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Anexión, alternancia y otras claves del pacto que rompe más de un año de bloqueo en Israel

Netanyahu logra protección para sus casos judiciales y Gantz gana ministerios clave en el Gobierno

Juan Carlos Sanz
Benny Gantz (izquierda) y Benjamín Netanyahu, en un cartel de la campaña electoral de marzo.
Benny Gantz (izquierda) y Benjamín Netanyahu, en un cartel de la campaña electoral de marzo.Oded Balilty (AP)

“A la vista de la crisis sanitaria y económica en Israel, firmamos un acuerdo de gobierno de emergencia nacional”. Esta es la explicación aparente del pacto de coalición suscrito el lunes entre el conservador Benjamín Netanyahu, quien venía ejerciendo desde año y medio atrás como primer ministro en funciones, y el centrista Benny Gantz, que en ese tiempo le había desafiado tres veces en las urnas con resultado de tablas.

En una fórmula de gran coalición pactada al inicio del fin del confinamiento, Israel intenta vacunarse contra la inestabilidad en plena pandemia de coronavirus tras el prolongado bloqueo político —con las cuartas legislativas en ciernes— y la amenaza de la mayor recesión en los 72 años de historia del Estado judío.

Pero hay más. “Netanyahu ha conseguido incluir la mayor parte de sus promesas electorales (....) a cambio de reservar la mitad de los ministerios a Gantz y la promesa de cederle el puesto”, resume la esencia del acuerdo el columnista Nahum Barnea en Yediot Ahronoth. “Si se convierte en primer ministro el año que viene, el logro de Gantz se elevará al nivel de lo extraordinario. Solo se sabrá con el tiempo”, expresa Ben Caspit en Maariv las dudas que suscita entre los analistas de la prensa hebrea el cumplimiento de la palabra del gobernante, que ha traicionado en el pasado a todos los aliados situados a su izquierda.

Estas son las principales claves del pacto:

Alternancia en el poder por ley

Netanyahu proseguirá al frente del Ejecutivo durante 18 meses, que sumará a sus 14 años de mandatos acumulados, y entregará el cargo a Gantz. Para plasmar la rotación en el poder, la Kneset (Parlamento) deberá aprobar antes de tres semanas una legislación especial que garantice su cumplimiento. “No es un pacto político, es un contrato”, subraya en su análisis en Haaretz Anshel Pfeffer. “Gantz no es un socio, sino un guardaespaldas para los tres próximos años [de legislatura]".

Anexión territorial en Cisjordania

El líder centrista ha renunciado a contar, como aspiraba, con derecho de veto sobre la anexión de los asentamientos judíos y del valle del Jordán en Cisjordania. El primer ministro tendrá vía libre para “aplicar la soberanía israelí” sobre gran parte del territorio palestino bajo ocupación militar desde 1967.

El eufemismo de la extensión de la ley israelí a las colonias, recogido en el plan de paz presentado en febrero por la Casa Blanca, “supondrá el fin de la solución de los dos Estados”, advierte Mohamed Shtayeh, jefe del Gobierno de la Autoridad Palestina. Netanyahu insiste en acelerar la anexión, que debe ser avalada por Estados Unidos, antes de correr el riesgo de que Donald Trump sea apartado de la presidencia en las urnas el próximo mes de noviembre.

El Gabinete más amplio de la historia

Israel contará con el Gabinete con mayor número de carteras en su historia —hasta 36 ministros y 16 viceministros— para poder acomodar a todas las fuerzas de la coalición. Además de la presidencia del Parlamento, el Likud de Netanyahu se reservará Finanzas y Seguridad. Azul y Blanco, la alianza de Gantz, obtendrá Defensa, Exteriores y Justicia, y espera atraer a diputados del menguante laborismo —partido histórico con el que proyecta fusionarse— para que piloten Economía y Asuntos Sociales. Los ultraortodoxos seguirían controlando Sanidad e Interior (que en Israel no dirige la policía, competencia de Seguridad) y la extrema derecha, si decide finalmente permanecer en la coalición, Educación.

El acuerdo incluye la creación de una segunda residencia oficial para el “primer ministro alternativo” o vice primer ministro, concebida para mantener el privilegio del que disfruta Netanyahu ininterrumpidamente desde 2009 cuando traspase el testigo a Gantz. “¿Es todo esto realmente necesario, en un tiempo de crisis económica y con un millón de desempleados [26% de la población activa]?", se interroga en Yedioth la columnista Sima Kadmon.

Blindaje frente a la justicia

Otra garantía extraordinaria que recibe el primer ministro en las cláusulas de coalición es la potestad de vetar el nombramiento de altos cargos de la justicia, entre ellos el de fiscal general, mientras se sustancia su proceso por tres casos de corrupción, que debe comenzar el 24 de mayo. También ha impuesto la exigencia de acuerdo unánime entre sus representantes y los de Gantz en el comité de selección de jueces del Ministerio de Justicia.

Netanyahu teme sobre todo que el Supremo pueda privarle de la permanencia en el poder a causa de tres peticiones legales, presentadas el lunes por grupos políticos y de la sociedad civil, para que el Alto Tribunal fije su doctrina y establezca si un encausado (por fraude y soborno, en su caso) está facultado o no para ejercer como jefe del Gobierno. El veto de la jurisprudencia solo afecta por ahora a los ministros, no al jefe del Ejecutivo. El pacto de coalición prescribe que si Netanyahu es apartado por los jueces, se disolverá automáticamente la Kneset y se convocarán nuevas elecciones legislativas.

¿Una salida digna de un estadista?

El calendario parece estar diseñando para que Netanyahu, de 70 años, pueda tener una salida airosa a sus casos judiciales. El presidente del Estado de Israel, el octogenario Reuven Rivlin, culmina su mandato a finales de 2021, cuando el líder del Likud ya habrá cedido el cargo a Gantz, de 60 años. Si logra ser elegido por la Kneset como nuevo jefe del Estado, Netanyahu dispondrá entonces de un mandato presidencial de siete años (renovable) con inmunidad plena ante la justicia.

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Sobre la firma

Juan Carlos Sanz
Es el corresponsal para el Magreb. Antes lo fue en Jerusalén durante siete años y, previamente, ejerció como jefe de Internacional. En 20 años como enviado de EL PAÍS ha cubierto conflictos en los Balcanes, Irak y Turquía, entre otros destinos. Es licenciado en Derecho por la Universidad de Zaragoza y máster en Periodismo por la Autónoma de Madrid.

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