El año en el que las mujeres dijimos ‘basta’
En 2021, las feministas se consolidaron como oposición en México, el Me Too generó una avalancha de denuncias en Venezuela, la lucha por el aborto sufrió altibajos y Simone Biles nos dio una lección en Tokio
Las mujeres se han puesto en este 2021 al frente de varias luchas que han convertido a los movimientos feministas en verdaderos protagonistas del año. Están las mexicanas que, ante la violencia creciente e impune hacia ellas, se han convertido en un movimiento opositor en su país; las venezolanas, que se han atrevido a hablar de los casos de acoso y abuso y han desatado una avalancha de denuncias; las mujeres de diferentes partes del continente que defienden el acceso al aborto libre, seguro y asequible; o el ejemplo de Simone Biles, que se atrevió a decir ‘basta’ en la cima del deporte olímpico y a poner el debate de la salud mental sobre la mesa. En Americanas, el boletín feminista de EL PAÍS América, hacemos un repaso de cómo ha sido este año para las mujeres. (Esta es la versión web de este newsletter que nació este año para abordar noticias e ideas con perspectiva de género. Si quieres suscribirte, puedes hacerlo en este enlace).
El feminismo, un movimiento opositor en México:
2021 ha sido el año de la consolidación de los poderosos movimientos de mujeres como oposición al presidente Andrés Manuel López Obrador y a todas las autoridades que no tienen en cuenta sus demandas. En un país sumido en una profunda crisis de seguridad pública, en el que cada día 11 mujeres son asesinadas, la impunidad —superior al 95%— reina en los casos de feminicidio. Quizás la señal más clara de la fuerza de las mujeres y cómo las autoridades se tapan las orejas frente a sus demandas fue cuando, antes de las protestas feministas del 8 de marzo, el Palacio Nacional amaneció amurallado. Las mexicanas llegaban a ese día indignadas por el caso de un aspirante a gobernador, el oficialista Félix Salgado Macedonio, quien estaba acusado de dos violaciones y varios casos de abusos sexuales y al que López Obrador ofreció su apoyo incondicional. Finalmente Salgado Macedonio no pudo concurrir a la gubernatura de Guerrero, pero su salida de la contienda no tuvo nada que ver con esos casos de violencia sexual.
Mientras este tipo de acusaciones que tienen a figuras públicas como protagonistas se multiplican —en muchos casos sin que haya justicia para las víctimas—, el año en México nos ha dejado una palabra importante en un caso de violencia de género: justicia reparadora. La influencer mexicana Yoseline Hoffman, conocida como YosStop, que fue condenada a prisión por difundir en sus canales el video de la violación grupal que sufrió una menor de edad en 2018, pudo salir de la cárcel a cambio del compromiso de aprender y difundir temas a favor de la perspectiva de género. El acuerdo reparatorio con la víctima contempla una multa, una disculpa pública, la colaboración con las investigaciones vinculadas al caso y que durante tres años Hoffman acuda a clases para aprender sobre discriminación, perspectiva y violencia de género. La influencer deberá compartir en sus redes sociales un video mensual sobre lo que aprenda y donar el 5% de sus ganancias mensuales a colectivos feministas.
El Me Too venezolano, por Florantonia Singer:
Un espeso silencio ha seguido al grito del Me Too en Venezuela. Fue a finales de abril, cuando una avalancha de denuncias en redes sociales contra músicos, directores de teatro y escritores mostró la herida profunda que ha dejado en las mujeres la normalización del abuso y el acoso sexual y el ejercicio de la masculinidad desde una posición de poder. El poeta venezolano Willy McKey fue uno de los señalados y se suicidó al lanzarse de un edificio en Buenos Aires. Borró toda su cuenta en Instagram y dejó colgados tres comunicados en los que reconocía haberse acostado con una adolescente de 16 años, 20 años menor que él. La ola que iniciaron las víctimas de Harvey Weinstein tardó unos años en llegar a este país de madres solas y mujeres echadas para adelante, en el que machismo es un asunto escondido bajo la alfombra. El fiscal general, Tarek William Saab, se montó en los trending topics de esos días, como suele hacer, y abrió investigaciones contra algunos de los señalados, en algunos casos con motivaciones políticas detrás. Se fijaron posiciones, se cancelaron poemarios, se retiraron premios y muchas más mujeres decidieron mostrar sus heridas y señalar a sus agresores. Lo ocurrido, lo dicho y lo revelado, dejó cicatrices en una parte de los venezolanos. Pero si hay que hacer un balance de este 2021, el feminismo venezolano, que por años estuvo atomizado en pequeñas organizaciones, en algún momento polarizadas por la política, ha cuajado en un movimiento mucho más potente y unido que se hace sentir con cada feminicidio o agresión, que documenta las violencias de género, multiplica los servicios de contención para las víctimas y también ha vuelto a empujar la lucha por la despenalización del aborto, una de las tantas deudas del Estado venezolano.
Un año de altibajos en la lucha por el derecho a un aborto libre y seguro:
Si 2020 acabó con una nueva ola verde en América después de que Argentina aprobara el acceso libre y legal al aborto hasta la semana 14 de gestación, 2021 ha sido un año de altibajos en la defensa del derecho a decidir de las mujeres. En Estados Unidos, donde el aborto está protegido por la Constitución desde hace casi medio siglo, la posibilidad de las mujeres de interrumpir el embarazo libremente está ahora en peligro. El Tribunal Supremo —de mayoría conservadora tras la presidencia de Donald Trump— deberá decidir en 2022 sobre una ley de Misisipi que prohíbe interrumpir la gestación a partir de la decimoquinta semana y que generará un precedente. En otros países también ha habido luchas en ese sentido. En República Dominicana, uno de los cinco países de América Latina donde el aborto está prohibido bajo cualquier circunstancia, las mujeres les plantaron cara a sus políticos con una acampada por más de 50 día para exigirles que defiendan el derecho de poner fin al embarazos en las tres causales básicas. No lo han conseguido, pero han demostrado que no se van a quedar calladas ante una prohibición que pone en peligro la vida de muchas mujeres, especialmente las más pobres.
En Colombia, el camino hacia la despenalización se despejó este año gracias a Causa Justa, un movimiento que logró unir a feministas de todo el país para trabajar por un mismo propósito, como nos cuenta Sally Palomino. Las mujeres de más de 90 organizaciones se volvieron una sola voz y lograron que la Corte Constitucional tomara para su estudio una demanda que busca eliminar el delito del aborto del Código Penal. Los datos oficiales señalan que, de 2006 a 2019, cuando se aprobó la despenalización parcial, al menos 246 mujeres habían sido sancionadas penalmente (una cuarta parte de ellas eran adolescentes de entre 14 y 17 años). Los tiempos que estaban previstos para que la Corte tomara una decisión a finales de este año se extendieron. Por eso también en 2022 seguiremos viendo la ola verde tomándose las calles de Colombia por una causa justa.
Este año, EL PAÍS forjó una red de periodistas en Argentina, Colombia, Costa Rica, El Salvador y México que expusieron las tácticas que grupos de ultraderecha utilizan para evitar que las mujeres interrumpan sus embarazos no deseados, nos recuerda nuestra compañera Isabella Cota, quien dirigió la investigación. Los grupos, financiados y afiliados por una organización en EE UU con ligas al Partido Republicano, ofrecen adopciones de manera ilegal, por lo que Gobiernos en dos países iniciaron investigaciones. Lo impactante de esta historia es que describe el extremo al que grupos religiosos llegan, con mentiras y maltratos, para frenar el avance de los derechos reproductivos en la región.
El ejemplo de Simone Biles:
2021 también fue el año en el que una mujer muy poderosa, Simone Biles, la gimnasta más grande de nuestro tiempo y una de las caras visibles de las víctimas de abusos sexuales por parte del entrenador Larry Nassar, dijo basta. Con su retirada de algunas pruebas en los Juegos Olímpicos de Tokio porque sentía que su cuerpo y su mente no estaban conectados, nos dio una lección sobre cuáles deben ser nuestras prioridades en la vida y puso el debate de la salud mental sobre la mesa.
Estos son nuestros artículos recomendados de la semana:
El gobierno feminista que promete Gabriel Boric
Joan Didion, chica de California
La mujer zapoteca que crea comunidad en Los Ángeles
Y para despedirnos, unas sugerencias:
📚Un libro:
Isabella Cota nos recomienda Indomable, de Glennon Doyle, un libro que narra cómo la autora pasó de ser una madre y esposa devota cristiana a liberarse tras enamorarse de la futbolista Abby Wambach y erigirse en activista LGTBQ+
👭 Una campaña:
Jacqueline Fowks, colaboradora de EL PAÍS en Lima, nos recomienda seguir la campaña “Tengo dos mamás” de las peruanas Darling Delfin y Jenny Trujillo. Las mujeres se casaron en México porque en Perú no hay matrimonio para personas del mismo sexo y tuvieron un bebé que solo pudo ser inscrito a nombre de una de la madres como nacido en el extranjero. La pareja acudió a la justicia de su país y en octubre un juzgado constitucional ordenó al Registro Nacional de Identificación y Estado Civil (Reniec) que reconozca los apellidos de ambas en el DNI del niño. “La decisión de no inscribir a ambas madres responde a una interpretación que deja al niño en la situación de mayor vulnerabilidad”, resolvió el magistrado Jonathan Cueva. Sin embargo, el Reniec apeló esa decisión, no acató la inscripción de ambos apellidos y el juzgado constitucional ha fijado una nueva vista de la causa para agosto próximo. La campaña “Tengo dos mamás”, que iniciaron Delfín y Trujillo en 2016 para inscribir a su hijo Dakarai, aún continúa.
🥋 Una iniciativa:
Gladys Serrano, fotoperiodista de EL PAÍS en México, nos recomienda seguir a Comando Colibrí, una escuela de autodefensa personal para mujeres en Ciudad de México y Chiapas: Se trata iniciativa autónoma dirigida y gestionada por mujeres que comparten sus conocimientos sobre artes marciales y defensa personal con niñas, adolescentes y adultas cis y trans. Comando busca que las mujeres puedan avanzar hacia una vida autónoma, digna y libre de violencia, no solamente con tácticas físicas, también modificando las formas de socialización tan arraigadas en la sociedad que crean inseguridad y vulnerabilidad. En 2020, durante una entrevista con EL PAÍS, una de las coordinadoras del proyecto me comentaba que querían que las mujeres aprendamos a “vivir y no a sobrevivir, porque es lo que nos merecemos”.
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