reducido la cuarentena de 14 a 10 días mientras registra cifras de contagios nunca vistas desde que empezó la pandemia. En Francia las infecciones también van al alza, con alrededor de 300.000 casos diarios esta semana, seis veces más que hace un mes. Con el presidente, Emmanuel Macron, en plena precampaña electoral para las elecciones de abril, el debate sobre la vuelta a la normalidad apenas ha prendido. Tampoco en Italia, donde los contagios también están disparados y se acaba de anunciar la obligatoriedad de la vacunación para mayores de 50 a partir del 15 de febrero, algo que también hará Austria a partir del 1 de febrero. Las hospitalizaciones en Italia llevan repuntando desde el inicio del año y hay consenso en que la situación todavía es muy delicada como para plantearse la siguiente fase. Además, el movimiento antivacunas italiano se ha organizado para resistir a la inmunización forzosa.

Tampoco España es partidaria de cambiar de estrategia ahora, sino de actuar cuando termine la sexta ola y dejar entonces de gestionar la pandemia con los indicadores que han venido usándose hasta ahora. “Sin duda es momento de abrir el debate”, asegura Grill, para estar preparados cuando la situación mejore. A día de hoy, la epidemióloga ve tres opciones posibles. La primera es el control estricto y la mitigación, como hace China. “Para Europa esto no es ni factible ni aceptable ahora”, zanja. Otra posibilidad sería “simplemente dejarse llevar”, es decir, abolir las medidas de mitigación, reducir las cuarentenas y dejar de hacer rastreo de contactos. “Sería potencialmente factible en países con altos porcentajes de vacunación o de inmunización, pero habría que pagar un precio alto, al menos para los no vacunados, y está el riesgo de sobrecargar la sanidad”, explica.

Alemania ha optado por un “camino intermedio” con pase covid en restauración, ocio y comercios, test de antígenos y obligación de usar mascarillas FFP2 en el transporte. Por el momento el país no parece dispuesto a reducir restricciones, sino que podría endurecerlas si vuelven a subir las tasas de hospitalización, que ahora van a la baja. Esas medidas, opina Grill, podrían funcionar si se complementan con un sistema de alerta rápido que tenga en cuenta la incidencia y además los ingresos en UCI. Eso sí, en caso de que los países decidan vigilar la covid de forma menos exhaustiva, el ECDC alerta de que en algunos países los sistemas actuales para medir la gripe no serían suficientemente sensibles para el coronavirus. El nuevo método deberá cubrir a una parte más representativa de la población y tener más capacidad de testeo y de secuenciación.

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Sobre la firma

Elena G. Sevillano
Es corresponsal de EL PAÍS en Alemania. Antes se ocupó de la información judicial y económica y formó parte del equipo de Investigación. Como especialista en sanidad, siguió la crisis del coronavirus y coescribió el libro Estado de Alarma (Península, 2020). Es licenciada en Traducción y en Periodismo por la UPF y máster de Periodismo UAM/El País.

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