Pekín eleva su nivel de alerta sanitaria por la situación “extremadamente peligrosa” de su brote
Los colegios cancelan las clases presenciales y se recomienda la vuelta al teletrabajo, entre otras medidas
Pekín ha elevado esta noche al nivel 2, en una escala de cuatro, su alerta sanitaria debido al brote de coronavirus relacionado con el principal mercado de abastos de la capital, Xinfadi. El Gobierno municipal considera aún la situación “extremadamente grave”, según ha declarado su portavoz, Xu Hejiang, aunque este martes se han detectado menos casos nuevos confirmados, 27, que en los dos días anteriores, cuando llegaron a 36. Los expertos advierten de que las próximas 48 horas serán claves para determinar si el foco se ha atajado a tiempo y se encuentra bajo control.
Entre las medidas que implica esta vuelta atrás en la desescalada pekinesa, todos los colegios cerrarán sus puertas y se abandonarán las clases presenciales desde preescolar hasta bachillerato, apenas semanas después de haberlas retomado. También se recomienda el teletrabajo en la medida de lo posible, y desde este miércoles se limitará el aforo de los lugares públicos, como parques, bibliotecas o museos, al 30%. Para entrar en cualquier complejo residencial será necesario someterse a una toma de temperatura, y las mascarillas volverán a ser obligatorias en la calle. También se imponen restricciones al transporte: según el periódico Global Times, los dos aeropuertos de la capital han suspendido sus vuelos interprovinciales.
La cautela es la actitud dominante entre los ciudadanos. Aunque los servicios de limpieza municipales han desinfectado 276 mercados y ordenado la clausura de 11 instalados en espacios cerrados, el tráfico de compradores ha disminuido de manera notable y las medidas de control han vuelto a endurecerse después de semanas de relajación gradual. En restaurantes y tiendas de alimentación también ha disminuido la clientela, mientras aumentan los pedidos a través de las aplicaciones de comercio electrónico.
“¡Mis verduras las traigo yo de Hebei! ¡Nada de coronavirus!”, tranquiliza Zhou, un energético vendedor en uno de los puestos del mercado matutino de Chaoyang, en el centro de Pekín. Este mercado al aire libre ha instalado nuevas vallas y un sistema de cámaras térmicas para controlar a los clientes que quieran entrar. Varios trabajadores sociales, del ejército de 100.000 que ha reclutado esta semana el Gobierno municipal, vigilan que se mantenga la distancia de un metro en la cola de acceso y escudriñan los códigos QR en los móviles de los visitantes: solo si muestran el verde que denota estar sano se les franqueará la entrada. Las esperas se toman con filosofía: “Ya estábamos acostumbrados. Esperemos que controlen el virus pronto y podamos superar esta situación rápido”, explica el señor Xu, un jubilado de 67 años.
Antes de la subida del nivel de alerta, anunciada a última hora de la noche, ya se habían cancelado líneas interprovinciales de autobuses y servicios de taxi que salgan de la ciudad, para evitar desplazamientos descontrolados fuera de Pekín de posibles portadores del virus.
En toda la ciudad se llevará a cabo una campaña de inspección de mercados, restaurantes y cantinas de empleados y estudiantes. Los trabajadores en esas instalaciones tendrán que someterse a pruebas de coronavirus.
La situación es “muy preocupante”, ha admitido Cai Qi, el secretario general del Partido Comunista de Pekín, la máxima autoridad municipal. Hasta el momento se han detectado casos no solamente en Xinfadi, también en otros dos mercados. Los vecinos de una treintena de complejos residenciales donde habitan personas contagiadas han quedado bajo estricto confinamiento.
En declaraciones al periódico Global Times, el virólogo Yang Zhanqiu, de la Universidad de Wuhan, consideraba el lunes que la cepa detectada en Pekín parece ser más contagiosa de la que atacó su ciudad, el foco original de la pandemia, dado el alto número de casos detectados en apenas cuatro días. Un investigador del Centro de Control y Prevención de Enfermedades municipal pekinés había apuntado que la cepa podría provenir de Europa. Hasta el momento no está claro el origen de este brote, que estalló en la capital cuando la metrópolis de 22 millones de habitantes llevaba casi dos meses sin detectar casos nuevos.
Pero el epidemiólogo jefe de los Centros de Prevención y Control de Enfermedades de China, Wu Zunyou, ha lanzado una nota de optimismo al asegurar que las medidas adoptadas surtirán efecto. “Son eficaces y se han tomado a tiempo. Los infectados pueden mostrar síntomas en los próximos dos días. Si el número de casos registrados no crece mucho, se podrá decir que el brote ha quedado básicamente estabilizado”, aseguraba la pasada noche en declaraciones a la televisión estatal, CCTV.
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