Cuba logra la primera vacuna latinoamericana con datos de efectividad al nivel de Pfizer y Moderna
Abdala muestra una eficacia del 92,28% contra la covid-19 tras la aplicación de tres dosis y Soberana 02 alcanza el 62% con dos inyecciones
Cuba está a un paso de lograr la primera vacuna latinoamericana contra la covid-19, con niveles de eficacia similares a las desarrolladas por Pfizer o Moderna y superiores a los de AstraZeneca o Sputnik V. Así se desprende de los primeros resultados obtenidos de la tercera fase de pruebas de Abdala y Soberana 02, dos de las candidatas producidas por el Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología (CIGB) y el Instituto Finlay de Vacunas (IFV), respectivamente. El CIGB informó que Abdala ha mostrado una efectividad del 92,28% después de aplicar tres dosis a un grupo de más de 48.000 voluntarios, mientras que la protección de Soberana 02 es del 62%, con dos inyecciones, pero aún se esperan los resultados del tercer pinchazo, que debe incrementar su eficacia, indicó el IFV.
“Es una excelente noticia y nos llena de optimismo en la región, donde sigue habiendo un gran déficit de vacunas”, dijo el representante en la isla de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), José Moya, que ha seguido muy de cerca el desarrollo de las fórmulas cubanas. El epidemiólogo peruano afirmó que en los próximos días la autoridad reguladora cubana, el Centro para el Control Estatal de Medicamentos, Equipos y Dispositivos Médicos (CECMED), debe aprobar su uso de emergencia, con lo que Abdala y posteriormente Soberana 02 podrán aplicarse en la isla a gran escala, algo que ya ha empezado como un “estudio de intervención en poblaciones y territorios de mayor riesgo” paralelo a la fase 3 de ensayos. Hasta el 19 de junio, 2.244.336 personas habían recibido en Cuba al menos una dosis de alguno de los candidatos vacunales, lo que representa 19,9% de la población.
El propósito de las autoridades sanitarias es tener en septiembre al 70% de los habitantes de la isla vacunados, y al 100% antes de que acabe el año. Cuando se publiquen los datos de los ensayos y se prepare el expediente, Cuba podrá solicitar a la OMS la precalificación y validación de sus vacunas, un procedimiento que exige rigurosas revisiones, comprobaciones científicas e intercambios, que puede durar meses. “Es un proceso muy minucioso que lleva la OMS con aquellos candidatos que han concluido la fase 3 de ensayos y tienen resultados de eficacia y hayan sido autorizados por la Autoridad Reguladora Nacional. Si todo sale bien, antes de fin de año las vacunas cubanas podrán sumarse a las ocho ya precalificadas en el mundo”, ha explicado Moya.
Cuba trabaja en estos momentos en cinco candidatos vacunales contra la covid-19, todos de nombres patrióticos: Soberana 01, Soberana 02 y Soberana Plus, que son desarrollados por el IFV; y Abdala y Mambisa (esta última tiene la peculiaridad de ser administrada mediante un espray nasal), creadas por el CIGB. Todos los prototipos cubanos son vacunas de subunidad proteica, que se basan en inocular una proteína de la espícula del coronavirus, la parte que se une a las células que infecta, para producir una respuesta inmunológica. La diferencia es que en los tres del IFV el antígeno se elabora en células de mamífero, mientras que el CIGB desarrolla la fracción proteica del coronavirus en levaduras.
Cuba tiene más de 30 años de experiencia en producir vacunas, hasta el punto de que el 80% de las que se emplean en su esquema nacional de vacunación han sido desarrolladas en la isla. Algunas, como las de la hepatitis B o la antimeningocócica han sido ampliamente utilizadas en América Latina y otros países del mundo con el respaldo de la OMS. Según Moya, la “solidez” de la autoridad reguladora es una garantía de que las vacunas cubanas contra la covid-19 serán de buena calidad, pues el CECMED trabaja desde hace años con la OPS y es considerado uno de los ocho centros de referencia y de más alto nivel en la región.
Con la aprobación del CECMED, seguramente en una semana, Cuba podría empezar a diseñar un plan de exportación de vacunas, incluso antes de que la OMS le dé el visto bueno. “Los países tienen autonomía para hacer acuerdos bilaterales. Si hay un país interesado en adquirir las vacunas cubanas, la OPS y la OMS no participan porque esos son acuerdos directos”, señala Moya, que lleva dos años trabajando en la isla y conoce bien el trabajo de los científicos cubanos. “En la OMS hay un seguimiento, y una vez que las vacunas se aprueben en Cuba el otro paso es publicar los datos en revistas científicas y pedir la precalificación. Si la OMS la aprueba, las vacunas cubanas podrían ser parte de las que se distribuyen por el mecanismo Covax o por el Fondo Rotatorio de la OPS”.
Moya afirma que no se trata solo de una “excelente noticia para Cuba, sino que también es un motivo de esperanza para la región, donde faltan vacunas y el problema no se resolverá hasta avanzado el año próximo. Piensa que las vacunas cubanas pueden ser muy útiles en América Latina, y afirma que la directora de la OPS, Carissa Etienne, ha exhortado a los países que tienen capacidad de producir vacunas, como México, Argentina, Brasil y Cuba, “a trabajar juntos, coordinar esfuerzos, hacer transferencia tecnológica, anteponiendo la solidaridad y el panamericanismo”.
Paradójicamente, este logro científico cubano ocurre en medio de una gravísima crisis económica, cuando en el país faltan todo tipo de suministros, incluidas las medicinas más básicas, como los antibióticos. Esto solo se explica, según el epidemiólogo, por el nivel científico alcanzado y la existencia de una amplia red de centros de investigación que, aunque tengan pocos recursos, mantienen su saber hacer intacto. La isla lo ha apostado todo a sus propias vacunas, por esta razón no participó en el mecanismo Covax de la OMS ni las adquirió en el mercado internacional. Cuba vive en estos momentos el tercer y peor brote de la epidemia de coronavirus, con cifras récord de infectados en dos días consecutivos (1.880 casos y 16 fallecidos el miércoles, y 2055 casos y 13 fallecidos el martes), para un acumulado de 174.789 casos y más de 1.600 muertos desde que comenzó la pandemia.
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