Un tercio de los cuarentañeros ya ha recibido la dosis de refuerzo de la vacuna contra la covid
El 38% de la población española ya tiene puesta la inyección de recuerdo, en la media de la Unión Europea
La vacunación contra la covid en España mantiene su velocidad de crucero en esta nueva fase de dosis de recuerdo y pediátricas: las comunidades autónomas no bajan del millón de inyecciones semanales (1,6 millones en los últimos siete días). Con 9 de cada 10 mayores de setenta años con el refuerzo y un 84% de los sexagenarios con la misma pauta, avanza entre los siguientes grupos de edad: se han inmunizado más de la mitad de los cincuentañeros (56,7%) y un tercio de los cuarentañeros (31,5%), mientras que el 43,9% de los niños de entre 5 y 11 años ya ha recibido su primer pinchazo.
El porcentaje total de población con dosis de refuerzo es del 37,8%, al nivel de la media de la Unión Europea, pero por debajo de otros países como Dinamarca (56%), Italia (45%) o Francia (41%). Contrasta con la doble pauta, en la que España no solo es uno de los líderes de la UE, sino del mundo. La diferencia se explica por una estrategia distinta: mientras que la mayoría de los gobiernos abrieron terceras dosis para la población general hace meses, España ha ido escalando por edades: hasta mediados de diciembre no se podían vacunar por tercera vez menores de 60 años que no fueran sanitarios o enfermos crónicos.
El ritmo es menor que en otras fases de la campaña, en las que se llegaron a alcanzar los cuatro millones de dosis semanales. Pero, como apunta José Antonio Forcada, presidente de la Asociación Nacional de Enfermería y Vacunas (Anenvac), “la urgencia también es menor”. El avance está condicionado a que los vacunados con la pauta completa vayan cumpliendo cinco meses desde su última inyección (hasta la semana pasada el protocolo indicaba seis meses) y a los contagios, que se cuentan por cientos de miles a la semana y retrasan el pinchazo para quienes se infectan.
Forcada asegura que lo fundamental es avanzar con la población mayor y con quienes sufren enfermedades que los hacen más vulnerables a la enfermedad grave, como inmunodeprimidos, trasplantados o personas que han sufrido cáncer. “Es más importante completar la dosis de refuerzo en estas personas, que tienen más riesgo de acabar hospitalizados, que en las más jóvenes y sanas. En el resto de grupos no hay esa prisa. Además, el personal está cansado, hay muchas bajas y sería inasumible volver al ritmo de meses pasados”, concluye.
En esta misma línea se manifiesta Manuel Franco, portavoz de la Sociedad Española de Salud Pública (Sespas): “Lo relevante es que en la gente mayor el porcentaje de dosis de refuerzo es muy alto”. Este experto cree que es valioso reparar en las diferencias territoriales que hay en la administración de vacunas. Mientras Asturias y Galicia rondan el 94% de la población mayor de 70 años con la dosis de refuerzo, otras como Canarias y Baleares están casi 10 puntos por debajo. “No hay motivos para estos contrastes. Hay sitios donde están haciendo muy buena campaña, y la salud pública consiste en mirarlos y aprender de ellos”, señala.
El Ministerio de Sanidad y las comunidades autónomas abrieron la semana pasada la puerta a inyectar la dosis de refuerzo a toda la población mayor de 18 años. Aunque la vacunación va avanzando en todas las edades, el grueso ahora está en los cuarentañeros, que van cumpliendo medio año desde su última dosis: la semana pasada, más de 614.000 personas en esta franja de edad recibieron su tercer pinchazo. En las próximas semanas vendrán los treintañeros y los veinteañeros, los grupos de población más reacios a la inyección (el 85% frente a la media del 90,5% en mayores de 12 años).
Franco considera que lo normal será que, como ha sucedido con la doble pauta, a medida que se baja la franja de edad, menos porcentaje de población reciba la dosis de refuerzo. En parte porque son menos vulnerables o porque ya se sienten protegidos con dos dosis. Aunque es cierto que con esta pauta el riesgo individual de enfermar gravemente por el coronavirus es muy pequeña, a nivel poblacional y en términos absolutos, se pueden evitar miles de hospitalizaciones, según indican los estudios.
“Además, se está expandiendo la idea en la población de que la tercera dosis te deja bastante fastidiado un par de días por los efectos secundarios esperados, como la fiebre. Esto no ayuda a que la gente se la ponga, porque no todo el mundo se puede permitir estar dos días tumbado”, señala Franco.
A esto se suma que un porcentaje cada vez mayor de la población ha pasado la enfermedad después de recibir dos dosis (la infranotificación de casos impide saber exactamente cuánta). Aunque la vacuna reduce en mucho el riesgo de enfermar gravemente y morir, su efecto es menor para el contagio, y está por determinar hasta qué punto lo hace con la variante ómicron.
El Ministerio de Sanidad y las comunidades estipularon una diferencia de al menos cuatro semanas entre la infección y el refuerzo, aunque varios inmunólogos y virólogos consultados por este periódico creen que no es necesaria tan pronto. “Tras la vacunación, una infección por ómicron es como una nueva dosis, pero más completa, porque no solo nos exponemos a una parte del virus, como con la inyección, sino a todos sus antígenos. Semanas después, el organismo tiene anticuerpos efectivos. No por dar una y otra dosis hasta el infinito sin espaciamiento de tiempo vamos a conseguir una mejor protección”, explicaba Marcos López Hoyos, presidente de la Sociedad Española de Inmunología.
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