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Comienza el juicio por pederastia que sacudió a la Iglesia francesa

El sacerdote Bernard Preynat admite que cometió hasta "cuatro o cinco" abusos en una semana

Silvia Ayuso
El sacerdote Bernard Preynat, acusado de pederastia
El sacerdote Bernard Preynat, acusado de pederastiaPHILIPPE DESMAZES (AFP)

El dolor, o la vergüenza, o ambas cosas, son aún demasiado grandes para algunas de las víctimas del padre Bernard Preynat. Por eso, parte de los testimonios durante la primera audiencia del juicio al cura francés acusado de haber abusado sexualmente de decenas de menores entre los años 70 y 80 en Lyon, hasta “cuatro o cinco en una semana”, como admitió este martes, fueron realizados a puerta cerrada. La parte pública bastó, no obstante, para demostrar el tremendo impacto que han tenido en la vida de las víctimas estos actos pederastas que la Iglesia católica francesa no solo no supo frenar, sino que ocultó durante décadas y que solo ahora, a raíz de juicios como este, ha empezado a afrontar. El caso Preynat fue el causante, también, de la condena al más alto jerarca eclesiástico francés hasta la fecha, el cardenal Philippe Barbarin, cuya sentencia el año pasado a seis meses de cárcel con exención de pena por no denunciar al sacerdote bajo su mando, que ha apelado, provocó su retirada al frente del influyente arzobispado de Lyon.

Uno de los primeros testimonios públicos fue el de François Devaux, cuyos padres denunciaron en 1991 ante las autoridades eclesiásticas los tocamientos a los que sometía Preynat a su hijo sin que estas, como se descubrió solo décadas más tarde, actuaran de manera contundente contra el cura, que siguió durante 25 años impartiendo misa y en contacto estrecho con menores.

“Me hizo una caricia. Me agarró el muslo derecho, su mano subió hasta mi trasero pasando por debajo de mis pantalones. Me besó en la mejilla y después en la boca. Me dijo que era nuestro secreto, que no había que contarlo”, relató ante las decenas de periodistas y público que abarrotaban la sala. Devaux, presidente de Palabra Liberada, la asociación de víctimas de pederastia en la Iglesia francesa que surgió a raíz del caso Preynat relatada en la película Gracias a Dios de François Ozon y que es en buena parte responsable de que este tema haya empezado a ser debatido abiertamente en Francia, reveló a continuación que, si bien creyó olvidar los abusos durante años, estos son los responsables, entre otros, de una tentativa de suicidio.

Salvo algunos detalles menores, Preynat, hoy de 74 años y desde el verano pasado reducido al estado laical, la máxima pena para un sacerdote prevista en el derecho canónico, no rebatió unos hechos que ha admitido ya y por los que enfrenta una pena de hasta diez años de cárcel.

“En la época, no me daba cuenta de la gravedad de mis actos, sabía que estaban prohibidos, que eran condenables, pero no pensaba en las consecuencias que pudieran tener sobre mis víctimas. Lo hacía sin violencia, para mí eran gestos de ternura en los que, evidentemente, hallaba un cierto placer”, dijo ante los jueces y sus acusadores, según la emisora France Info. Ahora “comprendo las consecuencias, lo reconozco, me siento abrumado por el hecho de que, por mi culpa, intentara suicidarse”, agregó tras escuchar el testimonio de Devaux, destacó la web Lyonmag. Tras pedir repetidamente perdón a las víctimas, a las que según periodistas presentes sin embargo apenas miró durante la audiencia, Preynat reconoció ante la presidenta del tribunal correccional que lo juzgará toda esta semana la magnitud de sus abusos. Interrogado sobre la asiduidad de estos, el antiguo sacerdote explicó que “en un sábado por la tarde, podía haber uno o dos” niños a los que sometía a tocamientos, y eso “todos los fines de semana”, una cifra que podía aumentar a “cuatro o cinco niños” cuando se iba una semana de campamento con el grupo scout Lyon-Saint-Luc del que fue capellán hasta comienzos de la década de 1990.

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Sobre la firma

Silvia Ayuso
Corresponsal en Bruselas, después de contar Francia durante un lustro desde París. Se incorporó al equipo de EL PAÍS en Washington en 2014. Licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid, comenzó su carrera en la agencia Efe y continuó en la alemana Dpa, para la que fue corresponsal en Santiago de Chile, La Habana y Washington.

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