“La ansiedad de la población no es razonable con los datos que tenemos”
Sanidad tranquiliza ante el brote del coronavirus, por el que solo han muerto un 0,3% de los infectados fuera de China
Alrededor del 2% de los infectados por el coronavirus mueren. Esta cifra se viene manejando desde el principio de la epidemia de COVID-19 y ha continuado más o menos estable desde entonces; pero, más allá de la provisionalidad de los datos en una epidemia emergente, la cifra está sujeta a muchos matices. Mientras que en la provincia de Hubei, en el epicentro del brote, supera el 2%, en el resto de China baja al 0,5%, y al 0,3% en los demás países que han registrado casos, si se compara el número de casos reportados oficialmente con los decesos.
Fernando Simón, director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias del Ministerio de Sanidad, ha esgrimido este jueves estos porcentajes para tranquilizar a la población sobre la gravedad del brote. “Es una enfermedad que vamos conociendo poco a poco y no es tan grave como otras que hemos visto en el pasado. La ansiedad que se percibe en la población no es razonable con los datos que tenemos”, ha asegurado. La gripe estacional en España suele tener un índice de letalidad de entre un 0,1% y un 0,2%.
La diferencia de porcentajes entre unos lugares y otros tiene su explicación: “Cuando un sistema de salud está saturado, como ha podido suceder en Wuhan, es normal que los servicios sanitarios no den abasto y puede haber una mayor mortalidad. Además, en el inicio de una epidemia con un patógeno desconocido, los primeros casos que se detectan son los graves, y no se tiene muy claro cómo tratarlos. En el resto del mundo hay muchas menos infecciones, se puede dedicar una atención mucho mayor a cada una, se tratan de forma mucho más precoz, puesto que se detectan antes y van al médico más pronto, lo que reduce la letalidad”, ha explicado el epidemiólogo. Lo ejemplificó con el caso del ébola, que mientras en África acababa con la vida de más del 50% de las personas que lo padecían, en los casos que se trataban fuera apenas había mortalidad.
En cualquier caso, estos porcentajes no se pueden interpretar como un índice de mortalidad de la enfermedad por varios factores. Cuando se habla de dolencias bien conocidas, se calcula una vez que ya ha pasado, sobre la base de datos consolidados. En este caso, las cifras se mueven constantemente y no es raro que haya picos tanto de infecciones como de muertes. “Puede suceder que de repente haya un incremento fuerte de la mortalidad, pero no porque el virus sea más peligroso, sino porque hay personas por cuya salud se ha hecho un enorme esfuerzo durante días y que han acabado sucumbiendo”, subrayó el miércoles, Michael J. Ryan, director del Programa de Emergencias Sanitarias de la Organización Mundial de la Salud.
Además, las infecciones en el extranjero (588) son tan escasas que es difícil sacar conclusiones demasiado sólidas. Este miércoles, por ejemplo, el porcentaje de muertos fuera de China (en relación con los casos) se dobló (del 0,17% al 0,34%) simplemente con un fallecimiento en Japón, ya que solo había hasta el momento otro contabilizado, en Filipinas.
A esto se suma que la contabilidad acaba de cambiar y pone patas arriba toda la serie que se venía estudiando hasta el momento. Las autoridades sanitarias de Hubei contabilizan como confirmados los casos que hasta ahora son sospechosos: hasta el miércoles era necesaria una prueba de laboratorio, mientras que desde entonces se suman casos con síntomas y una prueba radiológica. Así, ayer la epidemia dio aparentemente un enorme salto, pero solo sobre el papel. “Esto nos pone las cosas difíciles a la hora de explicar fuera cómo evoluciona la enfermedad, pero es positivo en Wuhan, porque, aunque se producirán falsos positivos, también comenzará antes el tratamiento de las personas que sí padezcan el COVID-19”, ha reflexionado ayer Simón.
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