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El toque de queda vuelve a sus orígenes

Durante la Edad Media, la medida se impuso para evitar los incendios y se anunciaba con un toque de campana

Dos policías durante el toque de queda en Bruselas, el pasado lunes.
Dos policías durante el toque de queda en Bruselas, el pasado lunes.THIERRY ROGE (AFP)
Guillermo Altares

Los instantes más inquietantes, por no decir terroríficos, de un toque de queda son los que preceden al momento en que todo el mundo tiene que estar en casa. En el Bagdad de los saqueos, en el año 2003, o en Kabul poco después de la caída de los talibanes, en 2001, cuando el sol empezaba a flaquear, las calles se vaciaban cada vez con mayor premura, mientras los cierres de los comercios sonaban por todas partes. Durante un tiempo solo circulaban coches a toda velocidad entre patrullas militares cada vez más nerviosas. Luego toda la ciudad se convertía en una silenciosa tierra de nadie. Resulta difícil olvidar las espeluznantes escenas de Desaparecido, el filme de Costa Gavras, en las que Jack Lemmon, incapaz de llegar a casa a tiempo, pasa una noche entera escondiéndose bajo el toque de queda impuesto por Pinochet en Chile.

Aquellos toques de queda, marcados por la guerra o un golpe de Estado, no tienen nada que ver con el que ha impuesto Francia y que en breve puede generalizarse en España. De hecho, la idea nació en la Edad Media relacionada más con la protección de las ciudades frente a desastres naturales que para imponer el orden en las calles. Las expresiones española —toque de queda— y francesa —Couvre feu, “cubre fuego”, que los ingleses tradujeron fonéticamente del francés antiguo como Curfew— cuentan la misma historia desde dos ángulos diferentes.

Un toque de campana

Uno de los mayores peligros en las ciudades medievales era el fuego y, con el toque de una campana (de ahí la expresión española), se invitaba al caer la noche a los ciudadanos a cubrir los fuegos (de ahí las expresiones francesa e inglesa) y luego a quedarse en casa. “Algunos piensan que Guillermo el Conquistador introdujo esta práctica en Inglaterra, aunque se cree que ya se usaba mucho antes en gran parte de la Europa medieval”, escribe la historiadora del John Moore Museum, Angela Dunsby, para explicar una de las piezas de la colección de este museo inglés que muestra la vida cotidiana al final del Medievo: una tapa de barro destinada a sofocar el fuego. “Voltaire señaló una vez que la campana de toque de queda actuaba como ‘una antigua policía de protección contra incendios en el hemisferio norte’”, prosigue esta investigadora.

El toque de queda impuesto en tiempos de coronavirus recupera aquella vieja tradición que relaciona esta medida con la protección de los ciudadanos, no con su represión

El toque de queda impuesto en tiempos de coronavirus recupera aquella vieja tradición que relaciona esta medida con la protección de los ciudadanos, no con su represión. En España, la última vez que se impuso un toque de queda fue de forma totalmente ilegal: el general Milans Bosch lo decretó en Valencia mientras sacaba los tanques a la calle durante el golpe de Estado del 23 de febrero de 1981. En Francia fue común durante la guerra de Argelia y, más recientemente, durante estallidos de violencia en las banlieues. “El concepto de toque de queda estaba muy vinculado a las imágenes que tenemos del golpe de Chile”, explica el historiador Julián Casanova, que acaba de publicar Una violencia indómita. El siglo XX europeo (Crítica). “Hasta ahora, siempre ha habido una cierta contradicción entre toque de queda y democracia. Pero la pandemia ha introducido un componente totalmente nuevo”. En realidad, ha devuelto la expresión a sus orígenes.

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Sobre la firma

Guillermo Altares
Es redactor jefe de Cultura en EL PAÍS. Ha pasado por las secciones de Internacional, Reportajes e Ideas, viajado como enviado especial a numerosos países –entre ellos Afganistán, Irak y Líbano– y formado parte del equipo de editorialistas. Es autor de ‘Una lección olvidada’, que recibió el premio al mejor ensayo de las librerías de Madrid.

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