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El dilema de la nueva normalidad en Israel: más contagios o menos economía

Netanyahu levanta estricciones, pero frena la reapertura de actividades por el rebrote de casos

Juan Carlos Sanz
Investigadores médicos en un laboratorio de máscaras protectoras en Haifa (Israel).
Investigadores médicos en un laboratorio de máscaras protectoras en Haifa (Israel).AMIR COHEN (Reuters)

Después de haber contenido con éxito la primera ola de la pandemia de coronavirus (303 muertes, menos de 20.000 infectados), Israel afronta un fuerte rebrote del número de contagios (de una veintena de casos diarios en mayo a cerca de 300 el miércoles) cuando se dispone a estrenar la nueva normalidad. A pesar del repunte de los contagios, el Gobierno ha levantado las últimas restricciones internas en cines y teatros, que reabren sus puertas este fin de semana, y el transporte ferroviario, que reanuda la actividad el lunes tras más de tres meses de suspensión. El primer ministro Benjamín Netanyahu ha admitido, sin embargo, la necesidad de frenar la reanudación plena de la economía ante los nuevos casos positivos.

“Lo hemos intentado mientras se reactivaba la economía. Aún esta pendiente la cuestión de los vuelos (la recuperación del turismo), pero no vamos a reabrirla más”, previno el mandatario en una reunión del Gobierno celebrada el miércoles por la noche. “Actuaremos con mano dura si no respetan las medidas (de protección) sanitarias”, advirtió Netanyahu a unos ciudadanos que han pasado en pocas semanas del toque de queda implantado en ciudades y barrios a abarrotar los cafés y centros comerciales.

El ministro de Finanzas, Ysrael Katz, fue más explícito: “Aunque se propague el coronavirus, no habrá más confinamiento a escala nacional y solo se aprobarán restricciones localizadas y temporales”. Israel ha salido hasta ahora relativamente indemne en el plano sanitario de la pandemia por covid-19, pero con la economía herida por tres meses de paralización. El Producto Interior Bruto (PIB) se ha desplomado un 7,1% durante el primer trimestre del año y la tasa de desempleo ha pasado del 4% en marzo a más del 25% (56% entre las mujeres). En Israel, la cobertura social de los trabajadores en paro se limita al 3,4% del PIB, en la cola de los países de la OCDE, frente al 14,9% de Francia, según datos de la Kneset (Parlamento).

Como muchos otros países, el Estado hebreo se enfrenta al dilema de reactivar la economía mientras mantiene la protección sanitaria de sus ciudadanos. “Aunque algunos expertos del Ministerio de Sanidad hablan de la emergencia de una segunda ola de la pandemia, se trata de una conclusión algo prematura”, observa Amos Harel, analista del diario Haaretz. “La mayoría de los infectados ahora son personas jóvenes, en parte asintomáticos, que han sido diagnosticados por el aumento de las pruebas de detección”, puntualiza.

A pesar de que se ha duplicado en un mes el número de casos activos, hasta alcanzar los cuatro millares, solo 29 precisan de ventilación asistida. El rebrote es visto con cautela por las autoridades sanitarias. Consideran que se corresponde con la acelerada desescalada de las medidas restrictivas y de confinamiento iniciada en mayo. La reanudación masiva de la actividad escolar, por ejemplo, conllevó el cierre de más de dos centenares de colegios e institutos y la imposición de dos semanas de cuarentena a cerca de 20.000 alumnos y a sus profesores por temor a nuevos contagios.

Los más desfavorecidos sufren más el virus

Los sectores más desfavorecidos entre los nueve millones de Israelíes han sido los más afectados por el repunte de la covid-19. La minoría árabe (20% de la población), los ultraortodoxos (11%), los judíos de origen etíope (150.000 personas) o los inmigrantes indocumentados africanos (50.000) han registrado un mayor número de casos. Dentro de las comunidades árabes israelíes se ha producido un incremento del 10% en el número de positivos esta semana. En Tel Aviv, los barrios de inmigrantes del sur de la ciudad concentran una tercera parte de las nuevas infecciones, y un porcentaje similar se constata en la parte histórica de Jaffa, con mayoría de residentes de origen palestino.

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Estado de alarma, octava semana de confinamiento generalizado para evitar los contagios por la crisis sanitaria del coronavirus. Barcelona, 13 de mayo de 2020 [ALBERT GARCIA]
La pandemia golpea más a los que menos tienen

Tras el estricto orden de batalla con el que afrontó en marzo la emergencia del coronavirus, Israel parece haber emprendido la desescalada con signos de descoordinación. La Asociación de Médicos de la Sanidad Pública ya advirtió este mes de que el aumento en el número de infecciones era previsible. “Tuvimos tiempo para prepararnos tras la primera oleada, pero parece que no hemos aprendido la lección”, señalaron los responsables de la organización profesional. “Pese a la urgente necesidad de dotar de personal sanitario y medios al sistema público de salud no se ha reforzado la capacidad de respuesta”.

El dilema ha pasado finalmente factura. Con los aeropuertos cerrados para los extranjeros en el sur de Europa, Grecia e Israel esperaban poder sacar partido de su buena situación sanitaria y reanudar este mismo mes el turismo bilateral. El primer ministro griego, Kyriakos Mitsotakis, visitó el martes a Netanyahu en Jerusalén con el propósito de impulsar los viajes entre ambos países. Pero a la vista del rebrote de la pandemia en el Estado judío, tuvo que regresar a Atenas tras prometer que los turistas israelíes solo serán bienvenidos a partir del 1 de agosto.

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Sobre la firma

Juan Carlos Sanz
Es el corresponsal para el Magreb. Antes lo fue en Jerusalén durante siete años y, previamente, ejerció como jefe de Internacional. En 20 años como enviado de EL PAÍS ha cubierto conflictos en los Balcanes, Irak y Turquía, entre otros destinos. Es licenciado en Derecho por la Universidad de Zaragoza y máster en Periodismo por la Autónoma de Madrid.

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