El miedo a retirar las mascarillas en el recreo
Los expertos discrepan sobre la pertinencia de mantener el cubrebocas al aire libre en los colegios. Los más reticentes apelan a la prudencia tras el repunte de la curva epidémica y alegan que se trata de población no vacunada
El debate sobre el uso de las mascarillas en los recreos revive en los chats de padres y en los despachos de los mandos sanitarios. La ley dice que se puede prescindir del cubrebocas en exteriores si se mantiene la distancia interpersonal de 1,5 metros, pero como en la práctica eso es imposible de garantizar en un recreo, los mayores de seis años siguen con la cara tapada en todo el recinto escolar. Sin embargo, con cerca del 80% de los españoles vacunados y la incidencia más baja desde el verano de 2020 (en torno a los 62 casos por 100.000 habitantes), algunos expertos abogan por dar un paso adelante y flexibilizar el uso del tapabocas en el patio. Pero no hay consenso entre los especialistas: los más reticentes apelan a la prudencia tras el repunte de la curva epidémica en las últimas semanas y alegan que se trata de población no vacunada que puede, además, contagiarse y contagiar.
Algunas autonomías se han mostrado favorables a revalorar la pertinencia de las mascarillas en el recreo. La Comunidad Valenciana, por ejemplo, anunció que iba a retirarlas de los patios, aunque tras un ligero incremento de su curva epidémica, enfrió la propuesta. También Madrid lo anunció y el ministerio le recordó que la ley vigente lo impide. Por su parte, el consejero de Salud catalán, Josep Maria Argimon, aseguró que los colegios serían los primeros en quitarse la mascarilla y su equipo, asegura un portavoz, incluso trasladó la cuestión al Ministerio de Sanidad, que es quien tiene la competencia para reformular la ley estatal. Pero, por ahora, no hay fecha de retirada ni movimientos en ningún sentido.
Las escuelas siguen siendo lugares seguros, insisten los expertos consultados. Pero no están libres del virus. Un brote de coronavirus en la escuela Pureza Santa María de Sant Cugat del Vallès (Barcelona), por ejemplo, ha obligado a confinar a 347 personas, la mayoría alumnos del centro, tras detectar 38 estudiantes y tres docentes positivos, según los datos del Departamento de Educación de la Generalitat. En Madrid, también un brote en un colegio de Getafe suma 56 casos positivos y mantiene a 178 alumnos en cuarentena.
Las familias y los docentes, con todo, aprietan para que se flexibilice el uso del cubrebocas: “Se reproduce lo que pasó en el confinamiento, los menores son los últimos beneficiados, y tenemos que dejarles que respiren. Parece lógica una revisión de medidas cuando en sitios abiertos se reúne la gente sin mascarilla y los alumnos están en los patios con ella”, critica Miguel González, presidente de la asociación andaluza de directores de institutos (Adian). Sin embargo, entre los epidemiólogos hay discrepancias y las administraciones tampoco mueven ficha.
Quique Bassat, pediatra y epidemiólogo del Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal), es favorable a retirar las mascarillas en los recreos “para ser congruentes con los adultos”, defiende. “La realidad es que en la calle no se cumple lo de volver a ponérsela cuando no se dan los 1,5 metros de distancia interpersonal. Esa recomendación ya asumía el riesgo de que no se iban a llevar bien las mascarillas en exteriores”, alega. Epidemiológicamente, agrega, también es “un buen momento”, incluso a pesar del ligero repunte: “En mayo, antes de la quinta ola, dijimos que la vuelta al cole tendría que ser con las mismas medidas de seguridad, pero cuando la incidencia bajase y la vacunación en adolescentes estuviese alta, se podía retirar la mascarilla. Esto ya se está cumpliendo”. La incidencia acumulada a 14 días se sitúa en 62,6 casos por 100.000 habitantes y la cobertura vacunal en chavales de 12 a 19 años es del 83%.
Los epidemiólogos favorables a flexibilizar el uso de la mascarilla argumentan que los niños no son, como se pensaba al principio de la pandemia, grandes vectores de transmisión y recuerdan que la covid grave es poco probable en este grupo de población: según el último informe del Instituto Carlos III, entre los 95.700 casos de menores de nueve años con covid reportados desde el 20 de junio de 2021, solo 31 requirieron ingreso en cuidados intensivos y cuatro fallecieron. Toni Trilla, jefe de Epidemiología del Hospital Clínic de Barcelona, conviene: “No es una decisión fácil, pero creo que si seguimos manteniendo la incidencia y el control de las escuelas, no hay razones para creer que el hecho de que se quiten la mascarilla en el patio sea diferente a lo que hacemos en la práctica en la calle”.
Repunte de la incidencia
Sin embargo, el repunte de la incidencia en las últimas semanas aviva las reticencias entre algunos epidemiólogos a la hora de retirar la mascarilla. Un estudio publicado en la revista científica Jama Pediatrics concluye que los niños tienen el mismo riesgo que los adultos de infectarse de coronavirus. Daniel López-Acuña, exdirector de Emergencias de la Organización Mundial de la Salud, considera que la presión por retirar las mascarillas “obedece más al factor de los grupos de padres en redes sociales que a una lógica de salud pública”: “Es inapropiado levantar la mascarilla en los patios de las escuelas. Se trata de población no vacunada y la incidencia es alta [en menores de 11 años, 86 casos por 100.000, aunque en Navarra o País Vasco está por encima de 200]. La mascarilla no está generando ningún problema más que incomodidad”.
Tampoco ayuda la confluencia de otros virus respiratorios —gripe, rinovirus, virus respiratorio sincitial— en esta época del año y la presencia de la variante delta plus, que aunque no parece más agresiva y responde a las vacunas, es más transmisible, según los expertos. “En la temporada de otoño-invierno hay una constelación de riesgos con virus respiratorios y un repunte con nuevas variantes. El escenario no es que el virus está de retirada”, resuelve López-Acuña. Coincide Alberto Infante, profesor emérito de Salud Internacional de la Escuela Nacional de Sanidad del Instituto de Salud Carlos III: “No sería partidario de retirar la mascarilla porque el virus sigue ahí y aunque los niños padecen escasamente la enfermedad, se contagian y pueden contagiar. Llevamos días en los que la curva ha dejado de bajar y tenemos la delta plus circulando. Un plus de prudencia en estos casos nunca viene mal”.
Los expertos temen que tras una temporada invernal sin virus respiratorios, el azote de este año, cuando la covid está de bajada y la interacción social aumenta por el fin de las restricciones sociales, sea mucho mayor. De hecho, hay una cohorte de niños que todavía no han estado expuestos, por ejemplo, a la epidemia de virus respiratorio sincitial, que suele provocar las bronquiolitis en los más pequeños. En este punto, Bassat argumenta: “Yo también he tenido mis dudas. Hemos pasado un año sin virus respiratorios y sabremos que vendrá una temporada fuerte. Parecía una prolongación lógica mantener la mascarilla hasta que pase la temporada de gripe y virus respiratorio sincitial, pero si vas esperando y esperando, nunca vas a avanzar”.
La decisión, en cualquier caso, no es fácil, coinciden las voces consultadas. Jesús Rodríguez Baño, jefe de Infecciosas del Hospital Virgen de la Macarena de Sevilla, lamenta la falta de evidencia científica para tomar una determinación: “Depende de lo que quieran arriesgarse las autoridades”. “Si en una familia están todos vacunados, la transmisión entre niños y adultos puede ser poco relevante, aunque puede haber personas inmunodeprimidas” para las que el riesgo de exposición a esos eventuales vectores de transmisión sea mayor, resuelve el infectólogo. Y lamenta la falta de estudios de campo para ver el impacto de una u otra decisión: “En esta epidemia se ha perdido una oportunidad de hacer ensayos comunitarios de las medidas de control. No es fácil, pero es lo que enseña lo que hay que hacer”.
Medidas contradictorias
En el contexto actual, con las medidas restrictivas levantadas casi al completo —excepto mascarillas, distancia social y aforos reducidos en algunas comunidades—, los expertos admiten que cuesta explicar algunas diferencias en la severidad de las limitaciones. “Hay medidas contradictorias que no se entienden bien y son difíciles de explicar. Por ejemplo, los niños están con su mascarilla en la escuela y nosotros en los bares estamos siempre sin ella”, admite Rodríguez Baño. Por su parte, Elena Vanessa Martínez, presidenta de la Sociedad Española de Epidemiología, defiende que el hecho de que los adultos no lo hagan bien en la calle no justifica retirar la mascarilla en los patios. Con todo, añade: “Hay que empezar a plantearse posibles alternativas porque la capacidad de transmisión en los centros escolares no se acerca a la de otros entornos. Pero tiene que ser una decisión basada en lo que conocemos. Hay que mirar hacia adelante, pero con mucha precaución”.
Otro factor en el aire y que puede acabar de decantar la balanza es una inminente vacunación contra la covid de los más pequeños. La agencia reguladora estadounidense ya ha dado el visto bueno a la inyección de la vacuna de Pfizer a niños de entre cinco y 12 años. Pero en Europa, la agencia reguladora (EMA, por sus siglas en inglés) todavía no se ha pronunciado.
Con información de Javier Martín Arroyo.
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