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El misterio de la baja letalidad del coronavirus en Rusia

En uno de los tres países con más contagios del mundo crecen las voces que dudan de las cifras oficiales de fallecidos. Las autoridades defienden que su gestión evitó muchos casos graves

Entierro de una persona fallecida por coronavirus en el cementerio de Kolpino, a las afueras de San Petersburgo, el 6 de mayo.
Entierro de una persona fallecida por coronavirus en el cementerio de Kolpino, a las afueras de San Petersburgo, el 6 de mayo.OLGA MALTSEVA (AFP)
María R. Sahuquillo

Los pocos días que estuvo en planta en el Hospital de Infecciosos Número 2 de Moscú, Valentina Zúbareva, siguió impartiendo sus clases de Gestión Financiera por Internet. El 16 de marzo, tres días después de su ingreso, la mujer, de 79 años, fue trasladada a cuidados intensivos. El 19, el alcalde de Moscú, Serguéi Sobianin, anunció que esta profesora de la Universidad de Petróleo y Gas era la primera persona fallecida por coronavirus de Rusia. Un par de horas después, el operativo de control del virus de la región salió al paso para recalcar que la covid-19 no fue la causa de la muerte de Zúbareva, que tenía diabetes y una cardiopatía, sino un trombo. Y el alcalde se desdijo.

Con 232.243 infectados de coronavirus confirmados, el segundo número más alto de casos en el mundo, justo por delante de España, según el recuento de la Universidad Johns Hopkins, Rusia tiene una de las tasas de letalidad más bajas: 0,91%. En todo el país, con 145 millones de habitantes, han fallecido 2.116 personas. Las autoridades aseguran que el temprano cierre de las fronteras y la cuarentena obligatoria a todo el que llegaba de fuera, ya desde principios de marzo, ha jugado un papel determinante para luchar contra la gravedad del virus. Sin embargo, los casos se siguen incrementando de forma rápida —unos 11.000 nuevos al día—, al mismo ritmo que aumentan los expertos y activistas que cuestionan las cifras oficiales de mortalidad.

El caso de Zúbareva puede arrojar algo de luz sobre los datos. El protocolo del Ministerio de Sanidad ruso —que registra los fallecidos que le transmiten las regiones— marca que al formular un diagnóstico patológico se debe diferenciar entre la muerte por la covid-19 “cuando esta sea la enfermedad principal (la causa original de la muerte)” y el fallecimiento por otras enfermedades cuando la covid-19 esté presente (y diagnosticada con métodos analíticos), pero “sin morfología clínica, que podría causar la muerte”. Una línea de actuación que también mantienen otros países. Sanidad eludió aclarar a este diario, sin embargo, cómo se computan las muertes, así como los datos por grupos de edad y género, pese a las constantes peticiones oficiales.

Una clave podría ser la edad de la población: en Rusia hay menos población anciana que en países como España o Italia (la esperanza de vida del país euroasiático es 11 años menor que la de esos dos países). El ministro de Sanidad ruso, Mijaíl Murashko, ha defendido que las medidas de confinamiento han ayudado a que la mortalidad sea baja. También ha sugerido que puede tener que ver con la vacuna BCG (Bacillus Calmette-Guérin) contra la tuberculosis, que Rusia y otros países del Este mantienen en sus calendarios vacunales. Aunque Murashko no presentó evidencias ni aclaró si Rusia está estudiando la relación de la BCB, como sí hacen ya grupos de investigadores de España, EE UU, Alemania o Australia. “La OMS cree que no hay evidencia de que la BCG o la vacuna oral contra la poliomielitis protejan a las personas de la infección que causa el virus que provoca la covid-19”, señala por email la representante de la Organización Mundial de la Salud en Rusia Melita Vujnovic. La experta no analiza a fondo los datos de fallecidos de Rusia, pero señala que las medidas que ha adoptado están “en línea” con las recomendaciones de esta agencia de la ONU.

En cambio, el demógrafo Alexéi Raksha cree que la cifra “real” de fallecidos por covid-19 es al menos cinco veces mayor que la oficial. “El número de muertos ahora está subestimado, y no se están haciendo apenas análisis postmortem”, sostiene el experto, que lleva desde el principio de la pandemia analizando los datos. Raksha apunta que la verdadera imagen —o al menos una más completa— solo se conocerá el año que viene, cuando la agencia de estadísticas rusa (Rosstat) publique sus datos de fallecimientos generales y puedan analizarse los picos, igual que podría pasar en países como España, donde podrían aflorar más casos.

Mientras tanto, la información parcial ya publicada está contribuyendo a agrietar aún más la solidez de los datos oficiales. Solo en el mes de abril, Moscú, en el epicentro de los contagios, ha registrado 1.700 muertes más que el promedio del mismo mes en los últimos cinco años, según su registro civil. El mes pasado, los muertos recogidos en las estadísticas de coronavirus en Moscú fueron 642. En la segunda mayor ciudad de Rusia, San Petersburgo, se emitieron 5.303 actas de defunción, lo que representa 232 muertes más que el promedio histórico de los cinco años anteriores, pero oficialmente solo 29 personas han fallecido por coronavirus.

Varias ambulancias hacen cola para acceder al hospital de Pokrovskaya, San Petersburgo, el pasado 27 de abril.
Varias ambulancias hacen cola para acceder al hospital de Pokrovskaya, San Petersburgo, el pasado 27 de abril. Anton Vaganov (Reuters)

Además, la mortalidad de al menos ocho regiones rusas se incrementó un 10% en marzo con respecto al mismo periodo de 2019, pese a que los expertos señalan que el parón de actividad por el confinamiento puede haber reducido también accidentes de tráfico e industriales. En las provincias de Sverdlovsk se han contabilizado 5.111 muertos por todas las causas, en Lípetsk 1.465, en Kemérovo 3.294, en Leningrado 2.065, en Oriol 939, en Janty Mansiysk 911, en Zabaikalie 1.245 y en Ulyánovsk 1.497, lo que supone el número de fallecidos más alto de los últimos cinco años, según las cifras de la agencia estatal de estadísticas (Rosstat). Sin embargo, ninguna de estas regiones supera los 10 fallecidos oficiales por coronavirus, a fecha actual. La propia provincia de Sverdlovsk, una de las siete zonas con más infectados de todo el país, solo registra 10 muertes por el virus. Aunque también hay regiones, como Kaliningrado o Volgogrado, en la que los muertos generales han decrecido entre un 9% y un 7%.

Sanitarios sin indemnización

En marzo, cuando las cifras oficiales ya empezaban a mostrar una gran presión asistencial, la enfermera infantil Yelena Nikonórova fue destinada al hospital central de Belebéi, en la región de Baskortostán, en los Urales. Allí empezó a trabajar en la zona roja de tratamiento del coronavirus. El 3 de abril fue hospitalizada por primera vez por la covid-19. Murió el 27. Tenía 56 años. En su partida de defunción consta que Nikonórova falleció por neumonía y que padecía covid-19. Sin embargo, las autoridades regionales anunciaron que su muerte no tenía que ver con el coronavirus, sino que estaba relacionada con la diabetes que sufría. “La enterraron en un féretro cerrado, sin que sus parientes pudiéramos darle el último adiós”, se lamenta por teléfono su hermana, Nadezhda Fominá.

Un decreto presidencial marca que las familias del personal sanitario fallecido por la covid-19 deben recibir 2,7 millones de rublos (algo menos de 34.000 euros) como indemnización. Pero Nikonórova no está en las estadísticas oficiales de fallecidos por el coronavirus. “Están ocultando la causa de la muerte porque quieren ocultar sus propios errores. No es una cuestión de dinero sino de que haya una investigación justa”, critica su hermana. Tras la polémica local, las autoridades afirman que la partida de defunción es “provisional”, aunque en el documento consta que es “definitiva”.

Un hombre observa el memorial a los trabajadores sanitarios fallecidos por coronavirus en San Petersburgo, este lunes.
Un hombre observa el memorial a los trabajadores sanitarios fallecidos por coronavirus en San Petersburgo, este lunes. OLGA MALTSEVA (AFP)

El caso de la enfermera de Baskortostán es uno de los recogidos en un listado no oficial de sanitarios fallecidos por la covid-19 que un grupo de médicos y profesores está elaborando ante el silencio de la Administración. Las autoridades rusas no recogen de manera oficial y sistemática las cifras de profesionales de la salud contagiados o fallecidos por el coronavirus. En el triste listado hay otros 154 nombres, explica el cardiólogo Alexéi Erlij, uno de los precursores de la iniciativa, que recibe información de todos los puntos de Rusia. Son el 7,35% de los fallecidos.

“No quiero hacer analogías con los tiempos de guerra, pero cuando un país afronta un conflicto hay que saber cuántos militares y cuántos civiles han muerto. En este caso, los sanitarios están en primera línea, como los militares, hay que saber cuántos cayeron y cuántos hay en la reserva”, señala Erlij, que desconfía profundamente de las estadísticas oficiales de fallecidos por la covid-19. “Voluntaria o involuntariamente muchas muertes por coronavirus no pasan a engrosar las cifras oficiales. Se puede no diagnosticar el virus pese a que todos los síntomas están presentes. Así es la lógica de ciertos dirigentes que puede influir en los datos. O simplemente están acostumbrados a mentir”, señala. En Rusia, cuatro gobernadores han caído durante la epidemia de coronavirus, después de que sus regiones saltasen a los titulares por grandes brotes de infectados. Nadie quiere estar bajo el foco y con una gestión tan descentralizada y opaca, eso puede estar afectando —incluso involuntariamente— a las cifras.

Seis millones de test

Otros expertos, como Viktor Maléyev, vinculado a Rospotrebnadzor, la agencia estatal que vigila los derechos del consumidor y el bienestar y responsable de contabilizar los infectados de todo el país, cree que la tasa de mortalidad de Rusia es más baja porque se han detectado muchos más casos. Según las autoridades, casi seis millones de rusos se han hecho test de coronavirus. “Debido a las pruebas masivas de la población y la identificación de infectados principalmente asintomáticos, el numero relativo de fallecidos es menor que en otros países”, señala por correo electrónico Maléyev.

También la viceprimera ministra Tatiana Gólikova resalta la gestión rusa de la crisis sanitaria y afirma que las cifra de fallecidos es “7,6 veces menor que en el resto del mundo”. “Nunca manipulamos datos estadísticos oficiales”, ha dicho este martes en una conferencia, tras las informaciones que cuestionan los números rusos. El Kremlin aprobó una ley que criminaliza las informaciones falsas sobre coronavirus. Una medida que, según denuncian los activistas, se está también empleando para silenciar el debate en los medios independientes sobre la transparencia en la crisis sanitaria.

El lunes, pese al constante incremento de infectados, el presidente ruso, Vladímir Putin, anunció durante una videoconferencia con su Gabinete que se iniciaba el alivio del confinamiento.Vídeo: SPUTNIK / REUTERS

Mientras tanto, los sanitarios se quejan de la falta de material de protección para tratar a los pacientes de la covid-19 y de medios adecuados para tratar a los pacientes, como ocurrió en países como España. Rusia tiene una de las cifras más altas de respiradores por habitante, pero muchos de ellos están inutilizables y se han quedado anticuados, asegura Anastasía Vasilieva, líder de la Alianza de los Médicos, una organización vinculada al opositor Alexéi Navalni.

Como en otros lugares, la presión de los sanitarios que trabajan con el coronavirus es enorme, remarca. En las últimas semanas, tres médicos de distintos centros rusos han fallecido tras precipitarse por la ventana de sus hospitales. Dos de ellos habían hablado abiertamente de las malas condiciones de sus lugares de trabajo. Los casos están bajo investigación, aunque muchas voces dentro de la profesión creen que la desesperación les llevó a acabar con su vida en una situación límite.

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Sobre la firma

María R. Sahuquillo
Es jefa de la delegación de Bruselas. Antes, en Moscú, desde donde se ocupó de Rusia, Ucrania, Bielorrusia y el resto del espacio post-soviético. Sigue pendiente de la guerra en Ucrania, que ha cubierto desde el inicio. Ha desarrollado casi toda su carrera en EL PAÍS. Además de temas internacionales está especializada en igualdad y sanidad.

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