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La UE rebasa en un año de vacunas los 1.000 millones de pinchazos contra la covid-19

La desconfianza de una parte de la población hacia la inmunización y la aparición de nuevas variantes obliga a los países europeos a mantenerse en guardia ante un posible rebrote brutal de la pandemia

Varias personas con mascarillas, este lunes en París.
Varias personas con mascarillas, este lunes en París.CHRISTIAN HARTMANN (REUTERS)

La campaña europea de vacunación contra la covid-19 ha cumplido un año este lunes. 12 meses de inyecciones, más de 1.100 millones de dosis distribuidas y casi 500.000 vidas salvadas en todo el continente, según cálculos oficiales. Una hazaña sanitaria y logística que aquel 27 de diciembre de 2020, con los primeros pinchazos en Guadalajara, Saint Denis (Francia) o Roma, parecía muy difícil de conseguir y que durante las primeras semanas estuvo en duda por problemas de producción y distribución.

Con el 78,4% de la población adulta ya vacunada, el club comunitario afronta ahora la nueva ola de contagios de este invierno con un número de hospitalizaciones y muertes incomparablemente más bajos que antes de las campañas de vacunación. Un año después, el éxito de la lucha contra la pandemia todavía no está garantizado y la aparición de nuevas variantes hace cundir el desaliento en parte de la población. La resistencia de millones de europeos a vacunarse y la falta de dosis para vacunar a los habitantes de países terceros (sobre todo, en África) obliga a la UE a mantenerse en guardia ante un posible rebrote brutal de la enfermedad.

“Hoy hace exactamente un año que empezaron las campañas de vacunación contra la covid-19 en toda Europa y desde entonces hemos recorrido un largo camino”, ha señalado la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, en una alocución con motivo del aniversario. Von der Leyen ha agradecido el esfuerzo de todos los sectores implicados en unas campañas de vacunación sin precedentes, desde el sanitario y farmacéutico al logístico.

En España, la mayor campaña de vacunación de la historia arrancó hace justo un año en Guadalajara. Araceli, de 96 años y residente en el centro Los Olmos, fue la primera persona en recibir una dosis de la vacuna frente al coronavirus, en su caso de Pfizer-BioNtech. La vacunación se inició en el país y el resto de socios de la Unión Europea alguna semana más tarde que en otros lugares como Estados Unidos, Reino Unido e Israel, lo que provocó algunas dudas que se vieron incrementadas por problemas de suministro y retrasos en la entrega de dosis por parte de los fabricantes, especialmente Janssen. Los recelos, sin embargo, se disiparon a medida que avanzaba la primavera, la llegada de viales crecía y los ciudadanos acudían masivamente a los centros de vacunación, informa Oriol Güell.

Con la mayor disponibilidad de dosis también empezó a hacerse evidente que la disposición de los españoles a inmunizarse era mayor que la de la mayoría de los países de su entorno, con la excepción de Portugal, lo que ha llevado al país a la cabeza de los más vacunados del mundo y a recibir elogios internacionales por una campaña calificada de ejemplar. Con datos del pasado jueves, 37,83 millones de personas mayores de 12 años, el 89,8% del grupo diana, ya ha completado la pauta vacunal. Además, 700.000 niños de 5 a 11 años (el 21% de los 3,3 millones que viven en España) ya habían recibido la primera dosis del suero pediátrico en los 10 primeros días de la campaña dirigida a este grupo de edad.

Falta de solidaridad

El doctor Hans Kluge, director de la división europea de la Organización Mundial de la Salud (OMS), subraya que “es la primera vez en la historia que las vacunas se desarrollan tan rápido”. Pero Kluge lamenta, en declaraciones a EL PAÍS, que ese gran logro “se haya escapado por las grietas de la sociedad: la falta de solidaridad, por un lado, y la falta de confianza, por otro”.

Von der Leyen, dado el aumento de contagios provocado por la variante ómicron, tampoco ha caído en el triunfalismo. Pero ha recordado que Europa cuenta “con dosis suficientes para que toda la población sea vacunada y reciba la de refuerzo”. “Así que protejámonos y protejamos a los demás, porque la vacuna es la mejor posibilidad que tenemos para vencer al virus”, ha animado la presidenta de la Comisión a la vista de que el porcentaje de personas vacunadas ha tocado techo en algunos países y en otros se ha estancado en niveles muy bajos.

El primer aniversario de las campañas de vacunación coincide, precisamente, con el debate generalizado sobre la necesidad o no de imponer la vacuna de forma obligatoria. El tema era tabú hace un año, cuando la Comisión Europea y la mayoría de los gobiernos europeos consideraban contraproducente plantear siquiera la posibilidad de una vacunación ineludible para todos los ciudadanos.

Pero la aparición de importantes bolsas de población que, por unos motivos u otros, se resisten a aceptar el pinchazo ha llevado a que se plantee abiertamente la inoculación obligatoria a partir de 2022. Y la tensión entre partidarios y detractores de la vacuna se recrudece, agravada por la fatiga de una prolongada crisis sanitaria, social y económica.

Alemania (con el 70% de población total vacunada, frente a un 79,9% de España) ya ha aprobado la vacunación obligatoria a partir de febrero de 2022. Francia (74%) ha limitado la expedición del certificado covid a las personas vacunadas, lo que cierra el paso a la mayoría de actos sociales a las personas que solo pueden acreditar una prueba negativa. Y en Bélgica (76%), donde el gobierno descartaba hasta ahora imponer la inyección, el primer ministro ha indicado este lunes que “está dispuesto” a abordar la obligación de la vacuna.

Pero la resistencia de la minoría antivacunas también es cada vez más virulenta. Las manifestaciones en Bruselas contra el antídoto han provocado altercados durante tres domingos seguidos, con un saldo de decenas de detenidos. Y en Sajonia, el bastión alemán de la resistencia al pinchazo, la policía desbarató los planes de un grupúsculo para asesinar al primer ministro regional.

El rebrote de contagios provocado por la ómicron, secuenciada por primera vez en Sudáfrica a finales de noviembre, alimenta las teorías negacionistas sobre la efectividad de las vacunas. Pero las cifras dejan pocas dudas respecto al impacto mortal de la enfermedad antes y después del 27 de diciembre de 2020, cuando la UE puso en marcha de manera concertada las campañas de vacunación en los 27 países del club.

La primera ola de la pandemia llegó a provocar en España hasta 996 muertes en un día en abril de 2020 y en febrero de este año, con las vacunas todavía alcanzando a un porcentaje de la población muy pequeño, se llegaba a cotas mortales de más de 700 personas al día. En la ola de este invierno, no se ha llegado por ahora al centenar de muertos diarios a pesar de que el número de contagios se ha disparado por encima de los 72.000 casos en 24 horas.

El mismo patrón esperanzador, de más contagios pero menos muertes, se repite en los países con altas cotas de vacunación, mientras que los socios con baja ratio, como Rumania, han sufrido las dramáticas escenas de la primera ola, con los hospitales saturados y el traslado de enfermos a países vecinos.

Evitar muertes

Un estudio de la OMS y del ECDC (Centro europeo de prevención y control de enfermedades) calcula que hasta noviembre de 2021 las vacunas evitaron la muerte de 470.000 personas de más de 60 años en los 33 países europeos analizados.

En España, con el 97% de la población de ese tramo de edad vacunada, se evitaron 89.000 muertes. Es decir, que mientras el país representa un 10,5% de la población total de la UE (447,7 millones), en términos de vidas salvadas por las vacunas el peso de España aumenta hasta el 18,9% del total de la Unión. Se espera, además, que en el futuro la inmunización evite el 72% de las muertes de enfermos de covid-19 con más de 60 años. En los países de Europa central y del Este, donde las campañas fueron más lentas o se estancaron, el porcentaje de vidas salvadas se teme que sea mucho menor, en torno al 33% en Hungría, el 20% en Polonia o el 14% en Eslovaquia, según el citado estudio.

Kluge, director de la división europea en la OMS, recomienda que la vacunación se lleve a cabo involucrando a las sociedades y acompañándola “de transparencia y responsabilidad, con control e información sobre los casos adversos que se produzcan”. Y recordando que la aplicación de las vacunas no basta por sí sola, sino que debe ir aparejada “con medidas de salud social, cobertura sanitaria universal y una potente atención primaria”.

La OMS y el ECDC señalan que la lentitud en el despliegue de las vacunas es uno de los elementos que contribuye a la mayor mortalidad de algunos países. La amenaza se cernía hace un año sobre casi todo el continente, porque tras el 27 de diciembre las dosis solo empezaron a llegar con cuentagotas. Los fabricantes de las primeras vacunas autorizadas por la Comisión Europea, BioNTech/Pfizer y AstraZeneca, adujeron problemas de fabricación y ajustes en la cadena de producción y distribución para justificar la falta de viales denunciada por varios gobiernos europeos.

Las protestas arreciaron y pusieron contra las cuerdas a una Comisión que, sin tener competencias para ello, había decidido asumir la coordinación de las compras conjuntas para evitar que las vacunas solo llegasen a los países más ricos del club. La lentitud europea contrastaba con el rápido despegue en EE UU. Y el Reino Unido, que acababa de consumar la salida de la UE, esgrimía también su rápida campaña como prueba del éxito del Brexit. Incluso Rusia y China intentaron aprovechar el tropiezo de la UE para promover el uso de sus vacunas, Sputnik y Sinovac, a pesar de que no habían sido (ni lo han sido todavía) autorizadas por en la Unión. “Llegamos a temer que el fiasco inicial afectase a la credibilidad de las vacunas y pusiese a la opinión pública en contra”, reconoce una fuente comunitaria.

Von der Leyen reaccionó de manera tajante. Y tras imponer un control de las exportaciones para evitar que las farmacéuticas vendiesen las dosis al mejor postor, redobló la presión sobre la farmacéutica anglosueca AstraZeneca, con la que se acabó en la ruptura total. Las cifras se dieron la vuelta y el ratio de vacunación en la UE (78,4%) está por delante de Reino Unido (69%) o EE UU (60%) y ha dejado muy atrás a Rusia (43%), aunque no tanto a China (74%).

La alemana BioNTech y la estadounidense Pfizer se han convertido en el suministrador por antonomasia de la Unión Europea, y cubren 2.400 millones de los 4.200 millones de dosis que ha reservado la Comisión. El resto corresponde a cuatro vacunas autorizadas (Moderna, Janssen, AstraZeneca y Novavax) o en vías de autorización (Sanofi/GSK) o de desarrollo (Novavax).

Compartir dosis

La UE también ha sido, con 3.000 millones de euros, uno de los principales contribuyentes a la iniciativa global Covax, que aspira a vacunar al 20% de la población de países con pocos o limitados recursos. La Comisión también espera compartir 700 millones de dosis hasta mediados de 2022. El ritmo de pinchazos, sin embargo, es extremadamente lento en países cercanos a la UE, sobre todo en África, donde apenas el 7% de la población ha recibido la vacuna. Los países africanos acusan a los occidentales de acaparar las dosis disponibles y el malestar está dañando incluso las relaciones diplomáticas.

“Los gobiernos africanos están muy enfadados, por la falta de vacunas y también por el repentino cierre de fronteras tras la aparición de la variante ómicron”, reconoce el jefe de la diplomacia europea Josep Borrell en declaraciones a este diario. El doctor Kluge considera esencial “garantizar el acceso global a las vacunas y evitar un nacionalismo acaparador”. Y lamenta que ni el G-7 ni el G-20 hayan asumido el liderazgo en un terreno tan vital para poner fin a la pandemia.

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