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10 comunidades autónomas imponen el uso de la mascarilla

Cantabria es la última que ha decidido convertir en obligatorio llevar esta protección independientemente de que se pueda respetar la distancia de seguridad

En foto, máquina expendedora de mascarillas en una parada del tranvía de Zaragoza. En vídeo, la mascarilla ya es obligatoria en diez comunidades.Vídeo: JAVIER CEBOLLADA (EFE) / ATLAS

Los Gobiernos de Cantabria, Murcia, Aragón, La Rioja, Navarra y Asturias aprobarán el uso obligatorio de las mascarillas incluso en situaciones en las que se pueda mantener la distancia social, una medida ya puesta en marcha en Cataluña, Baleares y Extremadura, y también anunciada en Andalucía.

El Gobierno del cántabro Miguel Ángel Revilla es el último que ha decidido imponer la obligatoriedad de la protección. Así lo han confirmado a Europa Press fuentes de la Consejería de Sanidad de esta comunidad autónoma, que han explicado que la orden que regulará el uso obligatorio de la mascarilla en Cantabria no necesita pasar por el Consejo de Gobierno. El Ejecutivo cántabro está “ultimando” la orden, que se publicará de forma “inminente”.

El Gobierno de Murcia ha anunciado que la medida se aprobará este lunes en un Consejo de Gobierno extraordinario. En principio entraría en vigor este mismo lunes y solo excluiría playas, piscinas y práctica deportiva, informa Virginia Vadillo. Mientras que el Ejecutivo aragonés, navarro y asturiano han comunicado que concretarán los detalles de la decisión la próxima semana, el de La Rioja ya ha adelantado que será obligatorio llevar la mascarilla tanto en la vía pública como en espacios al aire libre o cerrados de uso público, o en los medios de transporte públicos o privados, con las siguientes excepciones: no será obligatorio cuando las personas que concurran en un espacio o medio de transporte sean convivientes en un mismo domicilio; cuando se realice actividad deportiva y se pueda garantizar la distancia interpersonal; en el momento del baño; cuando se estén consumiendo alimentos o bebidas; o cuando su uso resulte incompatible con la actividad que se esté realizando.

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En España, el decreto de la nueva normalidad del Gobierno especifica que la mascarilla es obligatoria para los mayores de seis años en el transporte público y en lugares públicos donde no se pueda garantizar la distancia de 1,5 metros. Sin embargo, el miedo a los rebrotes ha hecho que sean ya 10 las autonomías que han decidido ir más lejos. La primera fue Cataluña, que el miércoles pasado convirtió en obligatorio el uso de esta protección en todos los espacios públicos, independientemente de que se pueda o no respetar la distancia de seguridad.

“La norma general es que todo el mundo salga de casa con la mascarilla, se vaya a la playa o trabajar”, dijo entonces la consejera de Salud, Alba Vergés. Para los que incumplan la medida, el Govern prevé multas de 100 euros.

Apenas 24 horas después, Baleares se sumó a la obligatoriedad, establecimiento como excepciones las playas, las piscinas, cuando se consuman alimentos y bebidas, haciendo deporte y mientras se tocan instrumentos de viento. La siguiente comunidad fue Extremadura. El pasado el viernes José María Vergeles, vicepresidente segundo y consejero de Sanidad y Servicios Sociales de la Junta de Extremadura, incidió: “Tenemos que tomar medidas para disminuir la transmisión comunitaria descontrolada y para que no se produzca eso es necesario que nos lo tomemos en serio. En el control de la pandemia está demostrado que hay que ser contundentes”.

El domingo, el presidente de la Junta, Juan Manuel Moreno, justificó la obligatoriedad de la mascarilla a partir del lunes también en esta región por la “turismofobia”, el rechazo a los turistas que no la llevan. Y este domingo fueron Aragón, La Rioja, Navarra y Asturias las que se sumaron a la medida.

De no ser considera tan necesaria al principio, ni siquiera por la Organización Mundial de la Salud (OMS) —que solo las recomendaba a personas con síntomas o los que estuvieran en contacto con enfermos de coronavirus—, la mascarilla se ha convertido con el paso de los meses en una de las principales barreras para contener la pandemia, aunque sigue existiendo controversia científica al respecto. Si bien son efectivas en determinadas condiciones, no hay evidencia científica de que sean tan útiles al aire libre y con distancia prudencial. Sin embargo, como apuntaba el pasado miércoles Magda Campins, jefa de Medicina Preventiva del Vall d’Hebron, la medida puede ayudar a combatir la relajación de la población. “No me gusta la obligatoriedad, pero viendo que la situación epidemiológica se complica y el comportamiento de los ciudadanos se relaja, es adecuado”.

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