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Jordi Cervós i Navarro, maestro de neuropatólogos y rector

El investigador y académico unió su pasión por la medicina con una dedicación a sus discípulos

Jordi Cervos i Navarro
El investigador y académico Jordi Cervós i Navarro.

Jordi Cervós i Navarro (1930- 2021), primer rector de la Universitat Internacional de Catalunya (UIC Barcelona), falleció el domingo a los 91 años. Estudió Medicina en las universidades de Barcelona y Zaragoza, y en 1952 se trasladó a Alemania, donde se especializó en Neuropatología. Obtuvo el doctorado en Medicina con premio extraordinario y empezó una fecunda carrera investigadora que le llevó a descubrir la existencia de nervios en las arteriolas. Se le recuerda como el padre de la microcirculación cerebral.

En sus 40 años de estancia en Alemania, Jordi Cervós fue vicepresidente de la Universidad Libre de Berlín, catedrático de Neuropatología de la misma universidad, así como presidente de la Sociedad Alemana de Neuropatología y Neuroanatomía. En este tiempo, unió su pasión por la medicina con una dedicación generosa a sus discípulos. Su departamento fue punto de referencia para numerosos investigadores españoles que deseaban formarse en neurología y neurofisiología, y Cervós compatibilizó su labor académica con la ayuda desinteresada a esos jóvenes profesores. Fue así fue maestro de varias generaciones de neuropatólogos. A lo largo de su carrera académica fue nombrado doctor honoris causa de siete universidades de España, Grecia, Alemania, Japón y Rusia. Fue galardonado con la Gran Cruz del Mérito Civil de la República Federal Alemana, la Gran Cruz de la Orden Civil Alfonso X el Sabio, y la Creu de Sant Jordi.

En 1997, los promotores de la Universitat Internacional de Catalunya le ofrecieron ser el primer rector. Cervós, que añoraba su tierra y se sentía en deuda con ella, aceptó ese encargo, que ocupó hasta 2001, cuando pasó a director de Relaciones Internacionales hasta 2007. Organizó e impulsó la investigación científica, imprimió a la institución una fuerte internacionalidad y sentó las bases para la creación de su facultad más querida: la de Medicina y Ciencias de la Salud. En los últimos años, empezó a experimentar los síntomas de una neuropatología que conocía muy bien: el párkinson. Sus convicciones religiosas le llevaron a aceptar la muerte mucho antes de encontrarse con ella. La covid-19 acabó con la vida de este hombre egregio y generoso.

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