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Los libros, ¿un bien esencial?

Italia permite este martes reabrir a las librerías, pero las empresas pequeñas y algunas regiones se oponen a la decisión

Daniel Verdú
El dueño de Toletta, Giovanni Pelizzato, sale a repartir libros a domicilio el 20 de marzo, en Venecia.
El dueño de Toletta, Giovanni Pelizzato, sale a repartir libros a domicilio el 20 de marzo, en Venecia.Stefano Mazzola/Awakening (EL PAÍS)

Italia se propuso mandar un mensaje al mundo y volver a empezar desde la cultura. La idea, más bien simbólica, debía cristalizar este martes en la puerta de las librerías, que levantarían el cierre para que la gente tirase de los libros para pasar la última fase de su confinamiento. La medida, lejos de ser unánimemente aplaudida, ha generado una enorme controversia en algunas regiones (Lombardía, Piamonte o Campania), que desoirán el vía libre y mantendrán la prohibición para todo tipo de comercios. Los pequeños libreros, además, denuncian que la iniciativa solo favorecerá a las grandes cadenas y ya han anunciado que permanecerán cerrados.

El eslogan político funcionaba. Los libros son también un bien esencial y la población debe tener acceso a ellos, se subrayó. El problema es que su venta en comercios no justifica el riesgo que supone en estos momentos, opinan en regiones como Lombardía o Piamonte, donde este martes no se permitirá la reapertura. Algo que desconcierta al presidente de la Asociación de Libreros Italianos, Paolo Ambrosini, que defiende la decisión del Ejecutivo. “Nosotros recibimos bien la medida porque reconoce el libro como bien esencial. No es una obligación, es solo una facultad. Pero aquí cada región puede hacerlo como quiera. La industria del libro es más importante que las de la música o el cine en Italia, pero este país es un poco arlequín”, lamenta recordando la caída de facturación de unos 25 millones de euros que ha sufrido el sector.

En el Gobierno insisten en que simplemente han dado la facultad de poder abrir y no se obliga a nadie. Extraña tanto revuelo. La secretaria de Estado de Cultura y Turismo, Lorenza Buonaccorsi, explica a EL PAÍS la decisión del Ejecutivo. “La cultura es un pilar fundamental de nuestro país y en un momento complicado era también una señal. Especialmente cuando tenemos salas de conciertos, museos o cines que seguirán cerrados. Algunas regiones, luego, toman sus decisiones propias en base a la gestión de la emergencia sanitaria. Pero se han dado toda una serie de indicaciones sobre cómo hacerlo. Está claro que no se podrá dar vueltas durante horas por los estantes de las librerías”, apunta.

Los pequeños libreros, sin embargo, se quejan de que no están preparados para abrir al público y mantener las medidas de seguridad sanitarias oportunas. Muchos ya se habían organizado, además, para enviar títulos de pequeñas editoriales con menos recursos para la distribución a través de mensajería. Se creó un fondo común y se utilizó para llegar a los hogares. Ahora creen que volverán a pagar la reapertura.

Nicola Roggero, propietario de Angolo Manzoni en Turín, que estos días ha repartido personalmente libros a domicilio, firmó un manifiesto oponiéndose a la medida. Días después, su región lo secundó y prohibió la reapertura. “La gran distribución tiene otras necesidades. La cadena del libro está en Italia en manos de dos grandes empresas que no pueden tener cerrados sus puntos de venta. Ahora abrirán y podrán volver a facturar centenares de miles de euros. Pero esa no es nuestra situación. Nos han invitado a abrir por simbolismo romántico, populismo. Basta ya con la figura retórica del librero como un romántico salvador de almas. Somos trabajadores como otros y nuestra seguridad y la de nuestros clientes debe ser respetada”.

La discordia en el sector preocupa a observadores imparciales como Nicola Lagioia, director del Salón del Libro de Turín, que debía celebrarse en mayo. “Abrir algunas librerías moverá algo, pero la situación de los italianos ahora no permite desplazarse demasiado para ir a las que querrían. El problema es mucho mayor y toda la cadena del libro se encuentra en riesgo de colapso. Debería abrirse una mesa de negociación entre el Gobierno y la industria del libro, que convendría que se pusiese de acuerdo”, apunta. Este martes esa discordia se verá en la puerta de las librerías de toda Italia.

Papelerías y tiendas para bebé, abiertas

Italia permitirá abrir este martes también a las papelerías y los negocios de ropa para bebé y niños. Productos considerados de primera necesidad que formarán parte de la lista ya proporcionada al comienzo del confinamiento. Además, se retomará la actividad forestal, la industria de la madera y también la producción de ordenadores. Más allá de estas actividades, el cierre de la actividad industrial y el confinamiento de las personas continúa vigente.


El Gobierno italiano prorrogó hasta el 3 de mayo las medidas adoptadas, incluido el control de las llegadas de viajeros de otros países. Permanecerá también el cierre de las escuelas hasta septiembre del año que viene.

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Sobre la firma

Daniel Verdú
Nació en Barcelona pero aprendió el oficio en la sección de Madrid de EL PAÍS. Pasó por Cultura y Reportajes, cubrió atentados islamistas en Francia y la catástrofe de Fukushima. Fue corresponsal siete años en Italia y el Vaticano, donde vio caer cinco gobiernos y convivir a dos papas. Corresponsal en París. Los martes firma una columna en Deportes

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