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Palestinos en los restos de la casa de Qassam Barghouti, demolida por las fuerzas israelíes en Cisjordania.
Palestinos en los restos de la casa de Qassam Barghouti, demolida por las fuerzas israelíes en Cisjordania.ABBAS MOMANI (AFP)

El reto de la anexión parcial de Cisjordania marca al nuevo Gobierno de coalición en Israel

El pacto de Netanyahu y Gantz prevé aplicar la soberanía a los asentamientos y el valle del Jordán

Juan Carlos Sanz

Israel cumplirá 72 años el jueves con un nuevo Gobierno después de tres elecciones en año y medio de bloqueo político. El pacto de emergencia nacional entre el conservador Benjamín Netanyahu y el centrista Benny Gantz para turnarse en el cargo de primer ministro obedece a la crisis sanitaria y económica de la pandemia. Pero el programa de la coalición viene marcado en la esfera internacional por el firme compromiso de impulsar la anexión parcial de Cisjordania a partir del 1 de julio, a pesar del rechazo que suscita en la comunidad internacional y las advertencias de la Unión Europea y los países árabes.

El Estado judío también se dispone a conmemorar el mes que viene el 53º aniversario de la ocupación de los territorios palestinos tras la Guerra de los Seis Días, una realidad de hecho que ahora puede transformarse en situación de derecho. “La naturaleza del régimen establecido por Israel entre el río Jordán y el mar Mediterráneo está avanzando desde una anexión de facto hacia una anexión formal de iure”, destaca Yehuda Shaul, cofundador de la ONG pacifista Rompiendo el Silencio, de veteranos del Ejército contrarios a la ocupación. “Está en cuestión ahora si israelíes y palestinos pueden contar con iguales derechos civiles”, puntualiza en un estudio recién difundido por su organización, “aunque el principio que guía esta política es anexionar tanto territorio como sea posible con el menor número posible de residentes palestinos”.

No se trata de un vuelco radical. Durante la pasada legislatura (2015-2020), bajo el cuarto mandato del primer ministro Benjamín Netanyahu, el considerado como Gobierno más derechista en la historia del Estado judío ya plasmó en una batería legislativa la voluntad de extender la aplicación de las normas israelíes a Cisjordania. Este fue el caso de la llamada Ley de Regularización, para legalizar con efecto retroactivo la presencia de los colonos en asentamientos construidos sobre tierras de propiedad palestina.

“La anexión amenaza con establecer una realidad legal de apartheid para los palestinos que queden en el interior de las áreas anexionadas”, puntualiza Shaul. Se refiere a los bantustanes sometidos a la ley marcial del ocupante que surgirían en los 43 pequeños enclaves previstos en el llamado “acuerdo del siglo”, el plan de paz presentado en febrero por la Casa Blanca, que da vía libre a fagocitar una tercera parte del territorio cisjordano.

El acuerdo de coalición aprobado la semana pasada por la Kneset (Parlamento) —tras ser examinado por el Tribunal Supremo, que avaló la candidatura de Netanyahu pese a estar encausado por corrupción— autoriza al primer ministro a presentar al Gobierno a partir de julio “el acuerdo pactado con Estados Unidos de aplicación de soberanía” sobre los más de dos centenares de asentamientos judíos —habitados por 450.000 israelíes— y sobre el valle del Jordán y la costa norte del Mar Muerto en Cisjordania. El embajador estadounidense en Israel, David Friedman, declarado partidario de los colonos, ha anticipado que la Administración del presidente Donald Trump está lista para reconocer la anexión “en cuestión de semanas”.

El secretario de Estado de EE UU, Mike Pompeo, tiene previsto viajar el miércoles a Israel, en la víspera de la toma de posesión del Ejecutivo de Netanyahu y Gantz, una alianza marcada por la desconfianza en la que ambos líderes se reservan derecho de veto sobre las principales decisiones. Excepto sobre la anexión de Cisjordania, iniciativa que queda en manos exclusivas del líder del Likud. Está por ver si Pompeo bendice en su primera visita diplomática tras la plaga del coronavirus la absorción de los territorios palestinos o impone condiciones al Gobierno israelí, como declarar con carácter previo que aceptará la creación de un Estado palestino, según el plan de Trump.

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La oferta de una nación propia en los dos tercios restantes de Cisjordania y la franja de Gaza ya fue rechazada de plano por los responsables palestinos. Por ahora, el secretario de Estado se ha limitado a señalar que “la decisión queda en manos de Israel”.

Al contrario que EE UU, la comunidad internacional sigue negando toda legitimidad a los asentamientos y condena la anexión de territorio ocupado, con los países de la Liga Árabe a la cabeza. Naciones Unidas, las iglesias cristianas de Tierra Santa... son numerosas las voces que han alertado de la inestabilidad que puede generar en la región el fin de la solución de los dos Estados.

La Unión Europea también advierte de que la anexión prevista en el programa del nuevo Gobierno de Israel “puede traer consecuencias” para las relaciones bilaterales. El alto representante para la Política Exterior y Seguridad Común, Josep Borrell, anticipó hace tres meses que el plan del presidente de EE UU no encaja con los parámetros aceptados internacionalmente para poner fin al conflicto entre Israel y Palestina.

Falta de consenso en la Unión Europea

Una vez incorporada al pacto de coalición del Ejecutivo, Borrell reiteró que “cualquier tipo de anexión constituye una seria violación del derecho internacional” y que “la UE seguirá observando de cerca la situación y sus implicaciones, y actuará en consecuencia”. Israel Hayom, el periódico hebreo más cercano a Netanyahu, asegura que el jefe de la diplomacia europea —a quien define por su “animosidad” hacia el Estado judío— se dispone a plantear el viernes la imposición de sanciones a Israel, pese a la ausencia de consenso entre los Veintisiete.

El mismo diario cita a fuentes oficiales para resaltar que hay países tradicionalmente aliados de Israel (Hungría, Bulgaria, Rumania o República Checa), que tratan de bloquear las medidas punitivas, mientras otros Estados que cuestionan abiertamente la ocupación (Francia, Bélgica, Suecia o Irlanda), pueden llegar a proponer la suspensión del estratégico Acuerdo de Asociación con la UE del Estado hebreo, que regula las relaciones económicas con su principal socio comercial.

El presidente de la Autoridad Palestina, Mahmud Abbas, lo ha advertido con claridad: “Si Israel da ahora el paso de la anexión, nos desentenderemos de todos los acuerdos suscritos con Israel y EE UU”. Los líderes palestinos amenazan también con incorporar el caso de la anexión a los cargos de la investigación de la Corte Penal Internacional por crímenes de guerra y contra la humanidad.

Anshel Pfeffer, analista político del diario Haaretz y biógrafo de Netanyahu, considera, no obstante, que el primer ministro no aspira a impulsar la anexión de Cisjordania, “al menos por ahora”. “Lleva décadas trabajando para conseguir el actual statu quo, en el que la cuestión palestina ha desaparecido casi de la agenda global: ¿por qué estropearlo dándole otra vez relevancia?”.

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Sobre la firma

Juan Carlos Sanz
Es el corresponsal para el Magreb. Antes lo fue en Jerusalén durante siete años y, previamente, ejerció como jefe de Internacional. En 20 años como enviado de EL PAÍS ha cubierto conflictos en los Balcanes, Irak y Turquía, entre otros destinos. Es licenciado en Derecho por la Universidad de Zaragoza y máster en Periodismo por la Autónoma de Madrid.

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