Israel reimpone el confinamiento general tras perder el control sobre la pandemia
Las restricciones se mantendrán durante al menos tres semanas coincidiendo con el Año Nuevo judío
Como un ejemplo de determinación para el resto de las naciones, Israel superó en primavera sin apenas consecuencias sanitarias el primer embate de la pandemia. La segunda ola de la plaga de coronavirus amenaza ahora con desarbolar su sistema sanitario, desbordado por más de 4.000 contagios diarios en un país de nueve millones de habitantes. Después de varias semanas de vacilaciones, el Gobierno israelí ordenó el domingo un confinamiento general de tres semanas tras el aparente fracaso de las medidas parciales de contención, como el toque de queda nocturno en decenas de poblaciones con alta tasa de infecciones. Se convierte así en el primer país de economía avanzada en reconfinar a toda su población por la segunda ola de la covid-19.
Desde el viernes 18, al inicio del Año Nuevo judío, y al menos hasta el 10 de octubre, pasados ya Yom Kipur o Día del Arrepentimiento y la celebración de Sukot o Fiesta de los Tabernáculos, los israelíes van a ver drásticamente reducidas su movilidad y sus actividades profesionales y académicas. De paso, el Gobierno pretende poner coto a los desplazamientos masivos y reuniones familiares multitudinarias durante las llamadas grandes festividades judías. Si no se consigue rebajar la tasa de contagios, las autoridades no descartan prorrogar las restricciones hasta noviembre.
El primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, anunció que los ciudadanos no podrán alejarse más de 500 metros de sus domicilios, salvo aquellos que presten servicios esenciales (alimentación, sanidad, electrónica y hogar, entre otros), que seguirán ofreciéndose al público. Colegios y universidades, restaurantes y lugares de ocio permanecerán cerrados durante el confinamiento.
“No van a ser unas fiestas judías como de costumbre”, reconoció Netanyahu antes de emprender viaje a Washington para participar mañana en la ceremonia de firma de la normalización de relaciones entre Israel y Emiratos Árabes Unidos y Baréin. “La economía se va a resentir por el cierre”, advirtió. También anunció medidas de ayuda para trabajadores, autónomos y empresarios que serán aprobadas el jueves.
Durante las tres semanas de restricciones, las autoridades solo permitirán reuniones de hasta 10 personas en lugares cerrados y hasta 20 en espacios abiertos. La prensa hebrea también anticipó que el aeropuerto Ben Gurion de Tel Aviv, principal puerta de entrada al país, seguirá operativo, aunque con limitaciones para los viajeros en función de su origen. Salvo excepciones, deberán someterse a una cuarentena de dos semanas a su llegada a Israel.
Después de año y medio de inestabilidad política jalonado por tres elecciones legislativas, Netanyahu pactó en mayo un Gobierno de unidad nacional con su principal rival, el centrista Benny Gantz. El objetivo central era, precisamente, combatir la propagación de la covid-19 y reanimar la economía, en estado comatoso tras sufrir un desplome del 28% en el segundo trimestre de este año. Las disputas entre los socios de coalición, sin embargo, han conducido al fracaso del programa de la coalición, mientras la ciudadanía parece haber perdido la confianza en sus gobernantes.
Netanyahu ha acabado reconociendo que fue prematura la acelerada desescalada que siguió al estricto confinamiento de marzo y abril. Además de la multiplicación de los contagios, en su gran mayoría asintomáticos, entre los jóvenes, la pandemia se ha cebado con las minorías más desfavorecidas. Los israelíes árabes (20% de la población) y los judíos ultraortodoxos (11%) concentran cerca del 40% de los más de 150.000 casos, de los que 37.480 siguen activos.
El debate interno en el Gobierno es fiel reflejo de la fragmentación de la sociedad israelí en castas que apenas interaccionan. Yakov Litzman, ministro de Vivienda y líder del partido ultrarreligioso Unión por la Torá y el Judaísmo, dimitió en rechazo a la imposición del nuevo confinamiento, que según dijo, impedirá el rezo durante el Año Nuevo.
El toque de queda nocturno impuesto a partir de la semana pasada en las 40 poblaciones de Israel más golpeadas por la pandemia parece no haber surtido el efecto buscado, y el índice de contagios sigue disparado. Los partidos ultraortodoxos judíos que sostienen al Gobierno, mientras tanto, amenazaron con retirar el apoyo a Netanyahu si los confinamientos solo afectaban a ciudades y distritos donde sus partidarios son mayoría. Finalmente, el aislamiento será para todos.
En los dos últimos meses Israel ha pasado de una media de 1.500 casos diarios a 3.500 durante la pasada semana. Las autoridades sanitarias han alertado de que la progresión de contagios registrados puede estar saturando ya unidades de cuidados intensivos de los hospitales.
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