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Primer juicio por la caza ilegal de un lobo en una montería

El cadáver no apareció, pero hay indicios de pelo y sangre de un animal que está especialmente protegido

Esther Sánchez
Comienzo del juicio en Ávila contra los dos acusados por caza ilegal de lobos como especie protegida.
Comienzo del juicio en Ávila contra los dos acusados por caza ilegal de lobos como especie protegida.RAÚL SANCHIDRIÁN (EFE)

“Vi enfrente de mí a un lobo a unos 40 o 50 metros. En ese momento, escuché tres detonaciones y ya no vi al animal. Desapareció. Me quedé asombrado, nunca había visto a un lobo así”, ha asegurado este jueves por videoconferencia un cazador llamado a declarar como testigo en el juicio que comenzó en Ávila. El Juzgado de lo Penal trata de determinar si dos de las 60 personas —una de ellas sin licencia de armas— que participaron en una montería celebrada en el coto de caza de Valdeciervos en la localidad de Tornadizos de Ávila el 29 de noviembre de 2015, dispararon y mataron a un lobo.

En esta zona la especie está estrictamente protegida y su caza prohibida, como advirtieron los organizadores de la cacería antes de que se iniciara. Este testigo ocupaba el puesto de caza número 14 en la montería, muy cercano al 15, de donde se sospecha que partieron los disparos que acabaron con la vida del cánido.

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Es el primer caso por caza ilegal de un lobo como especie protegida que llega a juicio en España, asegura Ecologistas en Acción. Por encima de la frontera del Duero, la especie es cinegética y las comunidades autónomas gestionan su caza con cupos anuales. Ejercen la acusación particular las ONG Ecologistas en Acción, Lobo Marley y Anadel, que piden para los presuntos autores de los disparos penas de dos años de prisión y cuatro de inhabilitación para cazar. La Junta de Castilla y León solicita 16 meses de multa a razón de 100 euros diarios e inhabilitación para cazar por cuatro años, así como una indemnización de 9.261 euros por la muerte del ejemplar.

El juicio topa con un importante inconveniente: el cadáver del animal abatido no se encontró, pero los agentes del Servicio de Protección de la Naturaleza (Seprona) de la Guardia Civil han localizado rastros de pelo y sangre, además de cuatro casquillos que apuntan a que se disparó desde el puesto número 15, que ocupaban los dos acusados. Y se ha aportado un estudio morfológico elaborado por la Guardia Civil que concluye con una probabilidad del 99,9% de que las muestras de pelo recogidas en el lugar sean de canis lupus signatus. También existe una foto que presentó una de las personas encargadas de los perros en la montería. A esos indicios se suma la trayectoria de los proyectiles que causaron daños en las ramas de un arbusto y que apuntan al puesto que ocupaban los presuntos autores del delito contra la fauna.

Los acusados han negado los hechos ante el juez y han asegurado que no vieron “ningún lobo” ni sabían de nadie que los hubiera visto. Uno de ellos, el que cuenta con permiso de armas, sí recordaba haber disparado contra un “jabalí grandísimo”. También indicó que recogió todos los casquillos, aunque la Guardia Civil localizó cuatro vainas procedentes de las dos armas que portaban.

Sin embargo, uno de los organizadores de la cacería declaró que uno de los participantes —otra persona diferente de los acusados— le comentó que había tirado a un lobo “no que lo hubiera abatido”, precisó, y que la gente comentó durante la comida que se había matado a un ejemplar. Este sería el segundo que Ecologistas en Acción asegura que se abatió también, pero del que no se ha conseguido obtener ningún indicio. También reconoció que el perrero le enseñó una foto de un cánido muerto, pero que no sabía si era un lobo. Él no hizo ninguna investigación ni llamó a la Guardia Civil. En la montería se cazaron 24 jabalíes y un zorro.

La foto del cuerpo del cánido también la vio el testigo que cazaba en el puesto 14. En el juicio ha indicado que, transcurrido un tiempo desde que escuchó las tres detonaciones, se acercó al puesto que él ocupaba uno de los perreros para preguntarle si le había disparado. “Yo le contesté que no, que fue el señor de mi derecha y él me dijo: ‘Pues han matado a un lobo, mira aquí está la foto, mira qué colmillos tiene si no lo cogen pronto se va a echar a perder la piel”. El juicio continuará el viernes con declaraciones de más testigos.

Una especie perseguida y olvidada

Ecologistas en Acción sostiene que la caza ilegal de lobos es un “problema de primera magnitud” para la especie. Pero, a pesar de ello, la persecución de las infracciones resulta muy complicada. “Son pocos los casos que se judicializan por la dificultad de recoger pruebas incriminatorias y por la escasa atención que se presta a la persecución de este tipo de delitos”, aseguran. Por eso es tan importante este juicio, en el que esperan conseguir una sentencia condenatoria ajustada a derecho. “Sería abrir un melón que todavía está cerrado en la persecución que existe del lobo en Castilla y León (la comunidad autónoma con más manadas de España), también con veneno y otras artes”, concreta Carolina Martín, portavoz de la ONG.

El último censo oficial de la especie (2012-2014) estimó en 297 las manadas, que se distribuyen por Castilla y León, Galicia, Asturias, Cantabria, Madrid y Castilla-La Mancha. Hasta ahí llegan, con alguna presencia esporádica sin reproducción en el pirineo catalán, País Vasco y La Rioja. En Portugal el último conteo oficial (2002-2003) localizó a 63 manadas.

El conflicto de los lobos en Ávila y Salamanca es el más agudo que se sufre en la actualidad debido a los daños en la ganadería, que son los más elevados de Castilla y León, una comunidad en la que viven 179 manadas configurando la mayor densidad de la península. El año pasado hubo, solo en Ávila, 1.400 ataques (cuatro al día), la mitad de los que se registraron en toda Castilla y León.

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Sobre la firma

Esther Sánchez
Forma parte del equipo de Clima y Medio Ambiente y con anterioridad del suplemento Tierra. Está especializada en biodiversidad con especial preocupación por los conflictos que afectan a la naturaleza y al desarrollo sostenible. Es licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense y ha ejercido gran parte de su carrera profesional en EL PAÍS.

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