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España vuelve a bailar en las discotecas pero mantiene la mascarilla

Solo Murcia y Aragón prolongan la prohibición del baile en el ocio nocturno, que comienza a reactivarse en la mayoría de las comunidades autónomas

Pablo Linde
Un grupo de jóvenes baila en un local de ocio nocturno la misma noche en que entra en vigor la reapertura en interiores a medianoche, el 8 de octubre de 2021, en Madrid.
Un grupo de jóvenes baila en un local de ocio nocturno la misma noche en que entra en vigor la reapertura en interiores a medianoche, el 8 de octubre de 2021, en Madrid.Luis Sevillano

La mascarilla se está convirtiendo en uno de los pocos signos visibles de que España sigue aquejada por una pandemia. El baile ha vuelto estos días a las pistas de las discotecas de Cataluña, Madrid, Comunidad Valenciana, Baleares y Asturias, en la misma semana que el país ha entrado en “riesgo bajo” por covid. Se suman a las que han ido incorporándolo poco a poco en el último mes, a medida que los contagios decrecían. El ocio nocturno era la actividad en la que pesaban más restricciones, pero también aquí van desapareciendo: solo Murcia y Aragón siguen prohibiendo bailar en interiores en todo su territorio.

Lo que sí mantienen la mayoría de las comunidades es la prohibición de beber en las pistas de baile. Y en todas ellas es necesaria la mascarilla, una norma que no depende de las autonomías, puesto que está regulada por una ley nacional. La ministra de Sanidad, Carolina Darias, ha descartado este viernes relajar su uso en interiores: “No sabemos cómo va a llegar la gripe, ni otros virus. Vamos a ir paso a paso, con paso firme bajando todavía más los indicadores de incidencia acumulada y [para esto] las mascarillas tienen una función fundamental. Hay que seguir avanzando poco a poco para recuperar la ansiada normalidad”.

El ocio nocturno es uno de los ámbitos más delicados para la transmisión del coronavirus, en opinión de múltiples expertos consultados por este periódico. A pesar de que los empresarios han defendido que son espacios seguros, epidemiólogos y virólogos han advertido de que en la práctica era muy complicado cumplir esta afirmación: son lugares interiores, generalmente con poca ventilación, con un volumen de la música que obliga a hablar alto y, por lo tanto, a expulsar más aerosoles. Y, sobre todo, son un entorno que va siempre de la mano del alcohol, que no suele ayudar a cumplir las normas de seguridad a rajatabla.

Esto se pudo ver a simple vista en la primera noche con las discotecas abiertas en Barcelona, este jueves. Pese a las prohibiciones, eran habituales las copas en lugares no permitidos, la mascarilla bajada o totalmente quitada en la pista de baile y una distancia interpersonal inexistente. En algunos locales costaba advertir las diferencias con 2019, antes de que comenzase la crisis sanitaria.

Con altos niveles de circulación de la covid, las autoridades sanitarias se han guardado mucho de abrir la mano en discotecas y pubs después de la experiencia del verano de 2020, donde estos entornos, junto a las precarias condiciones en las que viven los temporeros, fueron protagonistas en la expansión de la segunda ola que sufrió España.

Varias jóvenes bailaban en la madrugada de sábado en la sala Apolo de Barcelona.
Varias jóvenes bailaban en la madrugada de sábado en la sala Apolo de Barcelona.Albert Garcia (EL PAÍS)

Ahora la situación cambia. Aunque la incidencia acumulada es similar a la de julio del año pasado, la gran mayoría de la población está ya vacunada o ha adquirido inmunidad natural tras pasar la enfermedad. Sin ser esto una garantía para evitar los contagios, sí se sabe que los reduce notablemente y, sobre todo, que los casos serán mucho más leves que antes de la vacunación: la quinta ola fue siete veces menos letal que las anteriores y en su comienzo solo un tercio de la población había recibido el pinchazo.

Los empresarios comienzan a ver la luz al final del túnel. Joaquim Boadas, de la patronal Spain Nightlife Association, asegura que aunque sigue habiendo diferencias entre los territorios se encara un futuro más optimista. “Era muy importante recuperar la pista de baile. Sin ella desnaturalizas la actividad y, si no la haces atractiva, la gente prefiere ir de fiesta privada o de botellón. Por fin las autoridades se están dando cuenta de esto, aunque han llegado tarde”, subraya.

Discotecas con certificado covid

Para la vuelta al baile, algunas comunidades han optado por exigir el certificado covid que acredite estar vacunado, haber superado la enfermedad o tener una prueba reciente negativa. En Galicia, solo con este requisito los locales pueden abrir hasta las cuatro y elevar su capacidad al 75% desde la semana pasada, entre otras medidas como instalar un medidor de CO₂ continuo y registrar a toda persona que entre en el establecimiento. Pero, según explican fuentes del sector, pocos son los establecimientos que han podido acogerse a esta opción. Luis Diz, presidente de la asociación Galicia de Noite, señala varias “barreras” que impiden a discotecas y pubs ampliar horario y aforo en esta comunidad. Los aparatos para medir el CO₂ que exige la Xunta son difíciles de conseguir en el mercado y requisitos como comprobar el certificado de vacunación o registrar los datos de los clientes exigen más personal. El Gobierno gallego, añade, prometió facilitarles a los locales una aplicación con la que pudieran realizar estos últimos trámites fácilmente, pero esa tecnología aún no ha llegado. “Deberían haber dado un tiempo de adaptación”, critica.

Cataluña comenzó a pedir el certificado covid el jueves. La patronal del ocio nocturno Fecasarm estima que el primer día abrieron el 40% de los locales, un porcentaje que se incrementará hasta el 70% este fin de semana. Boadas, que también es miembro de esta asociación, cuenta que esto está siendo un incentivo para la vacunación entre los jóvenes, el grupo más rezagado: “Muchos nos llaman preguntado si pueden entrar vacunándose ese mismo día”. La respuesta es no: tienen que esperar 14 desde el pinchazo para que el certificado covid sea válido.

Pasaporte Covid coronavirus
Vigilantes de la sala Apolo comprobaban en la madrugada de ayer el pasaporte covid de los clientes en la cola de acceso a la discoteca.Albert Garcia

Baleares solicita la vacunación desde la noche del viernes al sábado. En esta comunidad solo una pequeña minoría de discotecas abrirán: un 15% según los cálculos de la patronal. La temporada alta ha pasado en uno de los epicentros de la noche en España y, sin apenas turistas, a los empresarios no les sale a cuenta abrir sus puertas, que en las grandes discotecas de Ibiza, por ejemplo, también cerraban en esta época del año cuando no había pandemia. Baleares trató de volver a las pistas de baile a principios del verano, con una prueba piloto en Ibiza para probar la seguridad al menos en exteriores. Pero por esas ya se incubaba la quinta ola de la covid. Solo unos días después explotó con especial protagonismo mediático en los viajes de estudios de Mallorca, lo que quitó toda esperanza de salvar la temporada.

¿Pasará ahora lo mismo? ¿Será una de las medidas en las que hay que dar marcha atrás? Es imposible saberlo. La mayoría de expertos coinciden en que, de haber nuevas olas, no pondrán en aprietos al sistema y la forma de afrontarlas será diferente en adelante. Los técnicos de las comunidades autónomas y el ministerio llevan semanas preparando un nuevo semáforo que dicte recomendaciones de cómo actuar frente a nuevos brotes ahora que la mayoría de la población está vacunada. Y tampoco se pueden descartar eventualidades como una mutación del virus, que aunque se considera improbable, es posible y obligaría a replantear todo.

Pedro Gullón, de la Sociedad Española de Epidemiología, cree que no tiene sentido aventurar qué pasará en los próximos meses: “No sabemos si la epidemia va a acabar ahora, y predecirlo, con una circulación mundial, sería como chuparse el dedo, sacarlo y mirar por dónde viene el viento. Lo que sí tenemos claro es que necesitamos unos sistemas de vigilancia correctos para dar respuestas a los problemas que puedan surgir”.


Sobre la firma

Pablo Linde
Escribe en EL PAÍS desde 2007 y está especializado en temas sanitarios y de salud. Ha cubierto la pandemia del coronavirus, escrito dos libros y ganado algunos premios en su área. Antes se dedicó varios años al periodismo local en Andalucía.

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