La UE logrará vacunar al 70% de la población adulta antes de lo previsto, pero con países muy rezagados
La campaña de inmunización muestra una Europa a dos velocidades con un telón de inmunidad entre el este y el oeste. Las diferencias oscilan entre el 94% de inoculados en Malta y el 19% en Bulgaria
La Unión Europea ha rebasado esta semana el 67% en la tasa de vacunación de la población adulta y está a punto de alcanzar el objetivo del 70% que se había fijado para finales de verano. El rotundo éxito de las campañas de vacunación en la mayor parte de Europa contrasta con el lento ritmo de algunos socios del club y con la presencia de importantes bolsas de población que se resisten al pinchazo. A 20 de agosto, la tasa de vacunación oscila entre el 19% de Bulgaria y el 94,1% de Malta, dos velocidades en el ritmo de protección que complican la salida de la pandemia y amenazan con dividir a Europa en bloques con dificultades de movilidad entre sí. Las personas no vacunadas o que han sido inoculadas con inyecciones no reconocidas por la Agencia Europea del Medicamento, como es el caso de Hungría (donde se han administrado casi cuatro millones de dosis chinas y rusas), afrontan cada vez más dificultades para desplazarse e incluso para participar en determinados eventos sociales porque el certificado de vacunación o de prueba negativa se está volviendo omnipresente.
El retraso de algunas partes del continente es más alarmante una vez que los especialistas han constatado que harán falta coberturas de vacunación mucho más altas de lo esperado para intentar frenar la circulación del virus. La división europea de la OMS tiene previsto organizar una reunión en los próximos días con las autoridades sanitarias nacionales para estudiar medidas que mejoren la aceptación de la vacuna y reduzcan la brecha en el ratio de vacunación. Y se establecerá un grupo de trabajo con EE UU, donde el problema de la resistencia al pinchazo es considerable, para intentar atajar las campañas de desinformación que alientan las dudas sobre las vacunas.
El doctor Hans Kluge, director para Europa de la OMS, advierte de que “las diferencias [en la tasa de vacunación] son un asunto que importa”. “Como he dicho desde el comienzo, nadie estará seguro hasta que todos lo estemos”. Kluge alerta de que la brecha entre los 53 países en su área (que abarca todo el continente) es aún mayor que en la UE: “con una media de vacunación en torno al 38% para dos dosis y del 47% para una, está claro que la red de seguridad no existe todavía”.
En nueve de los 27 países de la Unión, incluida España, ya se ha superado el umbral del 70%, indican los datos del Centro europeo de prevención y control de enfermedades (ECDC, según sus siglas en inglés). Pero la brecha entre los países de la UE es amplia, incluso, entre las regiones de un mismo país, y se ha ido haciendo cada vez más evidente a medida que las campañas de vacunación alcanzaban velocidad de crucero. La Comisión Europea ha intensificado en las últimas semanas los contactos con los países rezagados y ha ofrecido su cooperación para realizar campañas de información que despejen las dudas de la población más reacia. “Pero se trata de una competencia nacional y corresponde a los gobiernos impulsar la vacunación”, se resignan desde el organismo comunitario.
El 20 de agosto, la horquilla en la administración de una dosis se abría desde el 20,8% de la población adulta en Bulgaria al 96,8% de Malta, según los datos del ECDC. Para la pauta completa, la diferencia es igual de significativa: del 19% al 94,1% entre los dos mismos países.
La misma fosa se observa en todos los parámetros, desde el porcentaje de población total vacunada al de personas mayores de 80 años o al del personal sanitario y de atención en residencias de ancianos. Los datos muestran una Europa a dos velocidades, con un telón de inmunidad que divide al continente entre este y oeste.
Fuentes comunitarias reconocen que la mayor preocupación en esta recta final de las primeras campañas de vacunación es que aparezcan nuevas variantes que agraven el número de contagios, hospitalizaciones y, en los casos más trágicos, fallecimientos. Un riesgo de mutación del virus que, según los expertos, puede materializarse en los lugares donde las tasas de vacunación son más bajas porque el virus circula con mayor intensidad.
El peligro es evidente fuera de Europa, donde hay países sin apenas acceso todavía a las vacunas. Pero también dentro de la UE, donde las tasas de vacunación permanecen muy bajas en algunos países. Las diferencias podrían desencadenar una nueva reaparición de las fronteras internas, como al principio de la pandemia, si las oleadas de este otoño o invierno deterioran gravemente la situación epidemiológica en los países menos protegidos.
En la parte oriental de la UE, seis países (Bulgaria, Rumania, Letonia, Croacia, Eslovaquia y Eslovenia) han vacunado a menos del 50% de la población adulta. Y en términos de población total, la lista se dobla para incluir a Finlandia, Estonia, Polonia, Suecia, Lituania y República checa. En países donde la campaña había avanzado con fuerza, como Grecia y, sobre todo, Hungría, el ritmo se ha estancado y parece haberse topado con un nivel de resistencia en la población difícil de superar.
Las diferencias son también evidentes dentro de Alemania, el país más poblado de la Unión, con la misma división este-oeste. Las tasas de vacunación son más elevadas en general en la parte occidental, donde todos los länder superan el 55% de la población total vacunada. En los territorios de la antigua Alemania del este las tasas son inferiores y caen hasta el 50% de Sajonia o el 53% de Brandeburgo, dos de los länder limítrofes con Polonia.
Desconfianza de la opinión pública
El directivo europeo de la OMS atribuye la diversidad de la cobertura de la vacuna en el viejo continente a “la heterogeneidad política y técnica de los sistemas de salud pública”. Señala, además, que “no existe una solución única que sirva para todos los países en una crisis tan determinada por factores locales como ésta”. Kluge considera “imperativo impulsar la cohesión” en términos de vacunación, no solo entre los países de la UE sino en todo el área europea del organismo. Kluge recomienda, entre otras medidas, “proseguir e intensificar de manera más agresiva las campañas de alerta para reducir las dudas sobre las vacunas, sin perder la empatía con las personas para las que inyectarse un producto médico que se ha desarrollado tan rápidamente constituye un verdadero dilema”.
Fuentes comunitarias achacan la disparidad de ratios de vacunación a factores muy diversos, desde el lento arranque en algunos países a las opciones de compra ejercidas dentro del programa de adquisición conjunta europeo, que ha dado acceso a las vacunas a todos los socios de la UE en las mismas condiciones y al mismo precio. Algunos países, como Letonia, apostaron casi en exclusiva por la vacuna más barata disponible, la de AstraZeneca, en la que se han producido graves fallos de suministro.
Algunas de las fuentes consultadas también apuntan a la desconfianza de la opinión púbica hacia sus gobernantes como el origen de la escasa disposición a vacunarse, un factor que parece relevante en países como Bulgaria o Rumania. El problema ya existía antes de la covid-19 y estaba provocando una caída, calificada por la Comisión como “dramática” en algunos casos, en el ratio de administración de ciertas vacunas. En Bulgaria, según los informes de la Comisión, ni siquiera la introducción de sanciones ha evitado la caída en la cobertura de vacunas obligatorias para los niños como las del sarampión, la hepatitis B o la difteria.
Otro factor en común, que afecta tanto a países de la parte oriental como occidental son las campañas de desinformación, según la Comisión Europea. En Francia, por ejemplo, la tasa de vacunación contra la gripe cae desde hace una década y en 2019 se situaba ya 25 puntos porcentuales por debajo del umbral fijado por la OMS (75%).
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