Agricultores de La Palma: a trabajar la tierra, por el mar
Hasta los años setenta era habitual que los jornaleros recurriesen al transporte marítimo para acceder a sus fincas o trasladar mercancías. Unos pocos lo hacen ahora con la ayuda de la Armada por el corte de comunicaciones
Muchos palmeros han escuchado historias sobre los días en que, entre puntos de la propia isla, era común navegar. Son relatos que han pasado de abuelos a nietos y de padres a hijos. “Uno muy repetido es el de mujeres que dan a luz en la falúa [el nombre más utilizado en la isla para embarcaciones ligeras] camino del hospital, que les pillaba en la otra punta”, cuenta Yeray Rodríguez, alcalde de Garafía, uno de los municipios de La Palma. También conoce historias parecidas Ione Camacho, palmero y jefe de operaciones del buque de asalto anfibio Castilla de la Armada: “Antaño se usaban las falúas para el transporte de personas y materiales porque las comunicaciones eran muy complicadas”. Desde este jueves, el Ejército retoma esta tradición: asiste a los agricultores de La Palma para que puedan acceder por mar a las fincas de plataneras cuyas conexiones terrestres han sido destruidas o severamente dificultadas por la erupción.
El primer viaje tuvo lugar a las 7.30. Una decena de agricultores esperan en el puerto de Tazacorte la llegada de una de las embarcaciones de la Armada, que los trasladará a la playa de Puerto Naos, la zona más turística de la isla y rodeada de plataneras. Ahora está deshabitada y enterrada en ceniza. Uno de esos trabajadores es Ángel Manuel García, de 57 años: “A ver cómo me encuentro las plataneras. No las riego desde que explotó el volcán [el 19 de septiembre] y necesitan agua semanalmente. Pero bueno, el plátano se recupera pronto”. La coordinación corre a cargo de la Comunidad de Regantes de Las Hoyas, cuya presidenta es Rosario Luis: “Creo que la medida está teniendo buena acogida, se han apuntado 40 personas para el primer día”. Otra barcaza del Ejército partirá diariamente de Tazacorte a las 14.00, y en ella podrán volver los jornaleros del primer turno. También pueden esperar a las 21.00, cuando todos tendrán que abandonar la zona en el último viaje organizado en transporte militar.
Gracias a estos recorridos marítimos, los jornaleros pueden llegar a plantaciones de acceso muy complicado o imposible, situadas dentro de la zona de exclusión, el área a la que no se puede entrar por la cercanía de la colada. “Son dos horas o dos horas y media por trayecto en carretera desde Los Llanos. Y muchas veces ni se puede entrar porque se corta algún camino”, explica Luis. En lancha, el viaje se reduce a 20 minutos. “Hay gente que había dejado de ir porque tanto gasto en gasolina no merece la pena. Creo que este transporte es una muy buena idea”, cuenta Alberto San Juan, de 31 años, que acompaña a su padre a las plataneras. “Volvemos a lo de antes. Hace años había zonas en la isla a las que se llegaba mejor en barco que por carretera. Por eso la gente iba por el mar para sacar la cosecha o meter mercancías”, finaliza San Juan.
Las falúas se usaron mucho para este tipo de transporte hasta los años setenta. “Hasta entonces las vías terrestres eran impracticables, lo que hacía muy difícil los trayectos dentro de la isla. A partir de los años setenta fue cuando mejoraron las carreteras y cuando los agricultores empezaron a adquirir vehículos. Antes era muy difícil acceder a ciertas zonas. Eran caminos para animales, no para camiones o coches”, explica María Victoria Hernández, cronista oficial de Los Llanos de Aridane. Desde finales del siglo XIX la mercancía más transportada eran los plátanos, casi convertido en monocultivo de la isla desde entonces, cuando fueron introducidos en La Palma por una compañía británica. “Antes había muchos almendros, tomates, cochinilla [un insecto del que se extraen colorante rojo], viñas... Ahora casi todo son plátanos”.
Por aquel entonces, las principales vías de entrada y salida eran los porís, un tipo de muelle característico de La Palma en zonas casi inaccesibles. Quedan varios ejemplos: el más representativo es el Porí de Candelaria, en Tijarafe. “Es muy bonito”, dice Hernández. Las mercancías viajaban a Santa Cruz de La Palma, y de ahí a la Península o a otros puertos europeos, “especialmente al Reino Unido”, apunta Hernández.
“El transporte marítimo entre diferentes puntos de la isla”, continúa la cronista oficial de Los Llanos, “ya sirvió para aliviar los problemas de los ciudadanos durante la erupción de San Juan, en 1949″. Lo prueba un documento del archivo de Los Llanos de Aridane: la factura del pago que hizo el Ayuntamiento a una falúa para transportar a afectados por aquel volcán desde el puerto de Tazacorte hasta Puerto Naos. Es exactamente el mismo recorrido que ahora hacen las embarcaciones de la Armada.
Ahora el transporte no se realiza en falúas, sino en embarcaciones de desembarco anfibio LCM 1ECO. Son unas lanchas ideadas para facilitar la llegada a zonas de difícil acceso, como playas, y pueden acoger hasta 80 tripulantes. De momento, la demanda de agricultores que quieran participar no llega a esas cifras.
El responsable de que las lanchas lleguen a buen puerto es José Carlos Cuadrado, comandante del Grupo Naval de Playa. “Puerto Naos es la única playa que ahora mismo reúne las condiciones para que podamos realizar esta misión”, explica. Hay otras que darían acceso a fincas completamente aisladas, pero de momento el Ejército no considera seguro el transporte a estas zonas de costa.
El Grupo Naval de Playa tiene el apoyo del buque de asalto anfibio Castilla, situado frente a la costa este de La Palma, pero la Armada está trabajando para que las lanchas LCM no dependan de este barco. Estos transportes embarcarán cada día en el puerto de Tazacorte y en un momento todavía no determinado, que dependerá de las condiciones de los próximos días, un equipo de 29 personas del personal militar permanecerá en La Palma sin depender del buque Castilla. En la rueda de prensa en la que se explicó el proyecto, este miércoles, las autoridades del Ejército aseguraron que asistirán a los agricultores “mientras persista esta emergencia”.
A mitad de camino entre el puerto de Tazacorte, donde embarcan los agricultores, y la playa de Puerto Naos, donde termina el recorrido para empezar la jornada, se extiende el delta lávico. Este jueves, además, se veía cómo caía el magma sobre la playa de Los Guirres. Casi todos los agricultores iban haciendo fotos y vídeos al pasar por delante. Uno de ellos era San Juan, que responde por teléfono desde su finca: “Una imagen como esa te choca, es un momento histórico. ¿Cuántos volcanes vas a ver a lo largo de tu vida? Pero a la vez que lo ves piensas en todo lo que se ha llevado por delante, en todas las personas a las que ha arruinado. El volcán es las dos cosas”.
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