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Residencias: una llamada de auxilio desatendida

El sector pide, desde hace semanas, equipos de protección, pruebas de detección y atención médica a los mayores afectados por el coronavirus

María Sosa Troya
Efectivos de la UME desinfectan este miércoles una residencia en Cerdanyola del Vallès (Barcelona).
Efectivos de la UME desinfectan este miércoles una residencia en Cerdanyola del Vallès (Barcelona).GTRES

Ha sido casi un mes con un clamor diario en las residencias. Por equipos de protección individual, el escudo contra el virus. Por test, para poder tener un diagnóstico claro. Por atención médica para quienes enferman. Semanas después de que se conocieran los primeros fallecimientos en los centros de mayores, patronales, sindicatos y asociaciones profesionales coinciden en el diagnóstico: no se ha escuchado su grito de auxilio. Continúan las carencias de medios.

Los muertos se cuentan ya por miles. Según un recuento elaborado este miércoles con datos de las comunidades autónomas, al menos 2.238 personas han fallecido en residencias. A esta cifra hay que añadir además 1.818 decesos en Madrid, Castilla y León, Castilla-La Mancha y Extremadura, una cifra que engloba centros de servicios sociales, es decir, que incluyen también las residencias de personas con discapacidad. No dan la cifra específica en residencias de mayores. Pero estos son solo datos de fallecimientos confirmados tras haber realizado una prueba diagnóstica. Así que el número es sin duda mayor. Solo en Madrid el Gobierno regional ha reconocido este miércoles que más de 3.400 personas a quienes no se les ha realizado el test han fallecido con síntomas compatibles con Covid-19.

Resulta imposible conocer con precisión qué efecto ha tenido el coronavirus en estos centros, debido a la falta de test y a que cada comunidad procesa la información como considera. Una orden del Ministerio de Sanidad obliga a las comunidades a facilitar información, pero no solicita cifras específicas sobre residencias de mayores, sino que pide datos, en general, de centros residenciales de servicios sociales. Las autonomías tenían hasta este miércoles para remitirlos por primera vez y, a partir de ahora, deberán informar dos veces en semana. Pero estas cifras seguirán sin acotar el problema específico en las residencias de mayores, una red de más de 5.400 centros con cerca de 381.000 plazas en las que vive población especialmente vulnerable, por su elevada edad y porque la mayoría presenta patologías previas.

“La situación varía mucho por comunidades”, explica Jesús Cubero, secretario general de la patronal de la Asociación de Empresas de Servicios para la Dependencia (Aeste). “Pero en general, los equipos de protección de las comunidades llegan con cuentagotas. Compramos las empresas, pero no todas tienen la misma capacidad”, apunta. “Tampoco han llegado los test rápidos que ha prometido el Ministerio de Sanidad. Me consta que se están haciendo en Andalucía, por ejemplo, pero tampoco es algo generalizado“, prosigue. Múltiples voces coinciden en que no podrá combatirse al virus hasta que no se tenga un diagnóstico real de la situación y muestran preocupación por los trabajadores asintomáticos que, sin medidas de protección adecuadas, pueden seguir propagando la enfermedad.

Las dos comunidades más sobrecargadas son Madrid y Cataluña. En esta última, con más de un millar de fallecimientos, el departamento de salud ha asumido este miércoles el mando de las actuaciones en las residencias, algo que también han realizado en comunidades como La Rioja, Castilla-La Mancha o Madrid. “En Cataluña van una semana por detrás de Madrid. Se está reproduciendo el mismo esquema. Los hospitales no están aceptando derivaciones de los hospitales”, sostiene Jesús Cubero, secretario general de la patronal Aeste. “La situación es muy dispar en las residencias, hace falta homogeneidad en los datos para poder ofrecerlos con transparencia. La mayoría de los centros tienen una situación estable, muchos no tienen casos. Pero lo que está claro es que una situación de crisis sanitaria la tiene que asumir sanidad. Las residencias cuidamos, no curamos”, resume José María Toro, secretario general de la patronal del Círculo Empresarial de Atención a las Personas (Ceaps).

Esta es una de las principales preocupaciones del sector. “Sé que han movilizado personal sanitario para residencias en Navarra, por ejemplo. O en la Comunidad Valenciana. Pero no es algo generalizado”, afirma Antonio Cabrera, secretario general de la federación de Sanidad de CC OO. En la Comunidad Valenciana, fuentes de la Generalitat apuntan que las derivaciones de contagiados de una residencia a otra medicalizada, como se había anunciado, no se están llevando a cabo todavía. Las mismas fuentes precisan que sí ha habido traslados al hospital cuando así lo ha requerido el estado de salud del paciente. 12 residencias han sido reforzadas con personal médico y sometidas al control de sanidad. Estas fuentes señalan que el material sanitario escasea pero está llegando.

“Llevamos semanas pidiendo que se actúe. Pero se sigue priorizando evitar el colapso de los hospitales, por lo que se deja abandonados sin asistencia médica del sistema público de salud a los mayores de las residencias”, sostiene José Manuel Ramírez, presidente de la Asociación de Directoras y Gerentes de Servicios Sociales. “Allí no hay personal médico 24 horas. Los residentes empeoran, y también hay alertas cuando no está el médico. Esto les está generando mucho sufrimiento. También para quienes les cuidan”, continúa. “La medicalización es un concepto de BOE. ¿Van a traer respiradores, material médico, sanitarios, equipos? No estamos viendo que esto suceda”, se queja Jesús Cubero, de Aeste. “Cuando una persona mayor está mala, o la derivas al principio o, si tardas unos días, estás aumentando sus probabilidades de que muera”.

Con información de Ferran Bono.

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Sobre la firma

María Sosa Troya
Redactora de la sección de Sociedad de EL PAÍS. Cubre asuntos relacionados con servicios sociales, dependencia, infancia… Anteriormente trabajó en Internacional y en Última Hora. Es licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid y cursó el Máster de Periodismo UAM-EL PAÍS.

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