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El juicio contra Ghislaine Maxwell: “Se aprovechó de chicas vulnerables y las empujó a tener sexo con Epstein”

El proceso contra la heredera británica por tráfico sexual de menores, que arrancó este lunes, se prolongará durante seis semanas en un tribunal de Nueva York

María Antonia Sánchez-Vallejo
Juicio Ghislaine Maxwell
Una ilustración de Ghislaine Maxwell y la abogada Bobbi Sternheim de este 29 de noviembre.JANE ROSENBERG (Reuters)

La apertura del juicio contra Ghislaine Maxwell, la heredera británica acusada de proporcionar chicas menores al millonario Jeffrey Epstein entre 1994 y 2004, ha puesto este lunes todas las cartas sobre la mesa con la exposición de los alegatos preliminares por las partes. En su declaración inicial, Lara Pomerantz, ayudante de la fiscalía del distrito Sur de Nueva York, apuntó directamente a Maxwell, que lleva más de un año en prisión preventiva en una cárcel de Brooklyn, al asegurar que su objetivo era reclutar chicas jóvenes para su patrón y antiguo novio Epstein. “Se aprovechó de jóvenes vulnerables, las manipuló y las empujó a ser abusadas sexualmente”, dijo Pomerantz. La defensa presentó a la mujer como el perfecto chivo expiatorio una vez desaparecido Epstein, quien se ahorcó en su celda en el verano de 2019.

Según el sumario, Maxwell presuntamente envió obsequios como lencería, o entradas para el cine, y departió amigablemente sobre temas sexuales con las chicas para ganarse su confianza, antes de animarlas a dar masajes eróticos a Epstein. El juicio contará con el testimonio de cuatro presuntas víctimas, que no serán identificadas.

“Los cargos que se le imputan a Ghislaine Maxwell son por cosas que hizo Jeffrey Epstein, pero ella no es Epstein”, argumentó la abogada defensora, Bobbi Sternheim. Un relato de lo sucedido que casa mal con las explicaciones que dio la fiscalía sobre el supuesto modus operandi de la acusada. “A veces, ella misma estaba en la habitación de los masajes, y a veces tocaba los cuerpos de las niñas. Incluso cuando no estaba presente en la habitación, no se equivoquen: sabía exactamente lo que Epstein iba a hacer con esas niñas después de hacerlas entrar en la sala”. La fiscalía sostiene que Maxwell pedía a las menores que se despojaran de sus ropas para dar los masajes al magnate, el preámbulo de los abusos.

La defensa descalificó a priori el testimonio de las cuatro testigos, de las que, dijo Sternheim, “actúan por dinero para cobrar millones [de dólares] del fondo creado para las víctimas de Epstein”. “Su recuerdo de los hechos es lejano, ha sido manipulado y no puede ser corroborado por otros testigos o contrastado con otras pruebas”, sostuvo la letrada, para quien Maxwell no es sino “el chivo expiatorio que está siendo juzgada en lugar de Epstein”. Esta será la principal línea argumental de la defensa, junto con la distorsión que la repercusión mediática del caso ha introducido en el proceso. Una imagen, en cualquier caso, en las antípodas de la descripción como depredadora sexual con que la presentó la acusación.

La acusada estuvo presente durante la apertura del juicio. Vestida con un pantalón negro y un jersey beis, además de una mascarilla blanca, se mostró nerviosa. Maxwell se ponía y quitaba las gafas continuamente, se tocaba la frente y el cabello y pasaba muchas notas a sus abogados, que intentarán demostrar que el juicio está condicionado por la gran repercusión mediática que ha generado y, especialmente, por el suicidio de Epstein en la cárcel en el verano de 2019, poco más de un mes después de ser detenido, un final precipitado que ha dejado a la mujer sola frente a la acción de la justicia.

Una larga fila de espectadores y periodistas habían desafiado el frío reinante a primera hora de la mañana ante el tribunal del Distrito Sur de Nueva York, en Manhattan, con la esperanza de asistir a la primera sesión. Maxwell afronta hasta 80 años de cárcel por seis delitos relacionados con tráfico sexual de menores, además de otros dos por perjurio, de los que será juzgada más tarde. A diferencia de los recientes juicios televisados de Kyle Rittenhouse en Kenosha y el del asesinato de Ahmaud Arbery en Brunswick, no habrá vídeos ni grabaciones del caso Maxwell, pues en los tribunales federales no se permite el acceso a las cámaras. Los curiosos, así como el grueso de la prensa, deberán seguir las sesiones por un circuito cerrado de televisión desde salas anexas, a las que accederán desprovistos de móviles y otros dispositivos electrónicos.

Dos contratiempos de última hora por parte de sendos miembros del jurado popular retrasaron durante seis horas la constitución del mismo. Finalmente, en torno a las 12.30 (hora local), prestaron juramento 12 miembros titulares y seis suplentes, en un caso que se espera dure seis semanas.

La jueza de distrito Alison Nathan agradeció a los presentes su paciencia mientras resolvía los imprevistos planteados por dos de los miembros del jurado, uno porque su empresa solo le concedía un permiso pagado de dos semanas; el otro, por un viaje familiar inopinado. “Deben mantener la mente abierta hasta que termine el juicio”, dijo Nathan. “No deben llegar a ninguna conclusión hasta que tengan todas las pruebas ante sí”, les aconsejó. Si la expectación es un factor añadido, sólo los miembros podrán evaluar en cuánta presión sobre sus deliberaciones se sustancia.

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