El Me Too, ante la prueba de la justicia
El juicio contra Harvey Weinstein por abusos sexuales que arranca este lunes en Nueva York es el primer y único proceso penal del movimiento iniciado en 2017
La cita definitiva del movimiento Me Too con el sistema de justicia es este lunes, en el piso 15 de una mole de granito art déco que alberga la Corte penal estatal de Nueva York, en el número 100 de Centre Street, Bajo Manhattan. "Lo que vamos a ver a partir del lunes es el juicio penal más importante de Estados Unidos ahora mismo", sentencia la abogada feminista Gloria Allred. Allí se sentará por primera vez el productor de cine Harvey Weinstein para escuchar en vivo y delante de un juez los relatos de sus presuntas víctimas de abusos sexuales.
Allred atiende al teléfono desde Los Ángeles, horas antes de viajar a Nueva York. En el juicio contra Weinstein representa a Mimi Haleyi. De las casi 90 mujeres que salieron públicamente a denunciar abusos sexuales en distinto grado por parte de Weinstein, la Fiscalía de Nueva York solo ha presentado cargos por dos, Haleyi y otra mujer cuyo nombre permanece aún confidencial. Haleyi era una asistente de producción que asegura que Weinstein abusó de ella en un hotel. La otra mujer asegura que la violó en 2013.
Las acusaciones contra Harvey Weinstein en la prensa en octubre de 2017 no solo fueron el mayor escándalo de Hollywood en este siglo, sino que dieron origen al movimiento Me Too, un cambio profundo en la cultura del silencio sobre el uso del sexo en la industria del espectáculo, que acabó extendiéndose a toda la sociedad y por todo el mundo. Los casos se contaron por decenas en pocas semanas. "A pesar de que se le abrieron investigaciones en Los Ángeles, Beverly Hills o Londres, la único que presentó cargos fue la Fiscalía de Manhattan y es el único caso en el que está procesado", explica Allred.
Recientes informaciones aseguran que podría haber nuevos cargos en Los Ángeles. Pero por ahora, el caso 02335/2018 de la Corte de Nueva York es la primera y la única vez que Weinstein, el hombre que ha venido a simbolizar por sí mismo el abuso de poder para obtener sexo, se va a enfrentar a la justicia. Está acusado de un cargo de delito sexual en primer grado; dos cargos de violación, en primer y tercer grado; y dos cargos de agresión sexual "depredadora", un término legal que establece un agravante y se refiere a que el delito es parte de su conducta natural. La previsión de la Corte es que el juicio dure seis semanas. Weinstein, de 67 años, niega todos los cargos y afirma que todas las relaciones sexuales fueron consentidas. Se encuentra en libertad bajo fianza de un millón de dólares.
Hay varios personajes clave en este juicio. Primero, el juez James Burke, al que le toca presidir el primer juicio del Me Too. Burke, que no ha permitido cámaras en la sala, es un antiguo fiscal y tiene fama de duro y de cierta tendencia a alinearse con la acusación cuando tiene margen de discreción. Hasta ahora, ha frenado todos los intentos de Weinstein por desestimar los cargos. Además ha permitido que declaren hasta cuatro mujeres no directamente relacionadas con las acusaciones. Son testimonios con los que la acusación pretende reforzar la idea de que hay un patrón de conducta que se remonta a décadas atrás.
Una de esas mujeres será la actriz Annabella Sciorra, de 59 años. Sciorra asegura que Weinstein la violó en su apartamento de Nueva York en 1993. Su abogada es también Gloria Allred. El testimonio de Sciorra puede apuntalar el cargo de "conducta depredadora" que busca la acusación. Si el jurado cree a la actriz y le hallara culpable de esto, además de las dos acusaciones concretas, la pena puede ser cadena perpetua. Por eso el testimonio de Sciorra será uno de los momentos de mayor tensión, anticipa su abogada. "Contar tu historia en televisión es muy diferente de hacerlo en un juicio", dice Allred. "Es más exigente y requiere más coraje. Weinstein tiene un ejército de abogados y una defensa muy bien financiada. El interrogatorio de la defensa va a ser duro".
Aquí entra otro de los personajes interesantes de este juicio, la abogada Donna Rotunno. Weinstein la incorporó a su equipo no solo por la imagen que pueda dar al estar representado por una mujer, sino porque además es especialista en defender a hombres acusados por su conducta sexual. Se la tiene por una interrogadora brutal que machaca a las mujeres. "Yo puedo hacer más cosas en un interrogatorio en un juzgado que un abogado hombre", decía en una entrevista con Chicago Magazine el año pasado. "Igual es un buen abogado, pero si va a por esa mujer con el mismo veneno que yo, parece un bully. Si lo hago yo, nadie mueve una pestaña. Y ha sido muy efectivo", decía Rotunno. Gloria Allred responde: "Ya veremos cómo le sienta eso a un jurado de Nueva York".
La selección del jurado, que puede durar hasta tres semanas, será quizá la parte más importante del juicio desde el punto de vista técnico. "La defensa va a plantear la cuestión de la dificultad de tener un jurado imparcial", apunta Paul Mones, un abogado de Los Ángeles especializado en casos de abusos sexuales. "Es un caso rodeado de mucha publicad negativa y Weinstein tiene derecho a imparcialidad en su juicio como todo el mundo. He estado en varios casos de alto nivel y creo que va a ser un problema". Cuando un caso es tan conocido, prácticamente cualquier ciudadano se puede haber formado prejuicios sobre el acusado solo con encender la televisión. "Ha habido una cobertura muy extensa y sus abogados tienen todo el derecho a dudar de que los jurados sean imparciales. Al final encontrarán un jurado, pero va a llevar tiempo".
Para Mones, lo más interesante es "ver cómo se desarrolla en el juicio la acusación de abuso de poder". "Técnicamente, estas mujeres no eran sus empleadas. Eso va a ser interesante. Además, está el hecho de que es muy raro que una persona tan importante y con tantos medios económicos llegue a juicio por un asunto penal. Es muy raro porque normalmente es gente que tiene la capacidad para manipular el sistema".
Por eso, el hecho mismo de que Weinstein se siente en el juicio a escuchar en un juicio las acusaciones que acabaron con él en la prensa ya supone un antes y un después en este tipo de casos. Se puede argumentar que el precedente inmediato es la condena de Bill Cosby, pero sus problemas con la justicia habían empezado mucho antes del movimiento Me Too, y no tienen tanto que ver con el abuso de poder. La importancia de este caso es que "elevan el perfil de la importancia legal y social de estos temas", dice Mones. "El abuso sexual de las mujeres en el trabajo no ha tenido la atención que merecía. El 75% de las mujeres ha experimentado algún tipo de acoso. Dependiendo de lo que pase en este juicio, otros fiscales pueden decidir tirar hacia delante y tener más celo a la hora de investigar estos casos".
Y al final, están mirando esas mujeres que nunca lo han contado y cuyo acosador no era Harvey Weinstein. "Lo que se decida en este caso y cómo se desarrolle en esa sala, la forma como se trate a las testigos, todo eso va a enviar un mensaje muy importante a las supervivientes que están mirando", dice Erin Robinson, portavoz de la asociación Rainn, que defiende a víctimas de delitos sexuales desde hace 25 años. El teléfono de Rainn de ayuda para víctimas atiende más de 25.000 llamadas al mes de todo Estados Unidos. Robinson explica la importancia de sacar a la luz estos casos para que las víctimas se decidan a denunciar. "El día después de la audiencia del juez Kavannaugh en el Senado, las llamadas aumentaron un 338%".
El juicio "es una prueba de fuego", dice Robinson. "Si tomo la decisión de denunciar, ¿me van a tratar igual que a esos testigos? ¿Qué me va a pasar? Lo que nos gustaría que saliera de este caso es que las supervivientes pueden dar el paso de denunciar, que se les va a creer y se les va a apoyar, incluso si [el acusado] es una persona poderosa". Lo que pase a partir del lunes en Manhattan "va a enviar un mensaje muy poderoso".
El viaje del Olimpo a las cloacas
En octubre de 2017, Weinstein pasó en una semana de ser uno de los productores más laureados de Hollywood a ser sinónimo de las cloacas del negocio. Con sus empresas Miramax y The Weinstein Company, fundadas junto a su hermano, es el responsable de buena parte del cine de los noventa. Ganó el Oscar a la mejor película en 1998. Fue el padrino del éxito para una generación de actrices como Gwyneth Paltrow o Uma Thurman. Cuando salieron en la prensa las primeras acusaciones contra él, pasó al ostracismo en un fin de semana y su caída encendió una ola de denuncias calladas durante años.
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