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La pandemia frena la vigilancia de otras enfermedades infecciosas

La saturación del sistema sanitario y el confinamiento reducen la notificación de dolencias como la tuberculosis

Presupuestos Govern 2022
Sanitarios hacen test PCR puerta a puerta en un bloque de viviendas de Ripollet (Barcelona) donde hay transmisión de covid-19MASSIMILIANO MINOCRI (EL PAÍS)
Jessica Mouzo

La covid-19 lleva meses focalizando la atención del sistema sanitario. Es la prioridad de los hospitales, la atención primaria y los equipos de salud pública desde el pasado febrero. Pero la concentración de recursos en la pandemia empieza a pasar factura a la atención de otras dolencias infecciosas. La vigilancia de las enfermedades de declaración obligatoria, un conjunto de patologías transmisibles que están bajo la lupa de los servicios de salud pública, se ha resentido. La notificación a la red nacional de vigilancia epidemiológica (Renave) de casos de tuberculosis, varicela o sarampión, entre otros, ha caído en picado respecto al año pasado.

Los expertos achacan el bajón a tres factores: la saturación administrativa de los servicios de salud pública, que reportan con retraso; la reducción de las infecciones por el efecto del confinamiento; y un ligero infradiagnóstico vinculado al temor del paciente a acceder a los centros sanitarios por la covid-19.

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Según el último boletín semanal del Instituto de Salud Carlos III (ISCIII), correspondiente a la tercera semana de julio, los casos de tuberculosis reportados este año ascienden a 856, un 38% menos que los recogidos el año pasado en las mismas fechas. De varicela se han notificado 10.069 infectados en lo que va de año, tres veces menos que en el mismo período de 2019. Lo mismo sucede con la malaria: 57 casos hasta ahora frente a los 229 acumulados hace un año. También en sarampión (59 casos, un 77% menos), tos ferina (474 afectados, casi cuatro veces más el año pasado) e infecciones de transmisión sexual (ITS), como la sífilis o la gonorrea. La notificación cae en todas las enfermedades.

“Sospechamos que hay un retraso en la notificación, no que se estén diagnosticando menos. Si vas al médico, te van a seguir detectando estas enfermedades como siempre. Pero hay una sobrecarga de trabajo y todas esas encuestas que se tienen que desarrollar y balizar se están demorando en la notificación a nivel central”, justifica Rosa Cano, investigadora del Centro Nacional de Epidemiología. La experta del ISCIII descarta que haya infradiagnósticos, aunque vaticina que hay menos infecciones “porque la distancia social y el freno del ocio y los viajes están influyendo”.

Los expertos consultados coinciden en que el confinamiento y las nuevas medidas de protección adoptadas por la ciudadanía para combatir la covid-19, como el uso de la mascarilla, están limitando los contagios por otras dolencias infecciosas. “La patología sí que ha disminuido en parte. Son transmisibles a nivel comunitario y por contacto interpersonal. Al haber menos interacción por el confinamiento, habrá menos incidencia de ITS, parotiditis [paperas], tos ferina”, explica José María Molero, del grupo de trabajo de Enfermedades Infecciosas de la Sociedad Española de Medicina Familiar y Comunitaria. En esta línea, Cano pone varios ejemplos: “Con la legionela está claro. Suelen ser casos asociados a viajes que vas recibiendo de la red europea, pero esto se ha frenado: no hay casos porque los viajes se han reducido. No hay tanto ocio y también ha disminuido las infecciones toxialimentarias, al igual que las ITS, porque los contactos han disminuido”.

Algunos especialistas señalan, no obstante, que la bajada en la notificación es multifactorial. “Inciden varios factores y será difícil cuantificar en qué proporción. Los profesionales sanitarios están volcados en la covid-19 y creemos que se declara menos. Se repite el mismo fenómeno que ocurrió en la gripe de 2009: los profesionales están estresados y no declaran el 100% de lo que ven”, apunta Gloria Carmona, jefa del Servicio de Sistemas de Monitorización y Declaración de Vigilancia de la Salud Pública de Cataluña. Además de los efectos del confinamiento, la epidemióloga sostiene que también “se deja de diagnosticar porque el ciudadano, si se encuentra regular, no va al médico”. “Se retrae por el factor miedo. Enfermedades como la tos ferina o la parotiditis, que el paciente no percibe como graves, las está pasando en casa”, valora la experta. En esa visión de un fenómeno multicausal coincide Toni Trilla, jefe de Medicina Preventiva del Hospital Clínic de Barcelona: “Es una mezcla de todo: Se ha deteriorado la frecuentación de la consulta médica y los servicios de salud pública se han dedicado a la covid-19 y no se declara como siempre. Es un efecto de la sobrecarga que tendrá solución cuando termine la crisis sanitaria”.

Aunque hay controversia respecto al nivel de infradiagnóstico que se está produciendo, Molero, que ejerce como médico de familia en Madrid, admite que no es descartable. “Hay población de más edad que ahora vienen menos y, además, muchas enfermedades se diagnostican clínicamente. Y la sospecha clínica la tienes cuando miras al paciente y por lo que te cuentan. Eso con las consultas telemáticas es más difícil”, asume. Carmona, por su parte, opina que “seguro que hay una parte de casos oculta, que no aflora, pero los brotes al final salen a la luz”. De hecho, esta semana se ha descubierto en Sevilla un brote de fiebre del Nilo Occidental, una enfermedad emergente de declaración urgente provocada por un virus y transmitida a los humanos a través de la picadura de un mosquito. Aunque suele cursar de forma asintomática en la mayoría de los casos, en un 1% de los afectados provoca daños graves: hay 17 personas con un cuadro de meningoencefalitis, siete de ellas en cuidados intensivos.

Joan Caylà, uno de los mayores expertos de España en tuberculosis y epidemiólogo en la Agencia de Salud Pública de Barcelona, achaca la baja notificación a los déficits históricos de recursos en salud pública y advierte de los riesgos de un infradiagnóstico o que se escape del radar algún brote. “Salud Pública ha estado siempre con una dotación muy limitada y esto se ha notado más aún entre los que trabajamos con enfermedades transmisibles. Con la pandemia, infecciones como la tuberculosis se han quedado aparcadas. Podría pasar que cuando la situación se normalice, se vean casos de tuberculosis o VIH con retraso”, señala.

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Sobre la firma

Jessica Mouzo
Jessica Mouzo es redactora de sanidad en EL PAÍS. Es licenciada en Periodismo por la Universidade de Santiago de Compostela y Máster de Periodismo BCN-NY de la Universitat de Barcelona.

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