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Encerrados en la residencia con los abuelos

Los profesionales de dos geriátricos catalanes se quedan a dormir en los centros desde el pasado fin de semana

Un trabajador del centro de mayores Santa Oliva, en Olesa de Montserrat, habla con residentes, este martes.
Un trabajador del centro de mayores Santa Oliva, en Olesa de Montserrat, habla con residentes, este martes.Albert Garcia

El sector de la dependencia se moviliza ante la epidemia del coronavirus, que se está cebando con las residencias. Hay empresas que están reorganizando jornadas y trabajadores que doblan turnos. Fuentes de CC OO informaron el miércoles de que incluso hay residencias que han impuesto turnos de varios días seguidos en Castilla y León para minimizar riesgos. Pero de entre todas las iniciativas destaca la de las plantillas que han decidido encerrarse en los centros con los ancianos. Han trascendido casos en Estella (Navarra), Murcia o Cataluña. En esta última comunidad, en dos residencias, en Lleida y en Barcelona.

En Cataluña, el encierro empezó el pasado fin de semana. En Lleida, para evitar contagios, y en el distrito de San Martí, en Barcelona, porque hay múltiples bajas y están operativos solamente ocho de los 36 profesionales para atender a 60 abuelos. No quieren dejarles solos. En la residencia de la capital catalana, además, la versión de la directora y la Generalitat son completamente opuestas: la primera asegura que pide ayuda y refuerzos, y no llegan; y el Govern, que este miércoles estuvieron allí. La residencia de Lleida, Centre Geriàtric Lleida, es privada con plazas concertadas, y no tienen casos positivos ni les falta material —recibieron donaciones—, ni han pedido ayuda a la Administración. El encierro fue iniciativa del personal. “El mismo día que cerraron las escuelas decidimos restringir las visitas a nuestros 89 internos. Pronto vimos que no era suficiente. La semana pasada vimos que el virus entraba en las residencias y teníamos que hacer algo, y rápido. En el grupo de WhatsApp, decidimos que teníamos que encerrarnos con los ancianos y así no introduciríamos nosotros mismos el coronavirus dentro del centro”, así de tajante se muestra Carol Mitjana, su directora. Lleva desde el domingo confinada en la residencia junto a otros 23 empleados.

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“El día 22 vinimos con las maletas, hemos preparado en una habitación colchones y es nuestro campo base. Tampoco sabemos si alguno de nosotros se ha contagiado antes de entrar, por ahora tiramos día a día y no tenemos ningún usuario enfermo”, advierte Mitjana. Son 24 y no volverán a salir hasta que la alarma por el coronavirus se rebaje. Han cambiado los horarios laborales. “Hacemos turnos de siete horas con 11 personas por turno y luego durante la noche dos trabajadores”, dice Mitjana. El perfil de los empleados es diverso: desde la directora, pasando por la psicóloga o el fisioterapeuta, mantenimiento, limpieza, cocina, auxiliares o enfermería. “Todos hacemos un poco de todo, no es raro ver a la psicóloga pasando la fregona”, ilustra. Tienen suficiente material de protección, así que también desinfectan los alimentos que llegan del exterior.

En el caso de Barcelona, la residencia se llama Marvi Park, tiene 63 plazas y es privada, también con plazas concertadas por la Generalitat. Aquí la cuestión es que entre bajas médicas y profesionales que tienen miedo de ir a trabajar, de 34 empleados se han quedado en ocho, explica la directora, Isabel Martínez. Un abuelo fue hospitalizado, en el centro hay ancianos con fiebre pero no les han hecho el test. Entre los trabajadores, hay tres casos sospechosos en casa y uno ingresado. “¿Qué hacemos? ¿Les dejamos solos?”, se pregunta. La directora asegura que ha pedido ayuda a la Generalitat: de equipos de protección (llegaron mascarillas el martes) y personal, pero que no ha ido “nadie”.

La versión del Departamento de Asuntos Sociales y Familia es completamente opuesta: hablan de “10 personas con síntomas de coronavirus a quienes se decidió aislar como marcan los protocolos” y de que este miércoles por la mañana un equipo de urgencia se trasladó al centro para evaluar la situación entre abuelos y empleados. La directora lo niega.

Intervenida una residencia en Tarragona

La Generalitat intervino el miércoles la residencia Ballús en Valls (Tarragona) tras la detección de un brote de coronavirus que afecta al menos a ocho internos, a una doctora y a más de la mitad de los trabajadores del complejo asistencial. De gestión privada y con capacidad para 62 ancianos, quedó bajo la supervisión de la Generalitat por la falta de trabajadores. El Gobierno ha publicado una orden que habilita a las regiones a intervenir residencias desbordadas por el brote.

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