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Ghislaine Maxwell rechaza haber colaborado con Jeffrey Epstein en su trama pedófila de ricos y famosos

La declaración de la socia del fallecido financiero imputado por explotación sexual de menores se hace pública en Nueva York

María Antonia Sánchez-Vallejo
Ghislaine Maxwell, durante una audiencia frente al tribunal de Manhattan, el pasado 14 de julio.
Ghislaine Maxwell, durante una audiencia frente al tribunal de Manhattan, el pasado 14 de julio.JANE ROSENBERG (Reuters)

La declaración judicial que la socialité Ghislaine Maxwell prestó en 2016 acerca de sus manejos con el millonario Jeffrey Epstein, encarcelado por abuso a menores y ahorcado en su celda, ha sido hecha pública este jueves, pese a que la británica, que aparece en la trama pedófila como una conseguidora de chicas para miembros de la alta sociedad internacional, entre ellos presuntamente el príncipe Andrés de Inglaterra, ha intentado por todos los medios mantenerla en secreto. Ante el juez, Maxwell dijo no haber presenciado nunca “actividades inapropiadas con menores” por parte de su amigo Epstein, según la transcripción del testimonio hecho público en un tribunal de Manhattan, que no desvela el nombre de otros implicados.

Maxwell, de 58 años, se declaró entonces no culpable de ayudar al financiero, que se suicidó en una cárcel de Manhattan en agosto de 2019 mientras esperaba ser juzgado, a reclutar y engatusar a chicas, alguna de ellas de solo 14 años, para que el financiero abusara sexualmente de ellas en los noventa. También se declaró inocente de perjurio por haber negado su implicación en red pedófila alguna, cuando prestó declaración bajo juramento.

La declaración de Maxwell, en abril de 2016, se produjo a raíz de una demanda interpuesta contra Epstein por Virginia Giuffre, quien acusó al millonario de haberla retenido como esclava sexual con la colaboración de Maxwell. “Nunca he visto a nadie mantener relaciones sexuales con Epstein, jamás”, declaró la británica, “y tampoco actividades inapropiadas con menores. Nunca. Y jamás de los jamases participe en nada con Jeffrey y Virginia, que para que conste en acta es una mentirosa absoluta”, subrayó.

Los abogados de Maxwell, que fue novia de Epstein y siguió siendo socia suya, argumentaron que su defendida esperaba que la declaración siguiera siendo confidencial, y que por tanto la publicación de su contenido podría violar sus derechos constitucionales y en especial la garantía de no declararse culpable a sí misma. Su defensa también manifestó que hacer pública la declaración podría cuestionar la posibilidad de tener un juicio justo. “Si la orden de divulgar [la declaración] se concreta, información íntima, personal y sensible sobre Maxwell correrá como una lengua de fuego por Internet”, habían advertido sus abogados en agosto. El juicio está previsto para julio de 2021.

Una abogada de Giuffre manifestó en un comunicado que la publicación de la declaración es “un paso largamente esperado y celebrado para probar el alcance y la escala de la red de tráfico sexual de Jeffrey Epstein y Ghislaine Maxwell”.

Cuando el suicidio de Epstein en su celda parecía contribuir a apagar el eco del escándalo, que alcanzó una gran repercusión mediática por coincidir con la campaña global de denuncias de abusos Me Too, la detención de Maxwell el pasado julio en una finca de Bradford (New Hampshire) que había comprado al contado pocos meses antes para ocultarse, volvió a suscitar la atención mediática. El escándalo tenía todos los ingredientes necesarios para llamar la atención: un culpable rico y famoso -entre su círculo de amigos contó a Donald Trump y Bill Clinton-, personajes de alcurnia implicados como el príncipe Andrés y un rosario de testimonios de chicas captadas por la red, con el concurso necesario de la conseguidora Maxwell, que permanece en prisión preventiva en una cárcel de Brooklyn por riesgo de fuga.

Tras ser detenida, Maxwell dijo que el trabajo que hacía para Epstein consistía en contratar a asistentes, decoradores, cocineros, jardineros o encargados de mantener las seis mansiones que el millonario poseía. “Una mínima parte de mi cometido era buscar de vez en cuando profesionales de masajes terapéuticos para Jeffrey”, explica en la declaración, “pero cuando digo contratar, no es en el sentido que ustedes se refieren [captar o reclutar]; simplemente iba a spas y conocía a gente, si luego iban a casa de Jeffrey era este el que los contrataba. No soy responsable de contratar a nadie”.

No obstante, Maxwell matizó: “No puedo declarar sobre lo que Jeffrey hizo o no hizo. Solo puedo testificar sobre lo que sé y sobre el hecho de que ella [Giuffre] ha mentido sobre mi desde el principio hasta el final y hace que me cuestione todo el rato cualquier cosa que pueda decir”. La británica, hija del magnate mediático Robert Maxwell, admitió haber viajado con Clinton en uno de los aviones de Epstein, pero sin poder llegar a afirmar que los dos hombres fuesen amigos, y que nunca vio a Clinton en una de las islas privadas del financiero. “Una de las mentiras [de Giuffre] es que el presidente Clinton y yo coincidimos en la isla. Una mentira absoluta al 100%”, justificó Maxwell.

El principal testigo de cargo del proceso ha sido Giuffre, que acusó a Epstein de obligarla a mantener relaciones sexuales con amigos suyos, entre ellos el príncipe Andrés. En una entrevista concedida en diciembre de 2019 a la BBC, Giuffre declaró que Epstein la llevó a Londres en 2001, cuando ella tenía 17 años, y la presentó al hijo de la reina Isabel II, con quien asegura haber mantenido tres encuentros sexuales. El príncipe ha negado las acusaciones, pero su rechazo a declarar en el proceso ha embarrado la imagen de la monarquía británica.

En 2008, Epstein se declaró culpable de delitos de prostitución en Florida, y su confesión le consiguió un acuerdo que, a la luz de los acontecimientos posteriores y los detalles que se conocen de la trama pedófila, muchos no dudan en calificar de demasiado indulgente.

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