“Antes del volcán tardaba 10 minutos en llegar al trabajo. Ahora, hora y media”
Solo 15 kilómetros separan Los Llanos de Aridane y Fuencaliente. Tras la erupción la lava se interpone entre estas dos zonas, lo que obliga a muchas personas a recorrer media isla cada día
Antes de que el volcán de La Palma cubriera la isla de lava la alarma del móvil de Juan José Lorenzo (51 años) sonaba a las 6.40. “Ahora me tengo que despertar a las cinco de la mañana”, explica triste y resignado este conductor de un autobús escolar. Cuando su vida era más sencilla vivía a 10 minutos de su trabajo, pero ahora tarda en torno a hora y media. Este trastorno en su rutina diaria es una piedra más en su tejado. Ha sido evacuado por la cercanía de la colada a su vivienda en Las Martelas y le han mandado al sur de la isla, al hotel Princess de Fuencaliente. No está lejos de su puesto de trabajo, a poco más de 15 kilómetros en línea recta, pero la lava le obliga a cruzar media isla cada día.
Este mismo problema complica la vida de otros muchos palmeros. Como si no tuvieran bastante con que sus casas hayan sido engullidas por la lava o que hayan sido desalojadas por estar amenazadas, además pierden unas tres horas diarias en la carretera y se multiplica el gasto en combustible. “Yo antes echaba 20 euros cada tres semanas. Ahora son casi 10 diarios. Cuando me di cuenta de que, además de todos los problemas que tengo, encima también tenía que soportar esto me quedé helado. Cada vez llega algo peor que lo anterior”, dice Lorenzo.
La ruptura total de las comunicaciones se debe a la llegada de la lava al mar. En su camino ha destruido todas la conexiones directas entre Los Llanos de Aridane y Fuencaliente, en total, 64 kilómetros de carreteras. La primera es la zona más poblada de la isla, donde brotan las plataneras hasta perderse en el horizonte, el motor económico de La Palma. La segunda, un área más turística. De ahí que acoja grandes hoteles como el Princess, que el Gobierno canario eligió para alojar a casi 400 evacuados cuya rutina, como habitantes del valle de Aridane, lo normal es que transcurra en Los Llanos. Para ir de un lado a otro hay que bordear el contorno insular por sinuosas carreteras de montaña y cruzar el túnel que separa las dos caras de la isla.
Lorenzo realiza su trayecto matutino acompañado de su pareja, María Candelaria Rodríguez (56 años). Ella también tiene que viajar del hotel en Fuencaliente a Los Llanos. Con la ayuda de sus hermanos, cuida de sus padres: “A ellos también los han evacuado, están en un hotel para desalojados de Los Llanos. Tengo que venir a ayudarles a levantarse”. Rodríguez explica que desde el comienzo de esta crisis sus padres han sufrido un grave deterioro cognitivo: “Ya tenían algunos problemas, pero todo esto los ha aumentado. Están muy desorientados, no atinan con la llave de la ducha, ni saben cuándo es la hora de ir a comer”.
Esta situación obliga a Rodríguez a quedarse con sus padres hasta la hora de la cena. “Lo peor no son las tres horas de coche cada día, es estar tirados en Los Llanos esperando que pasen las horas”. Llegan al hotel para evacuados de Fuencaliente entre las 21.00 y las 22.00. “Es un lugar muy deprimente, todos tenemos una historia triste que contar”.
Toda esta situación podría arreglarse parcialmente si Lorenzo y Rodríguez viviesen en Los Llanos. “Estamos buscando pisos de alquiler, pero es una barbaridad lo que piden. No queremos una mansión, incluso estamos dispuestos a compartir piso con mi hermano como si fuésemos estudiantes, solo un lugar en el que vivir”. En ese momento da un golpe en la mesa. “Se habla mucho de la solidaridad, y la mayoría de la gente es solidaria, pero también hay los que se aprovechan. El otro día nos pidieron 900 euros por un piso que antes del volcán te digo yo que no costaba más de 500”. Los ingresos de la pareja consisten en los 1.000 euros que cobra Lorenzo y poco más de 100 por el ERTE de Rodríguez. Trabajaba en Puerto Naos, una zona turística ahora clausurada. “A saber cuántos años pasan hasta que vuelva a estar en marcha”.
Pascual Sánchez hace el viaje contrario, de Los Llanos a El Charco (cerca de Fuencaliente). “Soy carpintero. El viaje que me pego todos los días no se puede soportar”, dice. Hay que tener en cuenta que La Palma es una isla pequeña, con zonas rurales cerca de los núcleos urbanos y sin problemas insalvables (hasta ahora) para encontrar vivienda, así que no era habitual vivir lejísimos del trabajo. La carpintería y la vivienda habitual de Sánchez están en la misma calle, ahora mismo en la zona de exclusión por la cercanía de la colada. Puede acceder porque va a trabajar, pero no puede quedarse a dormir. “No es solo el tráfico, que nunca había visto caravanas en esta isla. Es encima que tengo que enseñar papeles a cuatro guardias civiles antes de llegar a la carpintería. Lo único que pienso es en todo lo que nos está haciendo el volcán”.
El trastorno por el corte de comunicaciones no solo afecta a desalojados. También rompe el día a día de los habitantes que ni han sido evacuados ni han perdido sus viviendas, pero que viven en una zona de la colada y trabajan en la otra. “Cuando me toca abrir el bar me levanto a las 4.45 para estar allí a las 7.00”, dice Jessica Hernández, camarera de 35 años en el bar Parada de Fuencaliente. Vive en Tazacorte, al otro lado de la destrucción generada por el volcán. ¿Se plantea mudarse cerca del trabajo? “No, los alquileres han subido una barbaridad por la cantidad de desplazados que hay y por los turistas”. ¿Entonces, se plantea cambiar de empleo? “Tampoco, ahora no hay nada. El sector turístico está fatal y los plátanos, peor, que es donde trabajan más personas”.
La situación es aún más complicada si no se dispone de coche para moverse por la isla. “Hemos notado un incremento de pasajeros en la línea de Fuencaliente a Santa Cruz y luego desde ahí hasta Los Llanos”, explica Luis Rodríguez, gerente de Transportes Insular La Palma, la empresa concesionaria del servicio público de guaguas. Ese trayecto dura, mínimo, dos horas y media. El Cabildo de La Palma ha puesto en marcha un bono para que el transporte público sea gratuito para los damnificados por el volcán.
Una solución imaginativa para arreglar la conexión entre Los Llanos y Fuencaliente sería habilitar un transporte marítimo. “Podría ser, ¿por qué no?”, dice Sánchez. Sin embargo, desde el Cabildo indican que esta opción, de momento, no está sobre la mesa. “No obstante, como la situación de la emergencia evoluciona, siempre pueden barajarse nuevas opciones conforme pasen los días”, indica una portavoz. La Armada está trabajando en una idea parecida: el presidente del Gobierno anunció este viernes que el Ejército trasladará en lanchas a los jornaleros de plantaciones de plataneras que solo son accesibles por mar.
La carretera, sin fecha
Más allá de parches temporales, la única solución a largo plazo es recuperar la carretera. El vulcanólogo e investigador del Instituto Geográfico Nacional Stavros Meletlidis, al frente de la red de alerta en la isla, no se atreve a anticipar cuánto tiempo puede pasar hasta que sea seguro construir una vía de comunicación. Explica que es necesario que se enfríe la colada. “Pero no lo hace al mismo ritmo en cada zona. No es lo mismo donde hay una altitud de 10 metros que donde hay 40″. Hay más posibles contratiempos, como los gases y vapores escondidos en la colada. “Y una vez se pongan a trabajar los ingenieros de caminos, que son los que más saben de esto, también hay que tener en cuenta que cortar este tipo de materiales no es sencillo”, finaliza.
El director del Plan de Emergencias Volcánicas de Canarias (Pevolca), Miguel Ángel Morcuende, habla de unos “siete meses” para empezar la construcción desde que se apague el cono, “pero no podemos saber nada con seguridad”. Antes de valorar todas estas posibilidades debe terminar la erupción. Y, de momento, el volcán sigue escupiendo toneladas de lava sobre la carretera que unía Los Llanos y Fuencaliente.
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